lunes, 31 de diciembre de 2007

mierda. barcelona, último día del año, las tiendas llenas, las calles llenas, el aire lleno. pasé por el sol y amador se jubiló antes de navidad. compré dos juguetes para betty y unas entradas para juank y marina. en un semáforo en las ramblas me dio por pensar en los siluros de esta noche. el sueño era vívido: un río que cruza la ciudad. de una orilla a otra, una plataforma de madera que flota. cruzamos, intentando mantener el equilibrio. no sé quién me acompaña porque está detrás de mí y no puedo verle la cara. tampoco la voz me es conocida. los siluros se lo comen todo, me dice. los peces nos miran quietos, esperando. el cielo es como de metal brillante y esponjoso

después soñé con ana, con ana carbó. de repenté la eché mucho de menos

domingo, 30 de diciembre de 2007

domingo de resurrección. me noto bien, lo suficientemente bien. me hipnotizo con betty cuando me siento a su lado en el suelo y la abrazo, acariciándole las orejitas. ella tiene sueños perrunos con gemidos chiquitos, como notas musicales. toda la ropa en la lavadora, una ducha, un poco de afeitado, limpiar las gafas por primera vez en ni se sabe. esta tarde habrá visita: los restos de la familia de mi hermano, su ex y el niño. pienso en a qué hora largarme para perderme las preguntas de siempre. ni le interesa saber cómo estoy, porque es algo que se nota a treinta kilómetros de distancia, ni yo quiero perder un minuto de mi tiempo sonriéndole las tonterías que se dicen en estos días. ese tipo de conversaciones de cortesía son odiosas. no me apetece ver a nadie. además, tengo la boca llena de arena y sólo diría desiertos o cosas peores

sábado, 29 de diciembre de 2007

la codeína hace que el corazón se me haga más grande y que bombee más deprisa. es como tenerlo encerrado en una jaula oxidada, una jaula mucho más pequeña y oscura. también un corazón de colibrí y ganas de vomitar del color rosa brillante del bisolvón, de ese que es como un chasquido eléctrico cuando baja por la garganta, tan amargo
sueño con amélie poulain y su fabuloso destino. ella vive debajo de un puente y amaestra ratas que bailan con sombrillitas de colores, de esas que les ponen a los helados y a los cócteles. escribo nombres de personas que odio en un cuaderno. sólo es un sueño. buenos días

viernes, 28 de diciembre de 2007

me siento en el borde de la cama. siento que la polla me cuelga hasta el suelo. jadeo. es viernes y he pasado los últimos tres o cuatro días en un limbo caliente y sudado. me noto la cabeza vacía, con ecos que no son míos dentro. soy incapaz de pensar, de entender, de esperarme

llaman al timbre. dos paquetes certificados. firma y dni, aquí y aquí y aquí también. me tambaleo en el umbral. tengo frío en las piernas porque voy en calzoncillos. me da lo mismo todo. dejo los paquetes en la mesita de noche y busco unas tijeras para cortar el plástico de uno y otro

en uno, maría y yo, persépolis y una postal de navidad de esas que te hacen un nudo de felicidad en la garganta. la letra redondita de lourdes, con dibujos de estrellitas para que todo brille más. también un amuleto de incienso que por ahora soy incapaz de apreciar porque tengo menos olfato que de costumbre. me sonríe el corazón

en otro, dentro de un sobre de la central, todo está iluminado. carmen netzel se cuela y me respira

mis regalos de navidad

jueves, 27 de diciembre de 2007

me pesan los brazos como si tuviera bombas en lugar de manos. sudo, me consumo en un sudor brillante y pegajoso, y creo que me voy a romper la próxima vez que tosa. es como tener la piel llena de lobos. buenos días

martes, 25 de diciembre de 2007

me corren ratones por la cara y tengo los ojos amarillos y calientes. cada vez que toso es como si un nicho húmedo se abriera y cerrara en mi pecho. me tapo hasta asfixiarme pensando en mis vacaciones en este sanatorio. quién me lo iba a decir, con todos los gastos pagados
tengo fiebre. soy una esponja que recoge todo virus de mierda que flota en el aire. sueño con aviones sobre países en guerra. despegan y aterrizan constantemente. tengo frío. vuelvo a la cama. buenos días

lunes, 24 de diciembre de 2007

dormito en el tren de vuelta a casa, escuchando conversaciones que vienen de atrás, cerrando los ojos y dejando que me abrace un poquito el sueño. cena en casa, polvorones y jamón. no hay nadie en la calle y los coches están aparcados encima de la acera. los nietos de ángela cantan villancicos por la escalera. dos euros a repartir entre tres. el local abre a las doce y no sé si llegaré. el cuerpo me pide dormir, taparme entero, pensar en esa chica y construir una absurda historia de amor alrededor de la nada. y que mañana, cuando suene el despertador, tenga la bandeja de entrada del mail llena a reventar. así, buenas noches, feliz navidad
barcelona inundada de gente. el olor dulzón de los gofres en la esquina de portaferrissa con portal de l'àngel. una bolsa con un oso de peluche y una muñeca de trapo. volver el jueves a por el regalo de juank y marina. acabar con todo por fin. estoy cansado y estoy empezando a toser seco. en otras circunstancias, ya estaría tomando bisolvón como un desesperado. ahora me da miedo. no sé cuál puede ser el efecto de la codeína sobre mi intestino. noche de navidad y ojitos calientes
me miro en el espejo. me dan ganas de salir de casa, pero entiendo el mundo confortablemente desde detrás de la ventana. acabo de ducharme y el sol espeja el suelo hasta cegarme mientras hablo con juank, de compras por el centro. hablamos de fútbol y de borracheras y de lo que hice ayer y lo que hizo antesdeayer. betty duerme delante de la estufa y a mí me da por pensar en la electricidad que a veces me une a las personas. escucho voces en el rellano que se van yendo, niños que aúllan como animales pequeños. hoy me gustaría desordenar el pelo de alguien, un mínimo contacto físico que alivie
la colitis ulcerosa me permite hacer una vida relativamente normal estos días. mientras escribo ésto, sin sueño y con pocas ganas de irme a dormir, pienso en las cosas que tendría que hacer mañana lunes, o sea, dentro de unas horas. me apetece salir y comprar para la cena y prepararla yo, bajar a barcelona y darme un par de vueltas por el centro, quizás hasta comprarme unas bambas y pasar por el sol, que los tengo abandonados, a desearles felices fiestas a pedro y amador. con suerte no tendré que buscar un wc en el que calmar mis miserias y pasaré un bonito día de navidad

