martes, 30 de junio de 2009

mi polla antes era un cuchillo, pero ahora es un animal muerto. mi polla apesta como apesta todo lo que tengo dentro de la cabeza. no me atrevo ni a tocarla y cuando quiero mear, lo hago sujetándola con un trozo de papel higiénico. después me lavo las manos y el olor del jabón me llena el alma. en la radio suena una canción de aztec camera, somewhere in my heart, y es como haber retrocedido veinte años

(martes, el último día del mes, día de cobro, nómina puntual, mediodía, treinta grados. el sol casi en vertical sobre nosotros. en la grada, una chica solitaria me anima a seguir corriendo, tiene una fe ciega en mis posibilidades, sonríe todo el tiempo y me da fuerzas con su voz. sé que esta vez no puedo fallarle)

lunes, 29 de junio de 2009

la sombra de la puerta abierta se difumina a medida que se aleja, haciéndose imprecisa hasta desaparecer casi por completo

domingo, 28 de junio de 2009

dos semanas más tarde. estos días de calor son como estar atrapado dentro de una película porno. he salido un rato al bar de paco. allí no pasa el tiempo: paco dormita ante una televisión encendida, en la tragaperras está el chaval de la camiseta de renault y la humedad es asfixiante y oscura. dos latas de cocacola y dos quintos antes de que el domingo se acabe y te dejo cuarenta céntimos a deber, paco, ya te los pagaré mañana

(no pasa el tiempo en ninguna dirección. un limbo en el que me encuentro como en casa porque es la vida en pause. mi cabeza siempre en pause y jose allí, mirándome a los ojos, dándomelo todo en su abrazo)

sábado, 27 de junio de 2009

armageddon siempre consigue hacerme llorar. puta película de michael bay, puto bruce willis, siempre salvando al mundo, putos diálogos de mierda, puta fantasía de ciencia ficción, putos valores, puta moral. odio que siempre me deje con un nudo en la garganta. odio no entender por qué los ojos se me llenan de lágrimas con algo así de asqueroso. definitivamente, algo dentro de mi cabeza no funciona como debiera

(ayer juank y yo estuvimos en el sidecar. cervezas, palabras y música que se juntan en una neblina de recuerdos. el día de la muerte de michael jackson, concierto en la peor sala del mundo: anímic, nueva vulcano, nisei y za, una colección de chistes recurrentes en formato escena independiente. lo mejor: compartir la noche con alguien a quien realmente quiero. lo peor: el asco y el odio que siento hacia casi todo)

viernes, 26 de junio de 2009

(manchas de sudor en la camiseta a las dos de la mañana, las ganas de mear el mar de aral, los ojos cerrados, la televisión encedida y las paredes azules llenas de electricidad, el fin de semana como un tumor apretándome en la nuca)
morir en un viernes tranquilo. michael jackson con el corazón quieto, el aire que respiro es frío y huele a mar

jueves, 25 de junio de 2009

esta tarde he visto sex, lies and videotape, de steven soderbergh. creo que es una de mis películas favoritas, un devastador estudio de la miseria que se esconde detrás de las relaciones de pareja, algo en lo que he pensado mucho hoy

(parece que va a llover, dice ann en la última escena, cuando ya ha pasado todo, sentada en la escalera del porche junto a graham, que le acaricia los dedos y sonríe)

miércoles, 24 de junio de 2009

la noche más corta del año y los amigos de míriam —ámbito amigos— beben tanto como pueden beber los amigos de cualquiera. nos quedamos en la terraza hasta casi las tres. no hablo, en especial cuando sale algún tema espinoso, tipo inmigración en l'hospitalet. tengo una botella de pacharán para mí solito, todo el hielo de groenlandia y una botella enorme de cocacola para hacer guarradas y montarme mi propia película

