miércoles, 31 de octubre de 2007

asistimos indiferentes a la muerte de un niño que se ahoga. ponemos la estufa porque aquí ya hace frío, un frío gris que muerde con ganas. huele a invierno, a ropa vieja, a tristeza caliente. ordeno papeles, garabateo bocetos a lápiz antes de empezar a trabajar. escucho en la radio del piso de abajo al juez gómez bermúdez leyendo el extracto de la sentencia. un montón de gente que se hará muy vieja en la cárcel. busco esa información en la edición digital de el país. sale calificada de urgente, con su iconito rojo de algo muy importante. el sonido del outlook cada vez que llega correo electrónico. el timbre que suena y paco que se levanta para abrir. sus pasos en la escalera y las voces que hablan, no, no está, vendrá más tarde

como yo, que tampoco estoy y a lo mejor vengo más tarde. buenos días

martes, 30 de octubre de 2007

lunes, 29 de octubre de 2007

inciso. música lejana, geográficamente lejana, sí, pero —y sobre todo— emocionalmente lejana. música con la que sé que no podría amar nunca, ni amar ni sentir ni ser un poquito feliz. música que se convierte en la banda sonora de mis mañanas en una burbuja dibujada con violenta y silenciosa disciplina

inciso. una paja blanda cuando siento que apenas llego, que sólo soy un pez resbaladizo y caliente que tiene dos minutos para nadar una vida entera antes de temblar, sacudirse, desvanecerse en una nubecita pegajosa de felicidad

ahora sí, buenas noches
gatos diminutos saltando entre los coches aparcados. tiendas que cierran por jubilación. mujeres que miran el mundo desde una ventana, confortablemente encerradas en su mundo pequeño y cálido. zapatos de vestir en un escaparate. el tacto de unos pantalones de pana gastados. el frío que pincha en las mejillas. los coches que se acercan lentamente, con la música fuerte. gente a la que conozco y a la que saludo según sea el día. escenas que recorto y pego en un collage breve para no olvidar unos ojos, una manera de caminar, una vida consumiéndose detrás de un mostrador, unas luces apagadas, una puerta tan cerrada como un corazón, un lunes antes de

porque es lunes, uno de esos que ya amanecen temprano y se hacen prontito de noche. un lunes que está pidiendo a gritos que, por favor, llegue pronto el miércoles, el jueves fiesta, el viernes puente, el sábado sonrisa y el domingo suspirar. lunes de una-tonelada-de-trabajo, de escuchar a donizetti y también música lejana, de cumplir con una mesa llena de compromisos y urgencias, de sentirme bien por primera vez en muchos días, de hacerme una paja blanda de felicidad, de tumbarme en el sofá a tocarle las orejas a betty, orejas de papel de finitas que son, mientras me trago cualquier mierda en cualquier canal

y respirar, respirar fuerte, excitado, como si mañana fuera el primer día de mi nueva vida y hoy sólo estuviera haciendo una fiesta de despedida para las cuatro personas que quiero, que ya saben quiénes son

domingo, 28 de octubre de 2007

tardes llenas de películas de mierda. con un poquito de luz por mi parte, bajo un montón de canciones de los silver jews y de wedding present. sonrío. no sé por qué ni cómo, pero hay algo de mí que no está aquí, que se ha ido lejos. mi otro yo, el yo que se queda aquí, se esfuerza en cambiar las sábanas, en poner las azules, en hacer la cama, cuidado con el cojín, en preparar té para esta noche y desayunar mañana, de la caja roja, por favor. ya será de día cuando suene el despertador

porque ya es de noche a las seis y diez. porque ya es invierno y yo también
he comido con ana en el chino de la semana pasada, pero esta vez había mucha más gente. odio los niños que gritan. no los odio, pero preferiría que no estuvieran, ni ellos ni sus padres. hablamos de maternidad y de las cosas que olvidamos y cómo las olvidamos. ella ha venido con la furgoneta grande y sucia de su hermano, que está aparcada al final de la calle, justo al lado de la vía del tren. esa zona es el fin del mundo. un poco más allá, apenas hay nada, tan sólo unas cuantas casas adosadas y, cruzando esa vía, tres o cuatro bloques pequeños junto a la carretera, en mitad de la nada

nos volveremos a ver pronto, nos lo prometemos. dentro de poco, ella volverá a vivir en sabadell y a mí me dejará tocar el piano del comedor con acordes construidos lentos, con cuidado, quizás un sábado por la mañana. pero hoy es domingo y son las cinco de la tarde y tengo la sensación de llegar tarde a mí mismo, así que mejor dormiré un rato. más tarde cambiaré las sábanas y el día habrá terminado con un estallido mínimo de felicidad, burbujita de color
dibujo en un papel la silueta de un cuerpo humano. con lápices de diferentes azules, sitúo en su interior los pulmones, el corazón, el hígado y el estómago. con un lápiz rojo, el intestino grueso. la niña de diez años me mira atentamente. le cuento cuál es el funcionamiento de la enfermedad, cómo el colon deja de funcionar, inflamándose y convirtiéndose en algo defectuoso que sangra. la niña de diez años me mira y me dice que no soy bueno para su madre. despierto. no son ni las ocho de la mañana

ahora deben de ser las doce o así y he dormido un rato más. era incapaz de moverme de la cama, del lado izquierdo. ayer estuve viendo en la noche temática un documental tristísimo que becky williamson había rodado —en los meses previos a su muerte— para que cuando su hija creciera, supiera quién había sido ella, becky, su madre. con una cámara digital en la mano, y con la ayuda de sus padres y su hermana mayor, becky, de dieciséis años y una vida más que precoz, me condujo por el laberinto de su maternidad temprana (a los trece años) y del cáncer que la devoró en meses. sentí algo extraño y intenso cuando terminó. una mezcla de amor profundo y rechazo por la vida que me hizo anudarme y querer dormir, anestesiándome para no sentir nada dentro de mí. apagué la luz y entonces soñé con la niña de diez años