una cena que será normal. unas calles que conozco de sobras. unas bambas que no necesito. un bar que me encanta. una enfermedad que todo lo pudre

domingo, 23 de diciembre de 2007

el partido del universo, tal y como publicitaban en el diario, se convierte en un partido de mierda en la pizzeria de jacobo y laura. alrededor de la mesa, pol, xurru y yo. también el señor armadàs y juanito albañil. en la pantalla, una pandilla de hijos de puta sin vergüenza corriendo detrás de una pelota, incapaces de marcar un gol. en la mesa más cercana, un montón de chiquillos que se hinchan de voll damms. es carne de cañón que grita penalti! en cada jugada, que come bocadillos grasientos y bebe marie brizard con hielo, un cortado, otra cerveza. es basura de uñas sucias y granos-de-afeitado que se convertirán, si nadie lo evita, en la generación que pagará la pensión que no tendré

ni qué decir tiene que el partido se desvanece en la pantalla y empiezo a pensar que debería de haberme quedado en casa, total
camino por calles que no conozco, alejándome cada vez más del centro del pueblo donde vivo. avenidas largas y desiertas, sucias, en dirección a un centro comercial en medio de la nada donde he quedado con alguien. rótulos de colores brillantes y gente que parece vivir siempre allí. tú busca el bar costa. te estaré esperando dentro. él es un antiguo compañero de instituto del que no recuerdo el nombre con claridad. insiste en que conozca a una amiga suya. tienes que abrir el corazón, me dice

antes de eso, he estado en una casa llena de gente conocida pero que, en el sueño, adquieren rostro y voz diferentes a la realidad. nada funciona en esa casa, llena de escombros como si estuviera en mitad de un derribo. vanesita —una vanesita diferente a la que— orina de pie en un cubo que apesta. me toma de la mano y me dice que la acompañe al piso de arriba. gente que duerme con más gente como cachorros en el suelo, hacinados en un calor humano y maloliente. tumbémonos con ellos. no, yo me quiero ir de allí

es entonces que camino por las calles sucias, camino del bar costa. suena el despertador, tengo las medicinas al lado de la cama y me las tomo, se me cae una, la busco, me despierto, me quejo, gruño, apago la luz, intento seguir durmiendo. anuncios de juguetes como experiencias místicas y series de televisión como modelos de comportamiento basados en la obediencia

es domingo por la mañana, brilla un sol que no calienta y podría llover en cualquier momento. ven

sábado, 22 de diciembre de 2007

tiene unos ojitos que no le caben en la cara. jazmín sala, la cajera del habitat a la que pago el regalo de daniel y edurne (un horno de terracota para pollos), me roba el corazón con el color de su piel, oscuro como el de los hindúes. sonríe cuando me dice que tengo que firmar aquí, y señala aquí, un trozo en blanco en el ticket de compra. sonrío cuando le digo que eso de ahí al lado y que apenas se ve —una raya vertical cruzada por una horizontal— es mi firma. sonrisa y ah de sorpresa de jazmín, la bolsa roja y dentro de un ratito veré a rafa, con las manos en los bolsillos
estuve con rafa en barcelona. también estuve con marina y john, con barry y marta, con àlex. porque rafa tiene esa costumbre, que es quedar contigo y con veinte personas más, cosas de optimizar el tiempo y las redes sociales. así, las conversaciones pueden pasar de la charla más animada al silencio más denso, y eso es algo para lo que no estoy preparado porque me cuesta ser sociable y no tengo muchas cosas que decir

después llovió, me mojé, pensé alguna cosa para juank y marina y calculé cómo sería volver mañana temprano. la tarde estaba finiquitada desde el mismo momento en que vi a rafa a lo lejos, en medio de un grupo en el que no conocía a nadie allí, en la plaça dels àngels

su puta madre
las lágrimas son fáciles cuando una canción te emociona tanto. teenage kicks, de los undertones. buenos días
rafa lleva una sudadera en la que se lee antifaschistische aktion y ha traído una botella de vana tallinn, una mierda de licor estonio de los que te rompe la cabeza en dos patadas. reímos alrededor de la mesa con las leyendas que podemos contar, porque las historias no tienen nada de interesante si las comparas con el mito que crece con el tiempo, la confianza y el alcohol. es nuestra cena de navidad y afuera ha dejado de llover. buenas noches y conduce con cuidado

viernes, 21 de diciembre de 2007

vacaciones de navidad, como cuando éramos pequeños. un montón de días fríos hasta el día dos de enero en los que no hacer nada. días, por otra parte, con los que no contaba. siempre cuento mal los días de vacaciones. miro el paquetito con las medicinas, me hago una paja, me quedo dormido viendo la tele, mando un sms, pienso en abrigarme bien esta noche cuando salga. desde hoy, estonia es europa y rafa nos contará tonterías sobre. cena para ocho en el local

