sábado, 31 de mayo de 2014

(el machu picchu es una pérdida de tiempo y dinero, sólo hay piedras, nada más que piedras, dice la hijadeputa más grande del mundo mientras sus gafas de sol me escupen odio en la vejiga. el beefeater es rosa, lo bebe mi abuela cuando sale, dice el joven cachorro de foca con total convencimiento, sabia conocedora de la mecánica del mundo y de la noche. el sushi es caro, pero me encanta el risotto de setas, dice la heredera del imperio charcutero, una audrey hepburn veinteañera con el mismo glamour que un cerdo abierto en canal. bebo, bebo hasta caer dentro de cualquier persona, nadie es más feliz que yo hablando en círculos)
(finge gritos, imita voces, calca su cuerpo en otros cuerpos, mastica en silencio mientras espera la salvación eterna en un orgasmo de gorrión, en nudos de pelo en la escoba, en saliva amarga y triste sobre reses que aquí tiemblan vacías)
(me empapan las conversaciones de las otras mesas, el olor a comida fuertemente especiada, a orín viejo, a alcohol áspero y frío, a oscuridad detrás de la pantalla, los pantalones bajados, el sexo que no endurecerá nunca)

jueves, 29 de mayo de 2014

(una niña en el patio grita hola desde más o menos las cinco, hola a intervalos regulares, cada cuatro o diez segundos, hola todo el tiempo, ahora con esfuerzo, ahora sólo como si fuera el estribillo de una canción, hola preguntándose, hola hasta el próximo silencio, cuando crees que ha terminado, ella, hola, vuelve a empezar)
(hay un cansancio frío que me cierra los ojos, que se ramifica por mi espalda como una hiedra paciente y voraz. escribo de manera automática respuestas a preguntas intrascendentes, pienso en personas que huyen para salvarse de las llamas, pienso en mí mismo huyendo de mí mismo, como si en lugar de una persona —grasa, piel, fluidos, suciedad a la que amar o mentir— fuera un reloj de arena que mira la pantalla sin ver nada)

miércoles, 28 de mayo de 2014

(llueven montañas de agua negra sobre el yonqui, se tambalea, resbala, esta vez ha conseguido mantener el equilibrio pero se pudre a cada paso que arrastra, sabe que su vida de mierda cuelga de una descarga eléctrica invisible, que apesta a incendio y vidas muertas, que ya no está a salvo en ningún lugar porque dentro de sus huesos todos gritan)

lunes, 26 de mayo de 2014

(transexuales de cara tumefacta masturbándose contra el interior de mi cabeza, barrigas gruesas y pollas flácidas frotando el hueso y las camas sucias, cada laberinto en el pecho y la pared, tarántulas en cuerpos que se confunden con el mío aunque no quiera)

domingo, 25 de mayo de 2014

(la catarata de pellejos a los que sodomizar con paciencia, rabia y vértigo, acantilados de sebo viejo rompiéndome la boca en en gritos de alquitrán, inviernos en tailandia, costras de maquillaje cubriendo las arrugas, la noche de seda sin dormir)

sábado, 24 de mayo de 2014

(mis dedos hurgan en el coño de mamá, se manchan de sangre, aunque se esfuerce no podrá reconocerme nunca)
(las dos chicas a un metro de distancia se ríen histéricas con sus chistes privados, escriben en sus teléfonos móviles, se besan, me aburren, recorro sus tatuajes de dragones y estrellas y carpas koi, también cada pliegue de su cerebro y de su estómago, la mierda debajo de sus uñas, el frío rompiéndome la espalda)
(jimena es una suave cabecita pelirroja encima de la mesa, hay que darle de comer, intentar que se sienta bien, que no grite, no enseñarle todas las fotos que maritza y claudia guardan en sus móviles, pollas y culos y primeros planos sonrientes de las chicas mexicanas, deliciosa pornografía de ocho megapíxeles. jimena es el último bebé en llegar a casa y el único que conoce la profundidad exacta del océano)

(matilde ya no se llama sofía ni helena ni lucía, se llama nuria y me habla de mi padre, de cómo su vida es un tren que descarrila, un coche que se estrella en segur de calafell, que deja una cruz de flores en el quitamiedos, una carta con una lista infinita de nombres, excusas y mentiras)

viernes, 23 de mayo de 2014

(sueño que cisco conduce y voy a su lado, es de noche, atropellamos una calle entera de niños sentados en la acera, un sensor bajo las ruedas del vehículo avisa de ocho muertos, treinta muertos, esperamos la ambulancia en silencio, extrañamente tranquilos en una habitación detrás de un horno mientras dos mujeres doblan los brazos de los cuerpos sobre el pecho, un instante más y estaré volviendo a casa en autobús, adolescentes borrachos se reirán de mí, sentiré vergüenza, sabrán qué soy)

(la familia mañosa ha conseguido excavar una cripta inmensa bajo su casa de la calle monturiol, tienen la ropa limpia a la entrada, doblada con cuidado sobre un palet de madera, no hay lavabos y sí pequeños camarotes, cuando tú no estés me volveré loco, dice el menor de los mañosa mientras camina del brazo de su madre, ella tiene vitíligo en la cara, parece una estrella de cine que camina escondiéndose del sol)

jueves, 22 de mayo de 2014

(una urna con las cenizas de toda una vida mientras recorro el laberinto de andenes y caminos y escaleras bajo el suelo de la plaza, la cabeza llena de putas que beben vino rojo y nadan como pájaros dentro de mí)
(uno. doblo papel y siempre lo doblo de la misma manera, escribo indicaciones con lápiz sobre los pliegues, siempre las mismas notas, los mismos trazos como arañazos grises que sugieren playas vacías, pistas forestales, candados en una alambrada como imagen del amor eterno)