(en ella, estampo a ramón contra el espejo de la entrada por algo vago relacionado con noemí, la del vestido evanescente y que tantísimo me recuerda a yolanda)

cuando ellos se van —míchel, isa, david abarca y los ya mencionados ramón y noemí—, nosotros recogemos todo, cargo el lavavajillas y dejo abierta la puerta del patio para que esté todo ventilado por la mañana. una ducha, toalla verde y a dormir

martes, 23 de junio de 2009

martes como viernes, miércoles como domingo. otra semana rota por la mitad, desordenada, noche de verbena, madrugada borracha y mañana perdida después de tirar de la cisterna un millón de veces. previsible el final de la película

lunes, 22 de junio de 2009

(vuelvo a soñar con niños. pol, el hijo de inma y ernest, pinta carreteras con tizas de colores en el suelo de una habitación amplia, luminosa. primero el trazo, después el interior y los borrones con las manos. carreras de coches, chapas de refrescos y golpecitos con el dedo. ambos reímos, me gusta ese niño, es cariñoso y poco hablador, además de muy guapo)

(tiene una herida en la pierna, en el interior del muslo, como un corte que no sangra, con los bordes blancos inflamados y profundos. cómo te has hecho eso? no responde. es imposible que no le haga daño y sé que hace un rato no la tenía)

(vuelvo con yodo y algodón, con vendas y gasas, pero ahora la herida es más grande, mucho más. además, la carne se desprende con facilidad, como si hubiera estado hirviendo durante horas, dejando a la vista huesos y tendones, venas gruesas)

(no acierto a marcar el número de teléfono de las ambulancias. cuando al final lo consigo, una voz al otro lado me dice que tengo que llevarlo yo, que no hay vehículos disponibles. miro al niño una vez más y me echo a llorar. la piel cuelga como un trozo húmedo de goma de color rosa y suena el despertador, lunes, españa a las seis)

domingo, 21 de junio de 2009

(busco a un hombre que se apellida martín, es policía y tengo un sobre para él. su dirección coincide con la de un sitio que conozco, pero hubiera jurado que allí no podía vivir nadie porque es un edificio acristalado y oscuro en el centro de barcelona, sin puertas visibles)

(ya estoy dentro, un pasillo estrecho que desemboca en un ascensor de plataforma. todo es pequeño y claustrofóbico, seis pisos hacia arriba y una puerta entreabierta. dentro una mujer con un vestido amplio y blanco, mi marido no está pero puedes esperarle. sentado en una silla, mientras una niña sin piernas se arrastra por el suelo. tiene la cabeza deformada por la hidrocefalia y me olisquea como si fuera un animal)

(espero, sigo esperando. otra habitación, otra puerta abierta y un cuerpo en la cama, otro niño con la misma cabeza deforme. está atado y tiene un catéter conectado a una bolsa de suero en el brazo. me mira y tiene los ojos grandes de una vaca, el pelo ralo y largo)

(suena el teléfono. la madre avanza por el pasillo y a través del vestido se transparenta un bulto enorme en el costado. sé que es un tumor atroz, sé que es un hermano siamés, no sé qué es pero tengo miedo)

(dejo el sobre encima de la mesa y vuelvo a estar dentro del ascensor. despierto con sensación de ahogo. son las cuatro y tengo la mirada del niño del restaurante en el que comimos ayer en la cabeza, perdida y blanca, clavándose. una silla de ruedas roja y sólidas convicciones religiosas para pensar que eso era lo que dios quería)
la plaza dura está llena de chicas bien alimentadas y chicos sonrientes que esperan las canciones luminosas de manel, el grupo de moda, píldoras pop para ilusionarnos en tiempos de crisis, la fuga de alcatraz. míriam ha quedado juliana y cien mil más, en el bar no funcionan los barriles y nos hemos encontrado con david y paco y fede, una reunión de padres de familia que libran un sábado por la noche con la excusa del concierto

seis canciones, no más. tengo las tripas agujereadas y me apetece más sofá que multitud. las chicas cantan en voz baja mientras se mecen al son de la música. guillem gisbert, el cantante del grupo, eterniza una improbable historia entre canción y canción. con david nos veremos la semana que viene y nos contaremos y me contará. es la persona más fuerte que conozco y él también ha caído, de baja y medicándose, joder, qué está pasando