sábado, 27 de octubre de 2007

he dormido prácticamente toda la tarde. había quedado con ana esta noche, como el sábado anterior, pero hablé con ella y mejor mañana para comer juntos. hoy no me encuentro especialmente bien. todo el mundo sabe que los domingos me apestan, pero mañana será diferente, prometido. me gusta que ría al otro lado del teléfono y tener los mismos chistes y el hablar despacito de los dos, un hilo invisible y fuerte de cuatro continentes y diez años
ayer o antes vi a sebastià. toda la vida vendiendo colchones le dibuja una curva desesperanzada en la espalda. sonríe porque toca sonreír, pero está hasta los huevos de trabajar hasta las nueve de la noche cada día, horario de tienda, sábados incluidos. el traje parece gris marengo con rayas finitas un instante más claras, un traje caro y bonito, pero es una ilusión óptica. realmente, el traje de sebastià es de plomo, del plomo de la vida, de la madera triste de las cajas de los muertos, del humo caliente cuando todo arde

ambos tenemos las manos frías cuando nos las estrechamos con dos sonrisas que apenas se miran, hasta pronto, cuídate, claro, tú también
me he duchado y he salido un ratito a la calle. un día claro después de la lluvia, de cielo azul y calles mojadas. un niño abrazado a su padre, sentados en un banco. nos saludamos con la mano. una chica que conduce torpemente. una mujer mayor que canturrea algo sobre dios, él no te abandonará. un montón de chicos rubios que descargan un camión lleno a rebosar de cajas de zapatos. un periódico que dice de los trenes, del imbécil de la patada, de juande en tottenham, del constitucional. mi cabeza que da vueltas y no son ni las once de la mañana. soy incapaz de asimilar nada

una colección de chistes sin sol
una habitación pequeña, con literas. una luz anaranjada, ruido y discusión en castellano, con un acento que no ubico y mil palabras que no entiendo. no puedo verles, pero son más de tres y están encima de mí. de pronto, un estallido, bang. de la litera de arriba baja una mujer con la boca ensangrentada y una pistola que lanza a la cama de enfrente, que está deshecha. se sienta junto a mí y me dice que se ha disparado en la boca y que ha parado la bala con los dientes. no sé qué decir en ese momento, pero ella ríe y me acaricia las rodillas. despierto de repente con un dolor difícil en el vientre

mejoro tan lentamente que a veces me veo de pie, inmóvil en medio del desierto. buenos días

viernes, 26 de octubre de 2007

qué necesitas? un abrazo intenso, una mamada, una cadenita de besos que te hagan bailar el corazón? unas palabras desconocidas y dulces? un ratito de complicidad, correrte en el culo de esa chica mientras suena su teléfono móvil? estar solo, que se olviden de ti? olvidarte tú del mundo? dime el qué, pero no me mientas nunca. por favor
cuatrocientos noventa y ocho mártires. cuatrocientos noventa y ocho muertos a los que sí que hay que recordar. por cojones hay que recordar. se me atraganta la comida. me apesta todo. apago la televisión porque no puedo más

hay muertos que siguen en las cunetas y a esos, nadie, nunca, los hará santos. me cago en mi puta vida
guerra en las calles. entro en un bar oscuro. un grupo de detenidos, tres hombres y una mujer, al fondo, allá donde no puedo ver sus caras. no hay nadie más que quiera hacerlo. el arma pesa en mi mano, apunto a sus nucas y, uno tras otro, se van desplomando sordamente. sólo veo las caras de dos de ellos, los últimos. uno es un japonés alto y delgado que masculla palabras que no entiendo. la mujer es lourdes y me mira a los ojos. no siento nada al disparar. una vez en el suelo, los remato con otra bala. dejo el arma caliente encima de una mesa y bajo unas escaleras. en la barra, unos hombres piden canapés con salchichas. bebo café con leche fría y, al salir por la puerta, el silencio polvoriento de la carretera es un agujero en el corazón. despierto con un sms de lourdes que me desea un día feliz porque es viernes y seguro que es precioso

estoy asqueado por haber soñado eso, pero supongo que es normal, lo normal. buenos días

jueves, 25 de octubre de 2007

hay aviones que no se tendrían que caer nunca, que tendrían que seguir volando para siempre

no sé cómo decirlo, porque el día es una mierda, pero es jueves y sólo esa perspectiva, la de tener tan cerca un viernes y un sábado y un domingo esperando enteritos para mí, me emociona y me acelera. no es que vaya a hacer algo especial, no, pero eso da igual, porque estoy harto y excitado a partes iguales. he adelantado un montón de trabajo. en la mesa sólo quedan las cosas que son realmente poco urgentes, pero es como si tuviera la cabeza de alguien entre las piernas y estuviera perdido en su boca y a punto de estallar todo el tiempo. nada de tonterías románticas, el amor verdadero, el te ha pasado antes y todas esas gilipolleces que sólo te llevan al desastre. tampoco nada que pensar. sólo dejarme llevar por esa mamada que tengo enquistada en la cabeza y que me hace ser muy poco persona y sí muy animal, muy cerdo. contradictorio, sí, porque odio que me la chupen, me da miedo, pero hoy soy incapaz de ver más allá de esa boca brillante, caliente y húmeda. tengo hasta miedo de mirar hacia abajo mientras escribo. por dios, qué asco. jadeo como un perro y el día se me va a caer encima, pero me da lo mismo. quiero que diluvie y me limpie por dentro, quiero que alguien me la chupe, quiero que sea viernes a las tres dentro de un minuto, quiero un millón de cosas y todas ya

estoy solo en el estudio. escucho a otis redding. busco fotos suyas. tiemblo con su voz. eufórico y peligroso, así es
todos esperamos tener algo que recordar, un momento de felicidad íntima, difícilmente explicable. una tarde junto al río, con el sol picándote en la nariz, hablando bajito y abrazados. una mañana de sábado, un beso al salir del cine, una cerveza en la terraza mientras hacemos la comida, estar con alguien que quieres y que no puedes tener. hasta un día gris como este jueves si pienso en tenerte ahora, despacito, mucho