la gente se va de vacaciones. hoy yolanda me cuenta de sus días en zaragoza, con la familia de su marido. los dos sabemos que faragofa es un agujero del culo. suena a cárcel y a cansancio después de todo el día cotilleando. hablo y sonrío sin mirarla porque me pone nervioso la curva de sus muslos y su sonrisa perfecta (siempre me encantaron los colmillos montados sobre el resto de dientitos). he pasado a cobrar por su oficina el último trabajo que teníamos pendiente, de esos trabajos que hago en casa, en patéticas labores de freelance. guardo el sobre en el bolsillo y jugueteo con el paraguas al volver a casa. yolanda es la hembra perfecta de la manada y a mí me gusta que me cuente que tiene tortugas y no sé de dónde saca la gente que son lentas, tendrías que verlas. el próximo día le preguntaré cómo se llaman

jueves, 20 de diciembre de 2007

el médico hace esperar largo rato. me pregunta, le respondo, hablamos. estoy a la defensiva al principio. él lo nota y se atraganta. tiene que beber agua. aprovecho para mirar el despacho. hablo con isa en voz baja. me acompaña, me conoce bien. no existen varitas mágicas cuando tienes tanto empeño en autodestruirte, me dice. nos miramos a los ojos y, de repente, me siento vivo, vivo y triste, más que nunca

regresé en tren. me encontré con xavi, mi profesor de latín en el instituto. ahora que se ha jubilado, estudia inglés en la escuela oficial de idiomas. nada cada día, pero se ha engordado quince kilos. nos sentamos juntos. para él son dos paradas y para mí tres. llueve y pienso en resbalarme al andar deprisa, en las gotitas yéndose en la ventana. cuídate mucho y sí, feliz navidad para ti también

miércoles, 19 de diciembre de 2007

he soñado con john stockton y con imre kertész. con que follaba con loida. con que era primavera y había árboles desnudos todavía. john stockton tira a canasta como se tiraba hace setenta años y me dice que ahora imparte cursos a personas en crisis. imre kertész me dice que él es el verdadero john stockton y me sonríe. loida me besa con cuidado y se queja por el dolor cada vez que me clavo un poquito más entre sus nalgas. follamos delante de ellos, sin saber dónde estamos. me corro dentro de ella y muero un poco más. tú eres un copo de nieve de color rojo. se lo escribo en un billete de tren, por la parte de atrás

el viernes cenaremos con rafa. cenaremos todos. con rafa. donde siempre. el viernes. casi vacaciones de navidad, bolas y espumillón. viernes dentro de mil años, de dos mil, de tan lejos que está. más copos de nieve y luz de velas mientras hablamos de y de

me he despertado muerto de frío y con urgencia de wc. eran las seis y media y se oía a betty respirar fuerte en el comedor

mañana iré al médico. me aterra. me acompañará isa. me lo ha recomendado ella y, por enchufe, me ha dado hora para mañana por la tarde. tendré que salir un ratito antes del trabajo. todo saldrá bien, lo sé seguro

una imagen: me he adelgazado mucho y llevo ropa holgada para disimular la bolsa. tengo una cicatriz redonda como una fresa caliente y una bolsa adhesiva de plástico que compro en la farmacia en paquetes de diez unidades. también tengo otra cicatriz, como de cesárea, pero esa está cerrada, muerta desde hace tiempo. me quedo mirando la pared de mi cuarto y, por un momento, tengo la sensación de que esa imagen es real. no me preocupa, siempre y cuando no me mire la cicatriz, ni que nadie me la vea. de repente, me mareo y me siento en el borde de la cama, con la mente en blanco, solo en medio del desierto

juank dice que tengo los ojos de mi padre. una vez lo vi desnudo, de espaldas. era increíblemente flaco y pálido y tosía mientras caminaba por el pasillo

martes, 18 de diciembre de 2007

me noto líquido por dentro, como de mercurio, con un montón de ruidos que la gente puede oír sin esforzarse demasiado. me desnudo, me visto, me vuelvo a desnudar, me levanto el jersey, el polo, me miro en el espejo, me pongo de perfil, después de frente, otra vez de perfil, respiro. estoy atento a cualquier bulto de más en el vientre. tengo un fantasma que me dice que está más hinchado de la cuenta, que es el colon, que está a punto de reventar, la inflamación, la sangre, toda esa mierda, que tendría que ir al médico, ya, sí, claro, si no fuera por. sonrío, yo me encuentro bien, bueno, más o menos. pero aguanto, resisto, lucho, peleo, me canso, duermo, me vuelvo a levantar, preparo té para cenar, compro galletas, unas dulces con avena, voy a trabajar, apenas se me nota que
toda esa vida de mi madre cabe en una caja de papel fotográfico marca ilford de dieciocho por veinticuatro centímetros. en la tapa, a mano y con un bolígrafo azul, escribió fotos matrimonio civil y religioso de juanito y maría del carmen. también escribió no tocar y lo subrayó con dos líneas. también escribió en una esquina, pero con bolígrafo negro, vino de naranja. no sé qué es y ella no se acuerda. las esquinas de la caja están pegadas con un celo amarillo por el tiempo. en el interior, además de las fotografías a las que hace referencia en la nota manuscrita, también hay fotos de ella cuando era pequeña, de sus padres y hermanos, de amigos y amigas, así como dos fotos de mi padre, una de ellas, un retrato de fotógrafo de mayo del setenta y uno y dedicada a mi madre, y otra, con quince años y vestido de marino en la escuela militar en la que estudió

el retrato de fotógrafo es de esos en los que uno mira sin mirar y con la cabeza ligeramente ladeada

en la que está vestido de marino es el primero por la izquierda en la primera fila, sentado con las manos en las rodillas. nadie sonríe

en algunas fotos, mi madre ha escrito un número pequeñito encima de las cabezas de las personas retratadas. al dorso, con letra clara, están sus nombres

la caja huele a almendras, algo nada extraño en una caja de película fotográfica, si no fuera por los casi cuarenta años transcurridos (se casaron en el sesenta y nueve)