míriam dormita en el sofá y yo me quedo hasta que acaba la película de la primera, steven soderbergh, george clooney y jennifer lópez en una tontería sobre robos y amores que nunca son perfectos. sábanas verdes de cuadritos y la luz que entra por la ventana es hermosa, amarilla, triste y desnuda a la una de mañana

sábado, 20 de junio de 2009

el hombre de negro tiene el brazo lleno de las cicatrices que te haces cuando quieres llamar la atención, cortes que sangran pero no matan, un tatuaje de amor por zofia. pienso en esa mujer, en cómo se conocieron. él juega con el móvil mientras escucha música. una fina llovizna mientras espero el autobús

míriam en la ducha, croissants para desayunar, las noticias en varias páginas de firefox, su ordenador en la mesita del comedor, el aire fresco por la puerta abierta al patio, el suelo como un espejo húmedo, sábado de junio y medallas póstumas y frases hechas, todo el peso de la ley, el camino del dolor, de su dolor
una ecuación de segundo grado en la que todas las variables tienen que ver con el alcohol da como resultado una resaca descomunal. buenos días

(ayer el día amenazaba con eso, con despegarme del mundo a puñetazos)

viernes, 19 de junio de 2009

soy así de simple y primario, pero es que la bomba me ha puesto contento, mucho más que sea un día de mierda, de esos que quieren lloverse hasta el diluvio. viernes, explosivos, musiquita. todo es más soportable con un poco de ruido que lo ensucie

jueves, 18 de junio de 2009

obedecer, porque obedece el buen soldado. nuestra vida transcurre mansamente a las cinco de la tarde, en silencio ante la pantalla del ordenador, distrayéndonos, dispersándonos, babeando con los ojos casi cerrados. no puede ser sólo el calor lo que nos arranca la fuerza de las manos, los latidos del corazón, el deseo de la polla. tiene que haber algo más, algo que se esconde debajo de la cama y que cada noche se empeña en hacernos suyos, susurrándonos que no valemos para nada más que para ser oficinistas

miércoles, 17 de junio de 2009

tomar una decisión incorrecta puede no tener consecuencias. seguir por la calle equivocada te lleva, sin duda, lejos de donde te hubiera gustado morir

martes, 16 de junio de 2009

los rayos del sol se concentran en un único punto a través de un espejo curvo, el dolor hecho luz

lunes, 15 de junio de 2009

la semana que viene empezamos con el horario de verano. las tardes libres al alcance de la mano, casi como cachorros que no crecerán nunca, deliciosos y tibios. así todo parece perfecto; sobre el papel todos mis sueños se harán realidad a las tres, en una historia de felicidad completa que me ronronea en las mejillas. en la práctica, todo es tan simple como bajar la escalera que te lleva al sótano en según qué tipo de películas
una gigantesca estatua de anubis en el puerto de bakú. son seiscientas mil piezas de plata que tenemos que desmontar. grúas inmensas y andamios infinitos por los que corre una legión de obreros. hay un puerto lleno de barcos esperando para embarcarlas. sé que cruzarán el mediterráneo y nosotros volveremos a casa

tengo miedo disfrazado de vértigo. un millón de kilómetros de altura. a mi lado, mohamed se cambia las botas mientras sonríe. deberías haberte comprado unas de éstas, dice. son suaves y calientes, no te puedes caer con ellas. me acompañarás después?, pregunto. sí, claro

vamos. son botas ya usadas, de color marrón. treinta y cinco euros y el pie derecho está más gastado que el izquierdo. son agradables, sólo tienes que ponértelas y dejar el dinero en el mostrador. hay más zapatos pero ningún otro me salvará la vida. el despertador hace temblar el cielo de azerbaiyán, buenos días, lunes, seis y media, me llamo phil, phil connors

domingo, 14 de junio de 2009

estos días de calor son como estar atrapado dentro de una película softcore. he salido un rato al bar de paco. allí no pasa el tiempo: paco dormita ante una película de antena tres, en la tragaperras está el chaval de la camiseta de renault y la humedad es asfixiante y oscura. una lata de cocacola antes de que el domingo se acabe y ya te la pago mañana, paco