miércoles, 24 de octubre de 2007

guardaré todos los documentos en la carpeta de impresión y cerraré los programas abiertos y abriré las piernas y moveré los pies y me crujiré los dedos de las manos con fuerza. apagaré la impresora y los dos ordenadores y también la luz del piso de arriba y me despediré de mi jefa que fuma en el piso de abajo, marlboro, hasta mañana, hasta mañana, otro marlboro más. y cerraré la puerta con cuidado para no hacer ruido, para no molestar a los fantasmas. el camino a casa son tres minutos, quizás cuatro si voy lento. y mañana es jueves, pero los días se funden y se pegan entre ellos, como un trozo de plástico que ennegrece y apesta si lo quemas

martes, 23 de octubre de 2007

he salido un ratito al local. en el bar de siempre, una mesa preparada para cenar. alrededor, cisco, vicente, núria, marc, virgínia, maria, carlos, david f y yo. un grupo heterogéneo reunido por una efeméride prácticamente olvidada. gente con la que, por separado y en líneas generales, sí sé hablar, pero que así, en grupo y un martes a las diez y media de la noche, me resulta extraño coincidir. quizás soy yo, que no tengo muchas ganas de nada. tino ha preparado cena de lujo. no me he quedado a cenar. me pregunto qué hago allí. no me encuentro demasiado bien y me excuso. prefiero refugiarme en casa, en la tranquilidad que me da quitarme los zapatos y ver cualquier cosa en la televisión. el final de un partido triste de fútbol o algo sobre argentina en el trenta-tres o un capítulo repetido del imbécil de house, por ejemplo
de mi cabeza nace un arbusto de pocas hojas. de él cuelgan un montón de cosas. hasta zapatos viejos cuelgan. cuelga un ciempiés de los que traen mala suerte, retorciéndose el ciempiés y queriendo morder un poco. y un topo sin manitas y sí muñones rojos. y un ahorcado en traje de domingo. y un pez de goma áspera. y una nómina en un sobre. y una cadena de hierro. y una calavera que no me cabe por el culo. y también un corazón roto y, finalmente, otro pez, pero éste vivo, tan vivo como el que puede tener cualquiera en el recuerdo de sus ocho años. vivo y con un anzuelo rompiéndole la boca. quiero decir que fue un día raro y resbaladizo, cubierto de una capa finita de mierda

lunes, 22 de octubre de 2007

camino rápido al salir del trabajo. dentro de poco ya será de noche cuando salga. me gusta esa sensación, la de caminar con las farolas llenas de una luz amarilla y caliente dibujando mis sombras en muchos ángulos diferentes. me calma mirar las ventanas de las casas encendidas. imaginar cosas mientras el vaho que respiro se queda atrás, como si fuera un trocito de vida de uno que se vuelve algodón y se deshace. es casi como ser invisible. será dentro de poco, sólo unas semanas

una chica con uniforme de colegio privado subiéndose a un coche blanco y pequeño. su madre arranca ruidosamente. la urgencia por volver a casa me hace cruzar en diagonal, sin mirar. ella frena. me disculpo con un gesto. es algo automático

eva embarazada en un paso de cebra, con graci y un carrito de niño. vestigios de vidas anteriores, amigas, conocidas de personas que sí me importan. cruzamos un saludo tan breve y tan sordo que será mejor, si existe una próxima vez, mirar a suecia o mirar al suelo

justo en ese instante, el recuerdo del sábado con pepe. pepe antes de jaume diez minutos sólo, pero suficientes. porque es un tipo raro, de voz aflautada, pero me gustaba estar con él. nos pasábamos las noches en su coche, escuchando joy division sin parar y fumando porros hasta que no teníamos ojos, ni ojos ni palabras. aparcados encima de la acera, justo enfrente del bar la nevada. salir a comprar cerveza y volver al coche. es sábado y ya no queda nada de eso. hace veinte años, pero podemos hablar y me gusta que me cuente. satélite, con un millón de cables eléctricos entre los ojos y la nuca

la llave de la puerta de fuera abre cada vez más torpemente. quizás haya que echar tres en uno. quizás lo haga el presidente de la escalera, enric. en casa, algo de leche tibia con eko. me gusta el eko. me trae unos absurdos recuerdos infantiles en los que me gusta esconderme. recuerdos como oscar mayer, como la luz de las velas, los libros a escondidas. me siento en el sofá y bajo las persianas. así, todo es una paz extraña, difícilmente explicable, pero mía, única y brillante. buenas noches
el fantasma de tom joad tiñe la mañana de polvo, comiéndose lo poco brillante que tiene el puto lunes y los latidos que le quedan a mi corazón. escuchando una y otra vez la mierda de disco no levantaremos la cabeza nunca

ni qué decir tiene que aquí, en el estudio, la música no la elijo yo. buenos días

domingo, 21 de octubre de 2007

cenamos en el chino liu. ana, bambú, setas y arroz blanco. yo, soja y arroz frito. bebemos agua. hay poca gente y mejor así. creo que es la primera vez en diez años que cenamos juntos. ella tiene la necesidad de echar raíces, algo difícil para alguien que ha estado huyendo por el mundo desde que dejó de estudiar. me gusta escucharla y verla sonreír. no hablamos de rafa ni de toto, tan sólo de maría. parecemos una pareja como otra cualquiera si no fuera porque no lo somos. lleva un vestido rojo y una camiseta marrón. yo tengo frío y llevo un jersey de viejo azul y una chaqueta corta. la música de los restaurantes chinos siempre me ha parecido espantosa

pedimos postre. ella, plátano frito con miel, y yo, yogur con frutas rojas. creo que soy feliz. a través de la ventana del restaurante, las luces de la ciudad que se despierta a medianoche. es el momento de pagar

me acaba de hacer una llamada perdida al llegar a casa. todo está bien. buenas noches

sábado, 20 de octubre de 2007

estoy bien, me digo varias veces al día, a cada dolor, a cada urgencia, a cada vez que tengo que salir corriendo al wc. estoy bien, respondo cuando me preguntan, sin entrar en demasiados detalles y todo así, siempre bien y sonriendo. vale ya

porque la verdad es que no sé qué es, pero es. estoy bien, sí. pero entonces el dolor aparece y sé exactamente qué está sucediendo dentro de mí cuando me mareo y tengo que ir corriendo al lavabo porque siento que apenas llego y el dolor y la película de siempre, escandalosamente roja desde hace meses. y todo con una frecuencia difícilmente predecible