ellos son mis padres

lunes, 17 de diciembre de 2007

ahora vivo con david y núria en un altillo que me alquilan. el sitio está bien, no es muy grande, pero sí bastante frío. allí follo con núria por las tardes, cuando david no está, y lo hacemos de pie, contra la pared. hay una ventana diminuta por la que se ve un cielo azul, no trabajo, apenas salgo a la calle y paso mucho tiempo encogido en la cama, pensando en la última vez que trabajé (en las calderas de un barco)

despierto con el ring del despertador. es lunes y he dormido como una mierda. hoy me quedaría en casa. buenos días

domingo, 16 de diciembre de 2007

un reportaje sobre groenlandia y los inuit. me quedo dormido por un segundo varias veces. despierto con la sensación de haberme equivocado al borrar esos teléfonos. las cosas que se hacen sin pensar. no quiero que me llegue a importar una mierda. no quiero olvidar lo bonito que era querernos

en groenlandia nieva todo el tiempo y la contaminación es altísima. el suicidio es una pandemia entre los jóvenes. mirando esas imágenes, apenas puedo pensar en otra cosa que en el calor de su cuerpo a mi lado

ya está hecho. pronto será invierno
ayer tocaban los cuatrocientos golpes y euterpe setenta y siete en el local, que estaba lleno de gente que, o no conocía, o conocía poco, o conocía mucho hace tiempo, que es lo mismo que no conocer nada ahora o conocer de una manera incómoda, de esa en la que disimulo porque no sé qué decir y miro hacia el suelo o finjo que me interesa cualquier cosa que pase dentro de mi té con limón

así las cosas, me entero que cristina y mikel están embarazados, así como jaume vila y isabel. me alegro por ellos, de verdad, pero no sé qué más decir aparte de cosas del tipo cómo lo llevas, niño o niña, cómo se llamará, yo qué sé. la conversación, pasado ese punto, se me vuelve un poco incómoda, con lo que me centro en las canciones de los grupos, en la chica que tengo delante, esponjosa y azul como una gominola, o en la asiática que salta como una posesa, o en la chica que no tiene apenas dientes y se sabe todas las canciones. me sonríe un par de veces y deduzco que ella es rosa, la compañera de bubu en el programa de radio porque no se separa de él mas que para ir a meterse rayas al lavabo

me llama la atención este tipo de chicas, las que sabes que te van a estallar en cualquier momento por mucho cuidado que tengas. me pregunto cómo debe ser chupándola, por aquello de no tener dientes. me encantan sus ojos y daría lo que fuera por poder cruzar tres o cuatro palabras con ella, pero es algo que no sucederá porque, en el fondo, tengo un interés-igual-o-menor-que-cero

pienso en ella cuando me hago una paja a las cuatro de la mañana, porque es imposible dormir y todavía me pitan los oídos
nunca me has gustado, de chester brown, se lee fácil, esperando el tren de vuelta a casa y sentado en un vagón vacío. también me arruga un poquito, pero eso ya sabía que iba a pasar. ha sido casi mi regalo de navidad, un regalo sin envolver

no había mucha gente en barcelona, al menos no tanta como ayer. el ambiente era irrespirable, un tumulto continuo. he comprado la tercera temporada de perdidos para isa y xavi, y un wok para lourdes. el paquete no es muy grande ni pesado, pero ahora toca embalarlo para enviárselo por mensajero. eso será más complicado. a ellos ya se lo daré la semana que viene. supongo que nos veremos en estos días. no sé. el cumpleaños de isa es en enero, el dieciséis. hasta ese día hay tiempo

hay gente que me llama la atención por la calle. un tipo vestido de jinete pálido, o una chica ultradelgada que habla por teléfono. he buscado a mm entre las cajas del fnac, pero no la he encontrado. el chico que me ha cobrado se llama gonzalo y es muy guapo. me grita cuando me marcho y olvido la tarjeta en el mostrador. sonrío un poco y le agradezco. la cajera del habitat —raquel pérez, según consta en el ticket de compra— se sorprende con mi firma. no sé qué decirle. es bonita y pienso en ella mientras subo las escaleras mecánicas

creo que me apetecía volver pronto a casa
frío. creo que hoy están las tiendas abiertas. podría acercarme en un ratito a barcelona y comprar un regalo para lourdes y otro para isa y xavi. comprar también la mierda ésa de chester brown que ayer buscamos con dana y no encontramos. si voy rápido, en dos horas y media estoy de regreso. creo que, que es lo que haré, estirar la visa hasta romperla del todo
ha habido un incendio porque en aquel bar sólo se habla de ello. he vuelto a coincidir con ana carbó. como si no hubiera pasado el tiempo desde que nos queríamos, nos gusta tocarnos los deditos mientras hablamos. ella lleva un jersey marrón de cuello alto y unas botas preciosas, como de montar. sonreímos. me cuenta de un ascensor que no funciona y, entonces, despierto. tengo la sensación de haber dormido un año entero

ayer, després de un patético intercambio de palabras en el messenger que siguió con tres sms más, borré su contacto y sus números de teléfono. me gustaría haberlo hecho mejor, no haberle hecho todo el daño que le hice. también sé que no puedo cortarme la polla buscando la redención a mis pecados. sólo sé que ya apenas tenemos nada de qué hablar

buenos días y, sí, buena suerte

sábado, 15 de diciembre de 2007

aguanieve en la calle. ocho grados que parecen menos treinta por el viento. me duele todo. esta mañana he estado con dana en barcelona. he bebido sidra, fría y levemente ácida. la resaca no me dejaba pensar. ayer bebí mucho, como si fuera antes. salimos con juank y marina y daniel y josep maria por badalona. un bar con reguetón y chusma de extrarradio y olor de frito. una cena en la sargantana con humus y quesos y embutidos. una cerveza en el bar ése donde hay música en directo. la última en el local y hoy estoy muerto