(no pasa el tiempo en ninguna dirección. un limbo en el que me encuentro como en casa porque es la vida en pause. mi cabeza siempre en pause y los niños dando por el culo con los petardos más baratos de la tienda)

sábado, 13 de junio de 2009

el chico increíblemente gordo se acerca a la papelera y empieza a escarbar dentro, encuentra un helado de plástico medio lleno y se lo bebe apoyado contra la pared, manchándose la camiseta. el chico tira el envase vacío y sigue caminando hasta la próxima

(la escena, que ocurre mientras espero el autobús, me fascina y incomoda a partes iguales. todo el mundo en la parada parece ignorar lo que sucede a tres metros de distancia. las negras de vestidos llamativos, el ruso de los brazos tatuados, el viejo que escucha música, los dos chicos jóvenes que vienen de la playa. el chico increíblemente gordo es un fantasma que me mira a los ojos cuando se aleja. lo imagino abrazándome, una situación que me aterra, sentirlo en mi pecho, inabarcable y tembloroso, mordiéndome las mejillas, dándome todo el amor que sólo él es capaz de darme)

viernes, 12 de junio de 2009

el trabajo se acumula como se acumula la mierda en mi cabeza. me agota hacer llamativas cositas de colores, dibujos estupendos, maravillas que se imprimirán en papel ecológico de doscientos gramos. me agota pensar en cómo doblarlos, dónde poner las palabras, las letras, los números, las líneas, todos y cada uno de los mensajes con los que adoctrinar. me agota saber que eso es lo que me espera hasta que me muera ante la pantalla. me agota saber que, cuando estoy agotado, siempre acabo igual

(con el papel en blanco, con un millón de guías, subdividiendo el espacio en otro millón de espacios más pequeños, proporcionales, mediante fórmulas matemáticas y estéticas largas de explicar aquí. acabo con la pantalla totalmente llena de rayitas azules, con pánico a poner cualquier cosa encima, una palabra, una frase, un dibujo, lo que sea, porque lo único que hará será enturbiar ese nudo de equilibrio

(paralizado, abriendo los programas y cerrándolos al instante, reiniciando el ordenador, abriendo veinte pestañas de firefox con el gmail, incapaz de seguir trabajando, contando los minutos que faltan para que el silbato de las tres de la tarde me reinicie a mí también)

jueves, 11 de junio de 2009

(y más que escribir, arañar la pantalla, con la cabeza llena de nudos blancos y suaves)

miércoles, 10 de junio de 2009

(lo que queda del día, de james ivory. la señorita kenton mira por la ventana. abajo, en el jardín, el señor stevens padre se obceca en entender el porqué de su caída el día anterior, cuando tropieza con una baldosa mal ajustada y la bandeja de plata vuela, estrellándose contra el suelo. da golpes con el talón, mide los pasos, repite una y otra vez los movimientos después de toda una vida dedicada a servir a su amo. la imagen resulta dolorosa: lo que queda del día es sólo un instante, el último de tu vida, en el que no podrás redimir todos tus errores)

(la señorita kenton llama al señor stevens hijo. ambos miran por la ventana en silencio. el viejo morirá días más tarde, manteniendo intacta la moral de su profesión. por el contrario, ellos aún tendrán mil años para seguir negándose la vida)
los ojos y los animales atrapados dentro. todas esas personas mirando escaparates son una invitación a perder el tiempo la tarde entera, mirando sus cuerpos como si fueran obras de arte, espaldas perfectas en las que deslizarme como un fantasma

(cumplo, sólo cumplo con lo que se espera de mí. hacienda me devolverá mil cuatrocientos euros. firmo en el lugar que me toca y llamo por teléfono según lo convenido. soy casi un ciudadano ejemplar que se tumba en el sofá y cierra los ojos. los cuerpos ante las tiendas como mi propio cuerpo, hasta adueñarme por completo de lo que piensan, lo que sienten, lo que son. mi felicidad a tumba abierta contra el cristal de dos por seis)