estoy bien, me digo una vez más. y para acabar de animarme, unos calcetines de color turquesa
el sol en las mejillas y los vasos dorados de cerveza, húmedos y fríos. mediodía en el bar de paco. pepe antes y, después, jaume. y david y lorena cuando bajan camino a casa, sólo un ratito antes de los macarrones

y parejas de la mano y carritos de la compra. y chicas como viejas subiendo pesadamente la calle camino de la iglesia. sábado de boda, de vestidos de raso y raya diplomática. un quinto más, un ratito más. beber y hablar y hablar. da igual de qué. porque a jaume se le ponen blancas las aletas de la nariz cuando ironiza y es en la sombra que se está mejor y es otoño, te diría que el más delicioso de nuestras vidas, a pesar de

y pensar en pasqual, que pronto olvidará todo, todo, todo
una sensación de fragilidad extrema. un día de barro y cielo plomo. todos los muebles en la calle. cajas llenas de libros y discos. plásticos envolviendo los bultos para evitar que se mojen. una llovizna que ensucia la vida, triste como ella sola. me mudo. me echan. no sé cómo es, pero sé que me marcho, que una vida diferente me espera en otro sitio, otra casa, otro techo. en el sueño están ferran y nano, gente que ahora me es indiferente. también elvis, el perro de nano. elvis era un perro de mierda, diminuto y desacomplejado. me mira y juego vago con él. aparca una furgoneta. las luces de posición parecen estrellas naranjas. hay que cargarlo todo allí y tenemos poco tiempo. nano besa a una chica en el portal. las cajas pesan. estoy triste. las mudanzas son algo horrible que no quisiera repetir

faltan unos minutos para las ocho cuando despierto. es sábado. ayer salí y escuchamos grupos punk en un concierto cerca de casa. punks de dieciséis años que me apestan. bebo cerveza. me encuentro bien. dentro de un rato saldré. hace un día bonito. con jaume en el bar de paco y a ver las tonterías que me cuenta y las que me invento para él

buenos días. ha llamado ana, ana-otra-ana

viernes, 19 de octubre de 2007

pilar lópez de ayala me pone triste. me pone tan triste que soy incapaz de ver una película suya porque los ojos se me rompen en lágrimas, exactamente como ahora, en que la imagino delante de mí y sonriéndome. y no quiero

con un nudo en la garganta, ana. ana-otra-ana. ana en una manifestación antifascista hace diez años. ana los domingos en arc de triomf. ana y las cartas de verdad cada dos meses mientras estuvo en irlanda trabajando. ana y todas las palabras por teléfono. y las veces bonitas en que nos quisimos mucho, temblando los dos en un sólo corazón que se moría de pena

y ana como pilar, porque tanto me recuerda, que
con raquel en sueños. ahora no vive en ibiza con david, sino que está por tiempo indefinido en la casa de sus padres en berna, que han cambiado la vida en un pueblo del baix llobregat por la tranquila y burguesa capital suiza. me llama con necesidad de verme, de abrazarme, de quererte mucho, gordo. conduzco un coche blanco hasta la ciudad. treinta horas en un segundo o dos. allí, sus hermanos me saludan sonrientes en alemán y su madre está borracha en la mesa del comedor. se ha orinado encima y el parquet debajo de ella brilla de una manera triste. raquel corre a abrazarme y el olor de la hierba recién cortada cuando la tengo en mis brazos, en mi pecho, me lleva directo al pip-pip del despertador. es viernes y me siento bien, sabiendo que mi bienestar depende de un hilo tan fino que apenas es

jueves, 18 de octubre de 2007

de esas ausencias, marta. a veces pienso en llamarla. podría hacerlo ahora mismo pero no lo haré. seguro que volveríamos a reírnos de las mismas cosas y nos prometeríamos vernos —vagamente— un día de éstos y no quiero. no me apetece. la última vez que hablamos creo que fue el día de lisabö en lliçà d'amunt. no sé ni por qué marqué su número. quizás fuera sólo por eso, por la necesidad de seguirme perpetuando en la memoria de los demás a pesar del tiempo y de sus ganas

un perro que te trae cualquier cosa, sí. marta y la vez aquella que quedamos en el sol. no había manera de que funcionara nada entre nosotros, salvo el hecho de sentirnos bien sin hablar demasiado. eso es mucho, pensarán algunos. puede ser. pero en ese momento no era suficiente. marta tenía la necesidad de compartir conmigo que la noche antes había follado con un tipo. no tener secretos a veces puede ser algo espantoso. la sinceridad es un laberinto lleno de monstruos. yo, por mi parte, más o menos. era sábado y había pasado la noche en sabadell en casa de alguien de quien no recuerdo su nombre. no entrar en detalles porque no son necesarios. bebiendo cerveza y mirándonos a los ojos, estaba claro que no tenía mucho sentido vernos para explicarnos esas cosas. pasamos el día juntos, comimos por el centro y fuimos al cine. vimos good bye, lenin! cogidos de la mano. después la acompañé a vilassar y en la estación nos abrazamos y me dijo que me cuidara mucho. estaba realmente triste y con los ojos muy pequeñitos. no supe qué decir en ese momento. supongo que algo así como cuídate mucho tú también. y así fue todo. ella llevaba una chaqueta roja y las zapatillas que le había regalado por su cumpleaños, esas puma amarillas

nos hemos visto sólo una vez más desde entonces (hará tres años dentro de poco, creo). un día tomamos una moritz en sants, me habló de su pareja, nacho y nos dimos un beso y un abrazo en la estación. todo tan triste que eso que decía de las despedidas quizás sea para tener siempre una segunda oportunidad de hacerlo bien y no tener que irme

quedarme para siempre

o algo así
las despedidas son terribles. no me gustan, me dan miedo, angustia. es como si algo que no puedo controlar se quedara para siempre en otro sitio, en otra persona, en otro aliento, en otro tiempo. así, las despedidas pueden durarme toda una vida, la vida, porque me empeño en seguir apareciendo, como un fantasma que se resiste a morir del todo, ahogado en las vidas de otra gente y en los sitios en los que he sido feliz y que ahora apenas reconozco, pensando que era ayer que estaba allí y hoy tan sólo es un yermo en el que gritan niños chicos y una pelota y