me cago en mi puta madre. el chico que se sienta a mi lado en el tren de vuelta a casa empieza una conversación. no ve que me estoy muriendo? lleva dos maletas y me pregunta por una estación, sabadell nord. mis respuestas son un hilo de voz. fantaseo con llegar a cerdanyola y coger un taxi que me lleve a casa, pero en la parada no hay ninguno. camino lo más deprisa que puedo. el dolor se hace fuerte al subir la calle padró. tengo que apoyarme en el muro pequeñito del sandacos. jadeo y escupo la saliva que me llena la boca. son las cuatro de la tarde y apenas hay gente en la calle. me rompo al llegar a casa

me cuesta moverme ahora. un dolor que atraviesa los muslos, las rodillas, los codos y la espalda. tengo un poco de miedo. me gustaría salir esta noche porque hay un concierto en el local, pero apenas puedo con nada. me gustaría un abrazo y dormirme. suena el teléfono. jaume vila por si salíamos un rato. mejor no, jaume. no me encuentro demasiado bien, así que hablamos un rato de su moto, de grande-marlaska, de nodatta, de las cenas de navidad, de su trabajo y el mío y del concierto de esta noche. si vamos, te pego un toque. claro, sí, siempre

viernes, 14 de diciembre de 2007

ella me llama theresiendstadt y yo a ella también. un curioso nombre que hace que no nos olvidemos el uno del otro aunque hayan pasado mil años. ella es de color verde manzana y tan delgada que parece transparente. yo tengo las converse llenas de mierda y una inseguridad tan grande y ruidosa como una locomotora. bebemos cerveza en la alt heidelberg y comemos camembert frito mientras esperamos a que sea la hora de ir al cine. me cuenta que sólo se corre si le comen el coño, pero tiene que ser muy suave, de una manera casi imperceptible, que el sexo con el tipo con el que sale ahora es un desastre, porque a él no se le pone dura y a ella le da por quererlo mucho, pero sólo abrazándolo hasta que se hace de día. me gusta escucharla cuando me cuenta de esa fantasía que es dejarse follar por un viejo en un parque (yo me pido otra cerveza para no tener que mirarla a los ojos)

sé que pierdo el interés en algún punto inconcreto durante la película, quizás cuando gastón pauls se desmorona y se vence al recuerdo de la guerra (la película es iluminados por el fuego). aún así, las frases de rigor en el metro que tomaremos en direcciones opuestas son me ha gustado verte, sí, a mí también, cuídate mucho, claro, te llamo, sí, hay más películas que quiero ver, beso, sí

yo no sé
un frío de los que se clava en las mejillas como si fueran agujitas de acupuntor maloliente. viernes, un viernes helado y dormido, lejano y silencioso. mientras camino a toda prisa hacia la oficina, siento un agujero tembloroso entre las piernas. allí donde, hace tan sólo una hora y media —justo en el ring del despertador— estaba todo-aquello-genital, ahora se resume en una arruga tensa, un chancro, una herida, un boquete en el que apenas queda asomo de vida. imposible pensar en nada, pues, salvo llegar a las tres de la tarde con vida dentro de uno

(porque fuera la vida sí está: estornudo, moqueo, gruño, trato de enfocar la vista sobre los papeles de encima de la mesa sin conseguirlo del todo. buenos días)

jueves, 13 de diciembre de 2007

robert mapplethorpe tumbado en la cama, desnudo y empalmado, con un ridículo no-sé-qué de cuero que pretende ser excitante. miro esa foto. hay algo que me provoca un rechazo instintivo. no es su sexo de hombre, no, ni tan siquiera la posición forzada del cuerpo. tiene más que ver con la mirada que invita y en cómo intento imaginarme a mí mismo entre sus piernas y en cómo soy incapaz de ver qué es mierda es bonito en ese colchón sucio. pese a ello, imaginé su polla en mi boca y no sentí nada

miércoles, 12 de diciembre de 2007

no es sexo, son sólo besos. ella no se quita la peluca porque ha perdido el pelo con la quimioterapia y apenas le está empezando a crecer ahora. le da corte y yo me enredo así, con las manos cubriendo el sujetador con prótesis de silicona, apretándolas suavemente, sintiendo la electricidad que recorre la madrugada en ese hotel del portal de l'àngel. el placer encuentra un camino para hacerse real, a pesar de todo. hace dos días que estallaron los trenes en madrid y mañana serán las elecciones. me gusta su jersey azul y bebo de sus lágrimas para que todo sea más fácil. es realmente diminuta si la abrazo en mi pecho. una noche preciosa, dice ella. sí, sonrío yo, una noche preciosa. así, con la luz naranja de la lamparita tirada en el suelo, no quiero que nada de esto termine
una puerta de metal en una calle infinita hacia la derecha (amílcar, nombre de general cartaginés). unas escaleras oscuras, súbelas, y el primer pasillo hacia la izquierda, la puerta con el número que apuntaste (ya no lo recuerdo). dos golpes y dos golpecitos más y la puerta se abre desde atrás. una chica joven sonríe medio escondida y me señala la cama. lleva una falda corta y camina descalza por un suelo de moqueta verde oscuro. me siento en una silla y respiro agitado. hay un armario gigantesco en el que podrían vivir un millón de de personas si quisieran. ocupa una pared entera. me miro en el espejo de la pared contigua y imagino cómo sería follar y mirar el reflejo follando allí, sin pertenecerle realmente a uno. hablo con la chica. no sé qué hago allí exactamente. es un día de diciembre, he comprado regalos de navidad y vuelvo a casa con bolsas de cuatro tiendas diferentes. la chica tiene los labios pintados con un rosa pegajoso y me pregunta si querré quedarme. no, lo siento, creo que no. creo que ya es tarde y debo volver a casa

allí, en la seguridad de mis cuatro paredes, repaso mentalmente la escena, sin saber que, exactamente once años más tarde, la recordaré sin venir a cuento. después, envolví los regalos con cuidado y los guardé porque todavía no era navidad