(un disco más —el politics of love, de camping—, mientras pienso qué coño voy a hacer con mi vida en vacaciones. me viene a la cabeza un viejo que reparte todo el amor de jesús en unas octavillas que nadie acepta, él es el personaje que falta en el vagón de tren del sábado. consigue darme miedo: la esperanza de los demás es casi una apisonadora aplastando mis caderas)

martes, 9 de junio de 2009

lunes, 8 de junio de 2009

quiere llover y el aire frío se me queda pegado en los dedos. hoy hablamos de las elecciones, de la lectura parcial y interesada de las estadísticas, de mis ciento setenta y cinco mil ochocientas noventa y cinco razones para no creer en su democracia. pienso en el trabajo como una rueda que tengo que empujar a través de la ciudad. lunes de sandalias, de tiritas en los pies, de ganas de mear continuamente

lunes de pensar en esa chica el otro día, la de las zapatillas rojas, la que estuvo escribiendo en un cuaderno con dibujitos en las tapas durante la mitad del trayecto hasta manresa

o esa otra, la vasca que llamó primero a su chico para decirle que le esperase en casa porque no tenía llaves y después llamó a su madre para decirle que había llegado bien. en la mochila llevaba un paraguas plegable con estampado de florecitas

la primera, la de las zapatillas rojas, escuchaba música. la pantalla redonda de su ipod brillaba a través de la tela finita de su bolso, hipnotizándome. la vasca sólo miraba por la ventana, con los pies descansando en el asiento de enfrente. tenía sandalias de cuero y los pies pequeños. si hubiera sido un tío la habría odiado

en el resto de gente en el vagón. el tipo de camisa naranja y chaleco negro que estuvo durmiendo durante todo el viaje detrás de unas gafas de sol de bacala de extrarradio. el revisor que pasó y no pidió billetes. los dos africanos con un fardo de tela tan grande que podía contener el mundo entero. el chico que metió la cabeza en un montón de hojas llenas de números y se quedó clavado allí, entre signos extraños y desordenados. tenía un cordel verde atado al tobillo y bambas levi's llenas de mierda. el paquistaní de la camisa de cuadros

las últimas treinta páginas del diario de hélène berr como un espejo que refleja el sufrimiento del mundo, mis ojos de animal atrapado

domingo, 7 de junio de 2009

ventanas cerradas y siempre con el mismo paisaje anclado en el tiempo. pasillos infinitos, puertas que se abren a otras puertas, paredes pintadas de blanco, fotografías colgadas de cuando eras realmente feliz. la pérdida es un lugar físico, un lugar del que podrías establecer una cartografía precisa que chirriaría al superponerla a tu vida actual
(todo el mundo tiene una última palabra sobre cómo se tiene que hacer el arroz. alrededor de la mesa, daniel y edurne y juank y marina y irene y míriam y yo. también marta y otra marta y náyade y un tal javi y edu y su chica —he olvidado tres mil veces su nombre— y la niña de ambos, mariona. sol, sombra, paella y todo el alcohol que uno puede beber antes de caer muerto. celebramos el cumpleaños de edurne, sábado en manresa)

(siempre digo manresa y en realidad es castellnou de bages. la diferencia es veinte minutos más de coche y nulas posibilidades de transporte público. daniel, como es optimista, diría cinco minutos y que sí hay autobús, pero todos sabemos que no habla él, sino su visión rosa de la vida. por lo demás, el tal javi me cae como una patada en la polla, pero le sonrío con toda la falsedad del mundo mientras pienso en lo que dan las churras, las merinas)
podría matarlo ahora mismo y no sentiría absolutamente nada, digo en voz baja. supongo que quizás revela algún tipo de psicopatología, no sé, añado. míriam mira de reojo. dos hombres jóvenes con gafas de sol que hablan en la mesa contigua. tres metros y dos mundos de distancia. dos niños con una bicicleta revoloteando por la plaza. el hombre más joven, el de la piel más blanca, lleva el peso de la conversación. polo, tejanos y bambas. adidas, levi's, reebok. el más mayor asiente. pelo larguito, raya al lado, camiseta blanca lisa, rematadamente bronceado, docker's, náuticos de invierno, llavero billabong. el típico pijo de libro, un álvaro como mil más. le llaman por teléfono y se aleja para tener privacidad. se mueve como si estuviera en un desfile, sabiéndose el centro de todas las miradas. álvaro camina a las diez y diez