ni qué decir tiene que, a fuerza de irme deshaciendo en esas pequeñas ausencias, cada vez soy menos yo en un sentido estricto y sí un agujero sin aviso
una canción en la cabeza desde ayer, que dura esta mañana, que se alargará quién sabe

as soon as i get my head round you / i come around catching sparks off you / i get an electric charge from you / that second hand living it just won't do / and the way i feel tonight / i could die and i wouldn't mind / and there's something going on inside / makes you want to feel makes you want to try / makes you want to blow the stars from the sky / i can't stand up i can't cool down / i can't get my head off the ground / as soon as i get my head round you / i come around catching sparks off you / and all i ever got from you / was all i ever took from you / and the world could die in pain / and i wouldn't feel no shame / and there's nothing holding me to blame / makes you want to feel makes you want to try / makes you want to blow the stars from the sky / i'm taking myself to the dirty part of town / where all my troubles can't be found

miércoles, 17 de octubre de 2007

tengo sueño y algo de fiebre. hacía días que no, pero el día es como una pausa. a ratos bien y a ratos me desplomo por dentro. estoy pálido. tumbado en el sofá, cambio de canal y me quedo, avergonzado, en el diario de patricia. la gente llora en la pantalla, lamiéndose uno a otro las heridas. está bien así, porque después no puedo esperar nada, tan sólo las miserias de uno en un gigantesco escaparate eléctrico que funciona a todas horas. neones que todo lo venden. me acurruco. hoy perdidos, tercera temporada, capítulo uno

me asusta morir. me asusta pensar que lo de antes también. me asusta mirar hacia arriba y ver las gotas que caen de esa cañería que está rota, formando un charco infinito entre dos coches
las manos me huelen a jabón y a almendras dulces. manos suaves que teclean y dibujan. manos que ahora apretarían sin dudarlo el botón rojo

martes, 16 de octubre de 2007

sobrevivo, te das cuenta de lo importante que es? sobrevivo por encima de una hipoteca en euros y no en yenes, por encima de un trabajo con el que no puedo muchas veces, por encima de unas tripas que se empeñan en avisarme todo el tiempo, por encima de la pena cada vez que me corro, por encima de la sensación de impotencia que tengo al saber que mi vida es una mierda, una mierda sin puertas por las que irse. sobrevivo a pesar de callarme casi todo lo que siento, debiéndole treinta euros a tino, pensando en algo que hacer el fin de semana, saludando con un berrido contento cada vez que me cruzo con el talbot horizon de xurru. sobrevivo cada vez que abro la nevera y la veo medio llena, cada vez que veo a juank, cada vez que un arroz bonito, cada vez que una canción, di que es interpol y acertarás

dije new cassettes
cuando crees que todo está bien, es cuando todo se empieza a caer por los costados

noche de diarreas, de ese dolor líquido tan odioso, de no poder dormir, de fantasmas viniéndome a la cama fría. un millón de años sin acordarme de gente que ahora se convierte en imprescindible y sólo porque soy incapaz de pensar en algo diferente. ciertamente, es la peor manera de empezar una semana, con un martes que es como un tiro en la cabeza en medio del bosque
rafa coge de nuevo el avión para helsinki. mañana, y después, ferry a tallinn. la gente bebe mucho en ese ferry. hará frío y nosotros, aquí con nuestras vidas. kadri es tan rubia que me pone triste. bebemos mucho y reímos. también fumamos. ella fuma más que los demás

porque hoy hemos cenado juntos. como mil veces antes, pero hoy. mantel azul de servilleta y vino rojo y pizza con cositas y embutido y pan tostado y más cerveza. y hablar todo lo que no hemos hablado antes ni nunca. tres meses sin vernos es un montón de tiempo. parece toda una vida y, a la vez, apenas es

porque la montaña más alta de estonia mide trescientos dieciocho metros de alto. y tienen más de mil lagos y mil islas y sólo tienen dos refranes. la gente no mira a los ojos y tienen catorce declinaciones que cuestan un huevo de aprender. en estonio no existe el futuro. tú dices en presente lo que harás mañana

y así, los sueños siempre están al alcance de tu mano

buenas noches

lunes, 15 de octubre de 2007

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se me cierran los ojos y me pican del sueño que tengo. me metería en la cama otra vez, dejándome caer, pero no a soñar con cachorros hinchados, ni mujeres albinas de sexos viejos y tristes, ni habitaciones sucias frente al mar gris en lisboa, no. sólo sería estar encogido, tranquilo, bostezar y pensar y dejarme en paz

domingo, 14 de octubre de 2007

una niña muere en un albergue y nadie sabe por qué. mordisqueo una magdalena, después un huevo duro y después un trocito de camembert. escucho a los kings of convenience. me hago una paja. pienso en qué ver en la tele. o en dormir la siesta. o en que dijeron que llovería y nada. o en el perfume que ayer llevaba ruth y las veces que antes lo había encontrado en otras pieles. o en lo raro que estaba tino. o en por qué la gente te pregunta cómo estás? cuando realmente no lo quiere saber

un sitio para irme lejos, como nueva zelanda o las feroe o algo así, a levantarme temprano y desayunar tostadas con mantequilla de verdad y escribir tonterías sobre el significado de la palabra siempre. un sitio donde nadie me pregunte cómo estoy y tener que decirle bien, joder, es que no lo ves?, con la mejor de mis sonrisas y una naranja en el bolsillo

un sitio donde ver ovejas y ver hierba segada y húmeda y verme por dentro otra vez sin un espejo
volví tarde, cuando tino cerró el bar. acabo de despertar. tengo la sed característica de cuando bebes demasiado la noche antes. hablamos de un millón de cosas. no había demasiada gente, pero mejor así. la música que sonaba era todo el rato la misma. estar allí era una copia borrosa de otros momentos, otras personas. una foto movida de otras madrugadas