martes, 11 de diciembre de 2007

lidia trabaja en una escuela secundaria en el bronx desde agosto y hoy se ha acordado de mí porque está resfriada y la fiebre es mala consejera, porque quería ir al cine a ver control —la película de corbijn que aquí jamás veremos—, así que me llama, conferencia internacional new york-pueblo de mierda del extrarradio de barcelona, y hablamos durante una hora, casi como si no hubieran pasado veinte años desde que nos conocimos y ni recuerdo cuántos desde la última vez que nos vimos, un café en esa puta plaza de la que siempre olvido el nombre. porque sí, sigo teniendo el mismo teléfono y vivo en el mismo sitio que la última vez, trabajo de lo mismo y sigo sin haber aprendido a conducir, con el mismo sentido del humor cáustico de cuando tenía pelo y creía en dios-y-todo-eso. tengo buena memoria para las cosas de hace tiempo, pero todas las de ahora se me caen de la nuca y se estampan tristes en el suelo. así, recuerdo que le gustaban the mission y los smiths, que su letra era redondita, que fue mi primer beso o algo así y que todavía le debo un cuadro, de cuando se compró el piso en la gran via y yo le dije que. el caso es que mi vida se ha movido poco en mucho tiempo, y quizás es por eso que a la gente le resulta fácil volver. hay corrientes que me llevan y me traen pero, por lo general, sigo en el mismo sitio, con una especie de talante-estaca que acaba resultando cómodo para poner el reloj en hora y bla-bla-blá

es curioso cómo suceden las cosas. hoy precisamente que escribía en otro sitio que nunca desaparezco del todo de las vidas de los demás, que siempre puertas abiertas, que, a pesar del frío del invierno, por aquí puede entrar cualquiera y cantarme una canción. y si es así, esta noche, buenas noches
el pedacito de chocolate, apenas una jícara, no tiene prácticamente ningún efecto en mi interior. intento hacer una vida más o menos normal, pienso en la colitis todo el tiempo y hay días en los que duermo poco, a saltos. las subidas y bajadas no obedecen, aparentemente, a ningún patrón, así que al final desisto de entender por qué todo empieza cuando menos lo espero

el pedacito de chocolate se deshace en el calor húmedo de la boca. enciendo la televisión. no busco nada y la dejo en la dos. pienso en corregir la posición de la antena, pegándola a la ventana, pero me cuesta un mundo moverme aquí o allá. un leve crujido de nieve cayéndose sobre imágenes desordenadas. sin saber por qué, recuerdo a concha, su sonrisa y la última vez que hablamos por teléfono, ella en su casa y yo en la estación de sants, lloviendo a cántaros, con tanto ruido como ahora, con toda una hiedra de ruido subiéndome por los tobillos
el trabajo es un trozo de madera flotando en el atlántico. me agarro a él con fuerza para seguir en mi viaje particular a nueva zelanda. una canción bonita vence las olas, un trabajo del que quedar contento vence las olas, una sonrisa que amas vence las olas, un millón de recuerdos vencen las olas

las olas tienen el color rojo, el dolor de hace meses

(no hay manera de mejorar del todo. qué cansancio, de verdad)
es una mierda, pienso en voz alta. me tumbo en la cama y dejo que un pedacito de chocolate se deshaga en la boca. suena el teléfono y es daniel. hablamos durante seis minutos sobre su viaje a madrid y de qué hacer el viernes por la tarde, de vernos otro día para tocar antes de meternos en el estudio, coméntaselo a xavi y que él diga, que hable con vicente, cualquier día. colgamos con unos besos y sigo escuchando música. betty hace ruido con un gato de goma. mi hermano mira cualquier mierda en la televisión, ausente. vino a comer y todavía sigue ahí, agriándose en el sofá. apenas hemos hablado algo sobre el niño y la separación. tampoco quiero preguntarle. creo que no encontraría las palabras exactas y yo tampoco estoy para muchos valses
los edificios de enfrente parecen arder a la luz del sol. hay papa noeles colgados en casi cada balcón y golondrinas que vuelan rápido en el cielo azul sin nubes. también grúas inmóviles, como gigantescos parásitos de metal. el viento se ha llevado la contaminación y hoy sería un día precioso para alejarse de aquí, para patear las hojas secas en las aceras, para ver cómo todo se derrumba mientras el teléfono suena y la gente se queda hablando, mordiéndose las palabras como cuchillos

buenos días. también campanas, diciendo menos cuarto

lunes, 10 de diciembre de 2007

sábado y banderas de nuestros padres, manta de pelito en el sofá, cartas desde iwo jima, el olor del gel en la ducha, caminar descalzo por el suelo tibio de parquet. sábado y conversaciones a media voz con la luz apagada, con todo el miedo del mundo porque el domingo se ha sentado ya en el suelo y nos mira, moviendo inequívocamente los dedos como si cortase el aire con una tijera imaginaria, tres, dos, uno, sí
como ese patético video en el que vanessa del río intenta posturitas temblorosas ante una cámara con la que no tiene ningún tipo de magia, chupándola sin creerse nada de lo que está sucediendo. ella, que era la reina de la doble penetración, ahora pasea sus miserias ante adolescentes llenos de granos que se la menean, sudorosos, con sus fotos de hace treinta años, fotos de cuando el funk era funk

a pesar de todo, me encanta ese video porque es como un espejo en el que me veo reflejado. treinta años más y también estaré así, renqueante y blando, intentando agradar a los demás mientras pienso en la última vez que o el precio del madopar roche, por decir algo
a savannah jane se la están follando encima de una colchoneta llena de mierda en un garaje cualquiera. miro hipnotizado esa imagen, la número cuatro de la página de brazzers en la que la actriz se lo hace con un tipo vestido de bombero o algo así. a cuatro patas, la mano derecha de él descansa en sus nalgas de una manera posesiva, sabiendo que ha domado al animal, algo que se intuía en la foto número dos de la misma serie, un primer plano de una asfixiante felación llena de sombra de ojos malva

