de mi cabeza nace un arbusto de pocas hojas. de él cuelgan un montón de cosas. hasta zapatos viejos cuelgan. cuelga un ciempiés de los que traen mala suerte, retorciéndose el ciempiés y queriendo morder un poco. y un topo sin manitas y sí muñones rojos. y un ahorcado en traje de domingo. y un pez de goma áspera. y una nómina en un sobre. y una cadena de hierro. y una calavera que no me cabe por el culo. y también un corazón roto y, finalmente, otro pez, pero éste vivo, tan vivo como el que puede tener cualquiera en el recuerdo de sus ocho años. vivo y con un anzuelo rompiéndole la boca. quiero decir que fue un día raro y resbaladizo, cubierto de una capa finita de mierda