dúchate, F. dúchate y sácate el demonio de dentro. buenos días

sábado, 13 de octubre de 2007

saldré un rato con ruth ahora. me ha llamado hace veinte minutos o así. hace tiempo que no nos vemos. había descongelado una pizza para cenar pero creo que iremos al local, al bar de siempre, con la gente de siempre. españa ha ganado a dinamarca y tengo la cabeza llena de rizos. ella tiene resaca y el corazón roto y yo sólo soy un alguien en quien confiar un sábado, un sábado de verdad
hace calor en la calle, pegajoso y distraído. inmigrantes de todos los colores cruzan el puente con bolsas del lidl. me fijo en el tatuaje de esa chica, un tribal taleguero en el brazo izquierdo. pizzas en el aparador de la panadería. la oficina de renfe cerrada. un tren esperando. acelgas para comer. christina rosenvinge se pinta las uñitas de azul. hoy no me va a pasar nada que no me haya pasado antes
una semana llena de días cambiados de sitio. sábado que es sábado. sábado con un montón de ilusiones depositadas en él. sábado de levantarse tarde, de soñar con una oficina de aduanas y fotografías de carnet en blanco y negro y sin sonreír. me fui a dormir a las tantas. después de las horas de por la tarde, podía con todo. con los ríos de color púrpura dos, con brubaker, con una tonelada de videclips en el trenta-tres, con un documental sobre la anchoa con denominación de origen. llega un momento en que te tragas lo que sea. como ahora

creo que mejor me voy a dar una vuelta

viernes, 12 de octubre de 2007

dormí toda la tarde, con esa sensación beatífica de que el mundo se puede romper en cualquier momento y a mí me pillará muy lejos, orbitando alrededor de cualquier tontería. puse las noticias y llovía en valencia hasta el diluvio, a zapatero le gritaban y pedro piqueras jadeaba en la pantalla con la satisfacción de tener un telediario de mierda. y los tanques en la calle, como una premonición amarga

batallas campales en donostia. el ruido llega hasta aquí y el calor de las llamas y raúl sin selección y ynestrillas sin bala en la cabeza

buenas noches
es domingo y me encanta, porque está lleno de sol y me da lo mismo todo. ha llamado rafa y hemos hablado un rato. ahora está en madrid, el domingo en barcelona y el martes por la noche otra vez en estonia. quizás el lunes podamos cenar todos juntos

ayer salí con juank. un trozo de pizza y más de una cerveza y más de dos, pero hoy estoy bien, en equilibrio. me he pasado la mañana hipnotizado con la princesa mononoke, me he duchado y ahora acabo de comer algo de arroz, un arroz bonito y amarillo, con notas verdes y rojas de pimiento. un arroz tan festivo como el día, un día de esos en los que tienes que estar orgulloso de ser algo que no eres

es viernes pero es domingo. es españa pero no es

buenos días

jueves, 11 de octubre de 2007

viernes, menos mal. un viernes raro, pero viernes al fin y al cabo. viernes de juank y daniel, de ir a dormir tarde, de más de una cerveza, de no pensar en mañana porque no hay nada que celebrar. buenos días

miércoles, 10 de octubre de 2007

sin que tenga gran cosa que ver con lo anteriormente escrito, decir que también me gustan los collages de fotos que hace hockney. en ellos, y posiblemente sin que él lo sepa, se acerca más a la pintura que en casi todos sus cuadros, donde no se interpreta la realidad sino que la reproduce, en una suerte de amargas instantáneas de la felicidad y del placer, destinadas a no ser más que decoración de lujo para nuevos ricos

buenas noches
mi nombre es F y no me alegro especialmente cuando aquí estalla un coche bomba, pero tampoco es que me cree grandes problemas de conciencia. tengo treinta y siete años y seguro que ha habido más de treinta y siete coches bomba en todo ese tiempo. aquí seguro, y allí, seguro que muchísimos más, tantos que hemos perdido los números que los contaban

porque cuando estallan allí, los muertos se reducen a una serie de fotografías que mandarán por agencia y un número que saldrá escrito en el periódico, en unas líneas que muchas veces estarán llenas de detalles incorrectos, pero eso da lo mismo. dejaremos de sentir con cada número, acostumbrándonos, así, a morir cada día un poquito más. porque no tener sentimientos es estar un poco muerto. o un mucho muerto. buscaremos imágenes en el youtube de la misma manera que las buscamos del palmero de peret o de jerri monet, engordando con cada dolor y cada grito y con cada vez que le das al play de los cojones

cuando estallan aquí, las imágenes hasta la saciedad. buscamos en la historia de cada una de las víctimas, y cuantos más muertos mejor, porque así habrá más historias y todos, ustedes y yo, tendremos algo en lo que estar pensando cuando no pensamos nada, o algo de lo que hablar en cualquier bar. seguiremos engordando y hablando de, porque en cualquier supermercado regalan soluciones mágicas con treinta euros de compra

mi nombre es F y brindo por
mi nombre es F y tengo vértigo cuando me subo a una escalera. me gusta que llueva cuando estoy en casa, las camisetas de colores lisos, los platos de cuchara con un chorrito de vinagre y los dibujos de niño pequeño hechos con plastidecores. llevar calcetines desparejados no es delito, aunque un español orgulloso de serlo seguro que no lleva los calcetines como yo hoy, negros y diferentes. será que no soy español, será que estaba dormido, será que eran los únicos que quedaban y uno, muchas veces, hace todo lo que puede

en lo de los calcetines y en otras muchas cosas. y, si no, al tiempo
mi nombre es F, aunque casi nadie me llama así. me cuesta concentrarme, me aburro con facilidad, tengo las manos pequeñas, como poca carne y muchas veces no sé qué decir ni de qué hablar, así que prefiero estar solo. hay poca gente con la que me sienta bien todo el tiempo

escucho clearlake. deberíais escucharlos, sí

martes, 9 de octubre de 2007

hay algo por lo que realmente valga la pena luchar? no lo sé, pero intento encontrar una respuesta, algún sí que decirme a mí mismo cada mañana, cada noche antes de dormir. finalmente, algo totalmente inesperado me dice que no, que nunca será así, que no hay luz que brille ni nada que intentar

buenas noches
sin poder dormir, un documental sobre la guerra química en las trincheras de la primera guerra mundial. las imágenes de los soldados muertos, llorosos, con los pulmones quemados por el cloro, con vendas tapándoles la cara entera y el barro que intuyes lleno de sangre cubriéndolo todo. ahora las guerras son de puta madre y parece que nunca muere nadie. quien dice lo contrario, miente o conspira. así es