guardo esas dos fotos. guardo poca pornografía, de todas maneras. tengo tanta en la cabeza que ya apenas necesito nada más
antes de irse de casa para siempre, mi padre viajaba mucho. en casa había un cajón lleno de chocolates de un montón de sabores diferentes. a veces nos traía regalos. recuerdo una gaita de juguete y un nombre, ponferrada. no sé por qué he recordado ésto. miro horarios en la página web de renfe. el tren, si salgo esta noche a las ocho en punto, me dejaría allí mañana a las siete y once minutos. imagino la ciudad húmeda y a oscuras, apenas iluminada por una luz amarillenta que se desdibuja en la llovizna, una ciudad-páramo que no conozco y así, muerto de frío, pensando en por qué una gaita, por qué treinta y dos años más tarde hago ese viaje absurdo y qué mierda espero encontrar allí, así, repito, busco una dirección apuntada en un papel para poder dormir un rato antes de
niebla, una niebla puré-de-guisantes. y la ventana fría si pego la nariz. y viernes, viernes de tiendas abiertas y de calles llenas de gente. ayer tuve miedo al final porque soy impresionable y acabo viendo películas de terror detrás de cada silencio, al salir de la ducha, con la casa a oscuras, caminando de puntillas

hoy compraremos una tft nueva y unos zapatos y el periódico del día y desayunaremos en la calle, en ese bar o en ese otro y daremos vueltas mirando escaparates, riéndonos con tonterías mientras esperamos el tren de vuelta a casa, con toda la calle oliendo a castañas asadas y gominolas en el bolsillo. y podría hacer una ensalada y quedarnos hasta tarde viendo zodiac. lo único que sé es que no quiero volver a dormirme así, con la palabra sobibor anudada en la garganta y con miedo a quedarme solo por aquí

(porque soñé con eso, con una fila infinita y, al final, el muro del campo, con alba y yo abrazados esperando no sé qué mierda. no sé por qué me da por pensar en esas cosas. soy feliz, llevo toda el día escuchando a los asobi seksu y me siento joven si miro a mi alrededor. hemos comido en un bar hasta hartarnos y me he enamorado del camarero y de su sonrisa y de lo bien que me leía el pensamiento. por un momento, también he pensado en todas las personas que me habitan el corazón, en si él también podría decirme quién y cuándo y dónde, exactamente como hace cuando dice dos cervezas más, el gesto con la mano, montaíto de pringá, la cuenta y todo bien, sin dejar de sonreír, desde veinte metros, con todos los chiquillos jugando a samuráis en uniforme de colegio)
es jueves y he dormido un montón de horas. el sol me pica en la nariz y ese jamón lo cortaron como si fuera papel de fumar. me miro las zapatillas y sonreímos. hablamos de la película de terror, de lo que haremos esta tarde y mañana

hay naranjas abiertas en el suelo y el aire huele a fruta y sí, otra cerveza más, sólo tienes que quererla porque hoy todos tus sueños son realidad

y el ruido de los aspersores en el jardín
me entretengo. pienso en follar con esa chica y con aquella, con aquella de allá también, con seis de cada siete, diez de cada diez. compro una revista, bebo una cerveza sin alcohol, me fijo en las conversaciones de los demás. no sé cómo la gente puede comer tanto antes de viajar. es miércoles y sants estación está lleno de gente que se quiere ir de aquí

miércoles, 5 de diciembre de 2007

ha muerto el guardia civil. caliento el arroz de la nevera, salteo zanahorias pequeñas y cebolla en trozos grandes. betty ronca delante de la estufa encendida. no trabajo esta tarde. es miércoles con cara de viernes. por delante, un montón de sábados y domingos sin orden. necesito estos días para mí. pienso en un poema de vicent andrés estellés que hablaba de besos robados y jazmines y noches adolescentes. un poema que hablaba, en definitiva, de esperanza. me gustaría que todo fuera como en esos versos: tengo todo el tiempo del mundo para querer mucho a esa chica y no podré olvidarlo nunca

de repente, tengo catorce años y sé que, por mucho que apruebe, nunca me sacaré el graduado
es tarde para estar abierto. el suelo está sucio después de todo el día. ecos de voces llenando el humo que respiro. sentado en una esquina de la barra, bebo anís. bebo penumbra y copas de anís que me hipnotizan con su línea roja. tengo un ancla tatuada en el brazo izquierdo. fumo mierda. vagué por un millón de puertos y bebí en mil bares como ése. nada podía retenerme. pero aquí estoy ahora, con el cuerpo vencido y hinchado, con casi todo olvidado, esperando que me pase algo, lo que sea. la calle está llena de putas y hoy no volveré a casa

despierto, preparo té, vengo a trabajar, escucho todas las canciones que me podían poner triste y, pese a ello, sé que hoy todo irá bien. prometido

martes, 4 de diciembre de 2007

vendí el piano porque nadie lo tocaba, me dice, y era una lástima tenerlo así, mudito. me fijo otra vez en los cuadros: un retrato de stravinsky, uno de goethe y una reproducción del cuadro de friedrich der wanderer über dem nebelmeer. en el de stravinsky hay pegada una postal con tres dibujos de oswaldo guayasamín. te ayudo con la cena, digo. sí, claro

me gusta estar allí en ese momento. ana me cuenta que marchará a la amazonia en enero, en un viaje que no debería durar menos de un mes ni más de tres. ana dejando la puerta abierta a que las cosas sucedan. corto un poco de queso y le ofrezco. la rúcula de la ensalada. sonreímos. creo que es más de medianoche y ella ya ha perdido la esperanza de que algún día la acompañe a algún sitio de esos en los que se aprende un poco más

enciendo unas velas muy gastadas que iluminan un poquito la habitación. en la televisión hay un millón de conejos de plastilina que se persiguen con una canción bonita de los rolling. pienso en lo cerca que estamos esta vez, más que nunca. ana fuma y se acurruca a mi lado. todos los encuentros y desencuentros, las palabras y los silencios entre nosotros, los años, los meses y los días han construido una pared en la que podemos escribir nuestro nombre sin temor a que nadie lo borre, una pared en la que crecen flores pequeñas y amarillas, desordenadas como nosotros

