miércoles, 10 de junio de 2009

los ojos y los animales atrapados dentro. todas esas personas mirando escaparates son una invitación a perder el tiempo la tarde entera, mirando sus cuerpos como si fueran obras de arte, espaldas perfectas en las que deslizarme como un fantasma

(cumplo, sólo cumplo con lo que se espera de mí. hacienda me devolverá mil cuatrocientos euros. firmo en el lugar que me toca y llamo por teléfono según lo convenido. soy casi un ciudadano ejemplar que se tumba en el sofá y cierra los ojos. los cuerpos ante las tiendas como mi propio cuerpo, hasta adueñarme por completo de lo que piensan, lo que sienten, lo que son. mi felicidad a tumba abierta contra el cristal de dos por seis)

(un disco más —el politics of love, de camping—, mientras pienso qué coño voy a hacer con mi vida en vacaciones. me viene a la cabeza un viejo que reparte todo el amor de jesús en unas octavillas que nadie acepta, él es el personaje que falta en el vagón de tren del sábado. consigue darme miedo: la esperanza de los demás es casi una apisonadora aplastando mis caderas)