un mosquito que vuela pesadamente, cruzando la pantalla encendida. insecticida que huele mucho a flores, unas flores que no existen en ningún mundo. empieza a volar deprisa, ebrio y loco por el chorro que lo ha atrapado durante un instante largo. choca contra la pared una y otra vez, girando en círculos cada vez más pequeños hasta que cae, moviéndose apenas, encima de los libros de la mesita de noche. abro la puerta de la habitación y espero en la cocina a que se ventile un poco

hay mil guerras y mil guerras más. y alguien prepara algo que quizás mañana
el gas reacciona con la humedad ambiental. el primer efecto es la sofocación, después, la pérdida de control sobre los esfínteres por la anoxia, inconsciencia, muerte cerebral, coma y muerte. veinticinco minutos. no recuerdas cuándo, dónde?
he comido ensalada con patatas. ha estallado un coche bomba en bilbao. he leído el periódico un poco por encima. han encontrado el mapa que robaron. he hecho bastantes cosas en el trabajo. pocas de ellas me hacen feliz. ayer me costó dormir. hoy creo que no, porque ya estoy, más que gris, medio incendiado por dentro

lunes, 8 de octubre de 2007

idyllwild es una preciosa canción. creo que nunca me había interesado por los trembling blue stars. demasiadas gilipolleces escritas sobre ellos. pero idyllwild es mi canción favorita de esta noche. ha conseguido que brille. una canción aurora boreal y sí, es lunes, pero con un secreto. la noche del domingo se comió el lunes entero y vomitó un martes nuevecito, así que mañana es miércoles y sólo yo lo sé. bueno, yo y alguien más, pero es un secreto y los secretos no se cuentan, no

los secretos se sellan con un beso en el dedito
esta mañana estaba contento, de esos días de mucha alegría y muy inexplicable. incluso fui antes a trabajar, más de media hora. el placer de ser el primero en algo, aunque sea en levantar las persianas

después, ya me fui arrugando. todas y cada una de esas fotografías antiguas que escaneo desde hace semanas y que clasifico con cuidado, tomando nota de todo, me remiten a un mundo que se desmorona. fotografías del pueblo donde vivo, de mil casas que ya no están pero que puedo recordar, de personas que murieron, que reconozco en los rasgos de otras que ya tampoco están. fotografías rotas que retoco con cuidado, como si fueran mi mismo corazón, corazón a trompicones. corazón pececito sin pecera

y en el correo, spam con las últimas ofertas para el fin de semana largo. una maleta con alas de mariposa. billetes tirados de precio. tienes que irte de aquí

al fondo del mar. o algo así de frío
juank tiene razón. manos de topo están bien, pero creo que odio esa voz afectada y siempre rodeada de gallos y gallinas. las letras son bonitas, pero no quiero ese cantante. no, ya no

llueve. truenos que enseñan el otoño. resbalones en las aceras. leche tibia para cenar. el sol que tenía en el corazón por la mañana se ha escondido entre las patitas de betty. jugamos con el hueso de silicona negra. me gustan sus dientitos torcidos. cada día que pasa está más roto el puto hueso. quizás mañana por la tarde le compré otro. iré a esa tienda nueva en la que una vez vi cachorros que lamían el cristal. todavía me queda algo de dinero del fin de semana. me administro los gastos con precisión milimétrica. y me apetece jugar con ella mucho más que salir a un mundo que no entiendo y que ya no me pertenece, un mundo de esos de nudo en la garganta

domingo, 7 de octubre de 2007

en la comida familiar de cada muchos días, mi hermano observa que me estoy quedando calvo. apenas respondo y mastico despacio. me habla de unas pastillas para no perder más pelo. yo las tomo, dice. no sé cómo decirle que a mí me suda el nabo perder todo el pelo, que me suda el nabo todo o casi todo, que lo único que quiero es seguir en mi alambre y no caerme. y que eso no tiene nada que ver con tener pelo o tener ganas o dinero o

arroz con verduras

sábado, 6 de octubre de 2007

quien la hace la paga, nunca olvides

(por eso me quedo quieto en un rincón, con los ojitos muy cerrados, pensando fuerte en que llegará un momento grande y blanco y sordo, un momento que no tendrá vuelta atrás, un momento en el que esas palabras —quien la hace, la paga— serán la única luz que entrará por la ventana)
ninguna música es como la de antes

ella baila una mierda de reguetón sucio mientras se baja el pantalón diminuto. yo me hago una paja mientras ella se acaricia las tetas inmensas. es patético. mi puta vida vale lo que vale ese video del youtube, sus dieciocho años y mis treinta y siete
tarde con jaume vila en el bar de paco hasta que hace frío. se me caen los ojitos mientras hablamos de cosas que ahora soy incapaz de recordar. en las máquina tragaperras, tres imbéciles quemando lo poco que les queda para ser felices. comen patatas fritas. el chisporroteo de colorines que les dice que gasten más dinero. otra cocacola más, paco

eso, paco, otra más. y déjame encender la puta mecha
mañana con mònica en el bilbao berria. cervezas, pinchos y explicarnos un trocito de nuestras vidas, sólo lo que es explicable. víctor come por los tres, las calles están llenas de turistas y el día sería de primavera si no fuera porque es otoño

el sabor de la sidra y del café, del jamón que no quiero, de la cebolla cuando la cortaste finita
sueño con fotos antiguas, en blanco y negro. fotos familiares sin apenas significado. las voy colgando en la pared de una habitación. la habitación está al fondo de la casa y tiene una ventana grande. coches, carretera, un día gris. y las fotos en la pared, con un poco de celo por detrás, formando un mosaico

sueño con escaleras que todo el mundo sube y baja menos yo, aterrorizado por el vértigo. me descuelgo con miedo a través de las barandillas. los peldaños de madera apenas son muescas. hemos quedado para comer. cisco habla con unos mormones. llevo más fotos en una carpeta. despierto. es sábado con perro ladrando

viernes, 5 de octubre de 2007


un campo de concentración para ciudadanos norteamericanos de origen japonés. once de diciembre de mil novecientos cuarenta y dos
el dolor es lo último que desaparece, ese dolor gris y rojizo que se clava en el vientre y en los codos, en las rodillas y los muslos. mucho tiempo después del último de los síntomas, el dolor dura. un dolor que me deja inmóvil en la cama mirando al techo, que me hace querer desaparecer, que me hace estar dócil, quieto y sin cadenas, con la cabeza vacía y los ojos sin ver

el dolor es lo último que desaparece. se extiende por todos los segmentos de la red. el juez garzón ordena la detención de la cúpula de batasuna. el peor dolor aún tiene que llegar
ya podemos tachar una semana más de nuestras vidas? sí, así es. otro viernes y fin de la partida. ahora tenemos un fin de semana de vidas extras para hacer algo diferente, para probar algo nuevo, para tocarnos la polla o cualquier otra parte del cuerpo. los deditos de los pies