una pared junto a la que volver a encontrarnos alguna vez más
a ver, no te dije que no te movieras? me despiertan estas palabras y el sentirme líquido por dentro. a mi lado está el dolor, ocupando casi toda la puta cama. vine para que no te olvidases de mí, sonríe burlón. medio dormido, apenas llego al wc. buenos días

lunes, 3 de diciembre de 2007

encontré esa fotografía de philippe séclier en la edición de hoy de el país digital. tiene algo íntimo que me fascina y que no alcanzo a distinguir. quizás la paz del cuerpo blanco y imperfecto o el gris brillante del mar en jesolo. quizás verme allí de pie, en la pasarela flotante del lido, pensando en el agua tan fría a pesar del verano, un turista más que mira y se deja mirar, manteniendo el equilibrio, empeñándome en ser feliz al precio que sea
algo que no acaba de funcionar y no sé qué es. puta mierda. lunes, otra vez el dolor, las urgencias, las tripas desmoronándose, las diarreas, el rollo de siempre. he intentado hacer vida normal durante el fin de semana y sí, parece que sí, pero el cuerpo siempre avisa. y el dolor se me sienta al lado, me guiña un ojo y se caga en mi puta madre por haberlo ignorado. así aprenderás. bien, prometido que será así, no volverá a suceder

domingo, 2 de diciembre de 2007

joder. una tarde durmiendo, una conversación de teléfono, un silencio inesperado. me late fuerte el corazón, me puse triste, se terminaron todas las palabras. un abrazo, por favor. y buenas noches, que duermas bien
no es un atentado, digo. es un tiroteo. mientras conducimos de vuelta a casa, las noticias nos informan del guardia civil muerto. todo el mundo tiene algo que decir al respecto. todo es basura. cuando el estado entiende un alto el fuego como una oportunidad para cazarlos como conejos, sucede que. miro las luces de los otros coches. pronto será navidad y comercios y edificios están decorados con largas tiras de bombillitas doradas. la sucesión de imágenes me parece bellísima. es sábado por la noche y yo sí lo veré
la misma nota suena y suena y, enredándose en sí misma una y otra vez. el efecto de bucle me hace levantar la cabeza y cerrar los ojos. tocamos hasta que me duelen los brazos, hasta que noto los dedos agarrotados, hasta que ya no sé qué más decir porque estoy vacío por dentro, hasta que tengo tanto sueño que podría dormirme de pie. hemos grabado todo ese material. en total, algo menos de noventa minutos limpios en dos cintas de cromo. pese a lo precario de la manera de grabar, con un cuatro pistas, un sólo amplificador y una pletina normal, suena sorprendentemente nítido y monolítico a la vez, como un mantra envolviéndote en su abrazo de oso. bebemos cerveza y reímos mientras recogemos. es un buen punto de partida, creo que todos coincidimos en eso
S y su hermana, a quien no conozco, y yo, los tres en una terraza. una mesa de metal brillando con el sol que ciega sin calentar. sillas a juego, con las patas levemente oxidadas por debajo. tazas blancas y vasos. no hay nada más, tan sólo la conversación de la hermana de S. la miro sin entender. llega lejano el ruido de la calle. me abraza y me besa, entregándome una bolsa con varios sobres de colores. su lengua es un animal calentito. aquí está todo lo que me pediste, dice. gracias. intentaré devolvértelos pronto. S, mientras, hace fotos a algo que está a lo lejos y podría ser, perfectamente, nada. despierto. esta vez sí, ya es de día
es una habitación de hotel en penumbra y ella tiene un dibujo rodeando el ombligo. quiero borrar cualquier relación con mi madre, me dice. borrando el ombligo mediante una sencilla operación de cirugía estética, ya no veré más su fantasma cada vez que me desnude, recordándome que una vez ella me tuvo en su vientre. la escucho y acaricio ese dibujo, como un apunte, un esbozo hecho con rotulador de dos colores diferentes. me gusta el color de su piel y es entonces cuando ella se tumba boca abajo en la cama. retira un poco las braguitas y fóllame el culo. obedezco. despierto otra vez al tocar sus caderas. ya entra un poco de luz por debajo de la puerta cerrada
daniel y yo caminamos por la calle, por cualquiera de esas que hacen el barri antic de manresa, todas tan parecidas. él va por la calzada y yo por la acera, hablando y fumando. no pasan coches y apenas hay gente. un montón de pisos en obras, letreros de rehabilitación de fachadas, estructuras de hierro, andamios, arena y cemento. sin darme cuenta, la distancia entre él y yo se ha hecho infinita. la acera se ha convertido en un muro y no sé de qué manera bajar. tengo miedo. varios metros más abajo, daniel me grita que camine con cuidado hasta el poste que aguanta el foco de la obra. son sólo unos metros, puedes hacerlo, no mires abajo, desde allí te descuelgas abrazándolo, es fácil. me veo incapaz de llegar allí y sólo quiero que esto se acabe de una vez. despierto. todavía no es de día

sábado, 1 de diciembre de 2007

puta chusma. acabamos en la puerta del local partiéndonos la cara con los niños punks. yo era así con diecisiete? no, lo sé seguro. una noche tranquila de cervezas y música se convierte en una tangana sólo porque algunos no saben beber. ya cansa

antes de eso, mejor. con david, con fede, con ruth, con dana. con juank y marina y irene y josep maria. conmigo mismo y con todas las cervezas que no llegué a pagar porque la cosa acabó como acabó. hoy será otro día, claro. hoy le diré a tino cómo está ese labio y cóbrate de ayer. veinte o así, no sé

pero ahora ducha y tren y manresa. porque ahora toca rocanrol y tengo she's lost control metida en la cabeza