nuestro animal está separado y hoy le tocan los niños. no ha preparado comida y ha encargado un pollo que tiene que pasar a recoger a la una. el hombre más joven les compra a los chicos una bolas sorpresa en la máquina de las bolas sorpresa. una tiene un muñeco y la otra, una pelota de goma. las bolas sorpresa se quedan en el suelo. sólo son trozos de plástico que nadie ha pensado en tirar a una papelera. pienso que podría matar también a esos niños y no sentiría absolutamente nada. podría incluir en el paquete al hombre más joven, podría dispararles en las rodillas sólo para ver cómo se retuercen de dolor. miríam me mira, sí, quizás sí haya algo así, y se moja los labios con mi cocacola

sábado, 6 de junio de 2009

viernes, 5 de junio de 2009

miro amplificadores de segunda mano para gastar dinero en un amplificador de segunda mano. pequeño, para tocar en casa, para poder ponerle cascos y hacer ruido o algo así. mientras, una televisión sin volumen y un partido de tenis: la imagen definitivamente borrosa, cuesta distinguir la pelota, no así la cara de derrota de roger federer. calcetines blancos llenos de tierra roja ante un tipo que mide dos metros y se sale de la pista

cabeza llena de fantasmas. la muerte de david carradine en bangkok —ahorcado, empalmado, del color azul asfixia que tienen los ahogados— me trae a la memoria a rené clement. una bolsa de plástico en la cabeza, desnudo y con el ordenador encendido en el sótano de su casa. no éramos muchos en su entierro y creo que apenas supe qué decir. terreno abierto a las especulaciones. recuerdo su barba y su sonrisa, también sus manos, las conversaciones delirantes porque rené era un tipo realmente delirante. veinte años ahora son un millón de años

los fantasmas se llaman los unos a los otros, se agolpan en el corazón culpable. un muerto es otro muerto y otro más, la cabeza llena de muertos, íntimos y lejanos todos los muertos. no, prefiero tener la cabeza bien vacía, caminar por la calle con la sensación de estar realmente solo, cruzar el puente y coger el bus y dentro de un rato estar en una terraza tomando una cerveza con míriam porque es viernes por la tarde y mira
(tienes que seguir caminando, prométemelo. sus palabras pesan y queman detrás de los ojos. tienes que seguir caminando y olvidarte de mí. en ese momento, el infierno es una escalera que se pierde en la oscuridad)

lluvia a las siete de la mañana. levanto la persiana, aire frío y limpio, gotas en los pies desnudos, un momento hermoso que tiembla antes de que el día empiece de verdad

jueves, 4 de junio de 2009

martes diecisiete de abril de mil novecientos cuarenta y cinco. mujeres del bloque veintitrés. la vida sigue en bergen-belsen
(dos cervezas y unos calamares en la casa de andalucía. nos sentamos en una de las mesas del porche. a míriam le brillan los ojos y me roba abrazos pequeñitos que me hacen sonreír. hablamos de las vacaciones, de lo que haremos juntos, de lo que haremos por separado. siempre que se acerca a mí tengo la sensación de que lo hace como si lo hiciera a un campo de minas)

(al volver a casa, un camión en la carretera. jaulas llenas de pollos blancos muy quietos. pienso en campos de concentración, en mi bienestar, en la muerte de esos animales, en trabajar en algo así. pienso en una chica que conocí una vez y que trabajaba en un matadero. pienso en sus dientes, separados y sucios de tabaco, amarillos, en su sonrisa amplia, en su beso húmedo y en cómo me comió la polla. el camión sigue ahí, el semáforo está en rojo, no hay nadie más en el mundo y míriam me mira, te encuentras bien? sí, claro, respondo. es sólo que pienso en esos animales, en la vida que tienen así, sin moverse apenas. ni los había visto, dice, y me acaricia la mano)

miércoles, 3 de junio de 2009

fotografías de cuerpo entero con la cabeza fuera de plano. pollas y coños y tetas exhibiéndose como el cebo que querría ser perfecto. caras borradas con photoshop —selección, lazo, filtro, desenfoque gaussiano, hazla desaparecer— y lencería triste y sucia. páginas y más páginas en las que conseguir sexo es tan fácil como mandar un correo electrónico o marcar un número de teléfono