(ya no sangro. eso anima a cualquiera. el dolor sigue estando, pero el dolor sin sangre parece que sea menos dolor. puedo dormir las noches enteras. voy sonriendo al trabajo y hoy, más)

buenos días

jueves, 4 de octubre de 2007

un nudo en la garganta. hombres y mujeres jóvenes envueltos en trapos rojos y amarillos, el águila, los gritos, el brazo levantado. una concentración delante de la audiencia nacional. el aire gris, irrespirable, aire viejo, de posguerra, de muertos y cunetas, de revanchas, de estraperlo

un nudo en la garganta. jueves de limpieza en el estudio, de esperar un ratito en la terraza mientras se seca el suelo. apenas hablo con carmen. barre deprisa y friega deprisa. apenas sé qué decir. una pausa de cinco minutos y de cielo más que gris, de gaviotas volando hacia el mar, de aire fresco en la nariz, de manos en los bolsillos, de primeras gotas grandes y pesadas y de truenos lejanos, a más de una vida y mil kilómetros de aquí. jueves de una de las chicas rusas en la casa de al lado. ella cose el dobladillo de un pantalón, sentada en la cama, con sandalias de esas que tienen un poquito de tacón. puntadas cortas y precisas en la tela. tatiana -porque seguro que ése y no otro es su nombre- vino de la estepa para ver llover aquí. el trayecto en autobús por ciudades idénticas, sin parques. nos miramos y yo prefiero el suelo, la pared de enfrente, las manchas de humedad, la chica que pasa por la acera, el cochecito de bebé, el polvo en las esquinas, los siete metros de altura hasta el asfalto de la calle, los enjambres de mosquitas diluyéndose, de nuevo las gaviotas

los pájaros negros en los trapos

miércoles, 3 de octubre de 2007

casi las doce. todo el trabajo ya está terminado. un logotipo del que me siento momentáneamente orgulloso, hojitas en equilibrio, unas fotos que quedarán bien en la página web de la empresa de reformas. un curso práctico de cómo saturar colores, buscar puntos de fuga, borrar y enfocar. odio el photoshop

te vas a enamorar de tu puta madre a este paso. y no vas a acariciar a nadie nunca más. ahora sí. todo se rompe. hay algo que tiene rabia dentro y me ahoga. gritaría, porque me estoy acelerando y no quiero, ya no

ahora sí, antes de que. descansa. off
no es odiar, no. es entornar los ojos, es suspirar un poco, es resoplar, es una nube negra y pequeña en la nuca y en la frente. es desgana, es pereza, es cansancio, es ruido por dentro y es silencio por fuera. es no tener nada más que decir, es verme a mí mismo al final de un pasillo disparando una bala en la nuca de cualquiera. es no sentir nada, sólo un leve dolor en el brazo que al final también desaparece, exactamente como ese odio que no es odio, sino que es

buenas noches
estoy disperso, disfuncional, torcido. las manos me apestan a polla y a electricidad, la cabeza me huele a culo, el corazón se sale del pecho y rueda tembloroso por el suelo sucio. las nubes se me caen encima y la boca está llena de dunas. y encima odio el jazz, ese jazz gris que a veces se pone de moda. odio cualquier cosa que me diga aquí te vas a quedar hasta que yo diga

empiezo a recuperar la normalidad por dentro y por fuera. ojalá lloviese ahora. bonitas cascadas querría

martes, 2 de octubre de 2007

lunes, 1 de octubre de 2007

ella puede robar la torre eiffel y mancharse los dedos de un óxido áspero. él seguro que salta por la ventana en cuanto se quede solo en casa. dos personas que definen una línea. una línea que cruza un océano enfadado y une noches con cuatro horas de diferencia. noches más pequeñas unas que otras. noches que caben las unas en las otras. exactamente como muñecas rusas? sí, exactamente así

y en la última, la más pequeña, borrándolo todo, todo el ruido del que son capaces dos niñas. ruido blanco, eléctrico, ruido rosa, eléctrico también. ruido de botones desabrochados. cómo explicarle algo, lo que sea, a un conejo muerto

deberíais marcharos, dice el lobo. sí, deberíamos marcharnos. es tarde ya. el conejo y yo. buenas noches
sueno por dentro a catarata o a río. sueno a remolino y a sirena de policía. si me quedo quieto, sueno a lunes y sueno a silencio, a estar mejor, a ganas de estar bien, a ganas de desaparecer. sueno a viajes por selvas y a canciones bonitas de color verde clorofila que canto sin apenas voz

(un trabajo esponja, de esos que te absorben y sólo te devuelven a la vida cuando son las dos, cuando son las seis y media. una semana más, ya ni recuerdo cuántas con la sensación equilibrista de que no me puedo torcer ni un ratito del camino dibujado en un pespunte. la colitis sigue estando, es algo que noto. cero sangre pero un siete y medio en dolor. de noche, a veces es un nueve. pero sonrío y pienso que sí, que ganaré yo)

las caras de todos mis médicos, todas aburridas. una receta no es más que un papel con una firma y un día como éste podría ser el mejor. va, tómate las medicinas. en dos semanas estarás hinchado como una pelota, pero contento, en la barra de tu bar preferido

y no, uno rojo y de neón, gigantesco, en medio del desierto. hasta allí hemos llegado