(el número de teléfono es una pista que puedes seguir. google te revelará que la misma persona que te la chupa en martorell también lo hace en manresa. mismas fotos, diferentes nombres, mismos teléfonos. que esa misma persona vende dos raquetas, una de tenis y otra de pádel. que también busca trabajo como cocinera o cuidando niños por las tardes. que también busca compañera de piso, preferentemente que no fume. el número de teléfono es la primera cara de un poliedro tan infinito como nuestra curiosidad quiera construir)

(ese mismo número de teléfono es el punto final de mi erección)
aquí la vida empieza a las seis y media de la tarde. las doce horas anteriores son sólo un simulacro, como estar de maniobras por una pista de barro sin que haya muertos de verdad. la guerra es sólo un concepto que ocupa todo nuestro tiempo, pero del que apenas sabemos nada

(escucho la radio, trabajo, escribo correos electrónicos, de vez en cuando cruzo alguna palabra con mi jefe, sentado a dos metros y mil años de distancia. el ventilador tiene a sus pies un desierto de polvo negro. las aspas giran sin fuerza. pienso en aviones cayendo como piedras. desde los medios de comunicación insisten en buscar el lado humano de la tragedia, ponerle ojos y una historia a cada uno de los doscientos veintiocho desaparecidos. sus vidas me manchan, me dejan sin fuerzas. seis minutos más y lo habré conseguido: mañana es jueves)

martes, 2 de junio de 2009

me aterran los aviones y he soñado con el accidente, con las aguas negras y frías del atlántico, con que moría bojan krkic y todo el mundo lloraba y se cortaba en los brazos con hojas de afeitar para sangrar mucho, quién sabe hasta dónde hubiera podido llegar este muchacho

lunes, 1 de junio de 2009

sólo retengo un trocito de sueño. estoy en una improbable esquina de enric granados con parís y estoy esperando a juank, que no tarda en llegar. estoy como expandido, me dice sonriendo. da saltos y baila con los ojos cerrados, se estira de los pelos y gira sobre sí mismo tapándose la cara con las manos. cuando se detiene, su cara es la de dani alves y me dice soy satán y toni es satán y el mdma. entonces despierto

(mis amigos han pasado el fin de semana botando de concierto en concierto en el primavera sound. ahí quedan fotografías con ira kaplan y thurston moore y sus crónicas teléfonicas. ojalá pudiera decirles siempre cuánto les quiero)
(son todos educadores en casas de acogida, gente que trabaja con menores inmigrantes, la trinchera de los servicios sociales. ódel y esther hacen fotos, yo hablo poco, miro mucho y sonrío bastante, me encuentro bien. míriam está cómoda y se ha pintado las uñas por la mañana. el pueblo es una chaladura que ahora no pasaría la ley de costas, blanco y tan falso como el pueblo español: está lleno de guiris en las terrazas y el calor cae a plomo sobre nosotros

(me encantaría poder pasar desapercibido. me encantaría poder borrar de la memoria de los otros todos los recuerdos que se vinculan a mí. poder hacer como que no he existido, como que ese domingo y esa playa no han sido realidad)

volvemos a media tarde y pasamos el resto del domingo en casa. hay un momento en que diluvia. dormimos un rato y eso me desvela. preparo la cena, vemos trenta minuts, zapeamos un rato, hablamos, nos abrazamos, volvemos a zapear, me trago los inmortales en la sexta. christopher lambert es el peor actor del mundo. míriam duerme a mi lado, envuelta en una sábana gigante. la noche es cálida y las ventanas están abiertas, las cortinas se hinchan suavemente con la luz que entra de la calle