(dos. camino en círculos, repito errores como se repiten calles, el reflejo de la carne en cualquier ventanal, cualquier tela de araña, cualquier lago hirviendo de peces negros)

(tres. puertas cerradas con llave, puertas abiertas, puertas señaladas con cruces de cinta adhesiva, bolsillos llenos de piedras pequeñas y cerillas para retener la ruta de vuelta al hogar, el té caliente con jengibre, el río rabioso de nubes en el cielo que anochece, paredes llenas de cuerdas y nudos, olas en cada escalón)

(cuatro. el espectáculo de las golondrinas volando a ras de suelo, de la línea de cargueros en el horizonte, más allá de la dársena, de la luz atrapada en la llovizna, del silencio tomando forma en mis arterias antes de estallar)

(cinco. el paso del tiempo en un único relámpago que abre el cielo, un infarto en plena calle cuando no se sabe qué decir)

miércoles, 21 de mayo de 2014

(me duele la cabeza y no soporto que nadie me hable y hurgo con el dedo y los dedos en la oreja izquierda hasta sacar hojas húmedas de roble, un suave cráter en el que cabe un puño y también todos mis gritos de dolor, una mancha que se extiende hacia la cara, la tiñe de negro, tensa la piel sobre el hueso y la grasa, intento calmarme con el bote de insecticida, aspiro fuerte, salbutamol para seguir viviendo)

lunes, 19 de mayo de 2014


domingo, 18 de mayo de 2014

(un bucle de una sola canción de saliva y nieve entre las piernas del yonqui, i don't care, i love it, i don't care, se levantan tormentas de polvo en la carretera que cruza el maizal, los pies hinchados y sucios, el disparo en el corazón para poder dormir)
(ella camina a través de las explosiones, deja instrucciones escritas en las puertas, el camino a seguir hasta el infierno, oraciones y susurros, canciones de victoria para la princesa rusa)
(he perdido el sentido del ritmo, dice el joven batería hardcore, la cabeza piensa, los brazos responden, los pies no llegan, se equivocan, el bombo se pierde en el camino, todo se desmorona, la canción cae, se atropella, necesito recuperar el control de mi cuerpo, tupátupátupá, trabajo aquí un día y allí otro, siempre trabajos de mierda para una temporal, cada vez como menos, repite que cada vez come menos y es verdad: está muy delgado, mucho más que en mis primeros recuerdos de él, el hospital, la eterna fiesta de fin de año con olor a vómito)

(le doy todo el dinero que llevo encima, apenas son monedas, después viajo en tren, leo libros sobre un fotógrafo de guerra que necesita una vida nueva porque ahora es un campo de minas para la gente que quiere, vivo en un garaje y mi cama es una película de terror aunque despierte)

sábado, 17 de mayo de 2014

(una pareja se besa a las puertas de un hotel, ella le abraza fuerte, él pone una mano en su pecho, yo pienso en colas de langosta sobre camas de hielo picado, en ruidosos inmigrantes africanos que caminan balanceándose, en esa vez que comíamos rodajas de piña mientras esperábamos que los soldados entrasen en la ciudad prohibida)

jueves, 15 de mayo de 2014

(sueño también con una pantalla en caída libre, conversaciones en facebook que se acomodan como ladrillos de colores brillantes, un tetris de personas que no existen y que morirán envenenadas en cuanto despierte y recuerde una conversación con daniel sobre debord, era verano, era sábado, era mediodía, era otra persona)

(me masturbo hasta desaparecer en un charco de culpa. lo que queda de mí —un dragón, un esclavo, una mentira— camina detrás de dos curas de alzacuellos y nariz color salmón, detrás de dos lesbianas adolescentes con cordones dorados en las botas de charol, detrás de una mujer francesa que habla por teléfono, detrás de perros salvajes y elefantes rusos que fuman bosques tropicales, detrás de policías sin miedo a un tiro en la cabeza)
(mi padre está en el comedor por primera vez en cien años o mil y lleva una bolsa de basura grande, un saco de plástico azul. la curiosidad me puede, le pregunto, no responde, intento adivinar qué guarda, qué esconde, qué arrastra, por qué quiere hacerla desaparecer, por qué se encierra en las habitaciones, en el lavabo, por qué ríe mi madre, sólo son bragas y apestan a coño)

miércoles, 14 de mayo de 2014

(subo en ascensor hasta el ático con las paredes llenas de flores. allí, los hijos de mis amigos —convertidos ya en adolescentes flacos y ruinosos— bailan skrillex y se drogan con una tierra negra que separa sus dientes, que encoge sus cuerpos como si fueran insectos en un rincón, que apaga sus voces hasta convertirlas en un ronquido. siento que tenía que haber cuidado de ellos pero ahora es tarde: he fallado a sus padres, a sus madres, despierto, es medianoche, mientras le compraban esa mierda al hombre sin piernas del mitsubishi, yo dormía en un pozo, subía en ascensor hasta el ático con las paredes llenas de flores)

lunes, 12 de mayo de 2014

(la mujer sube corriendo las escaleras del cine maldà, grita consignas en favor del derecho a la vida, ladridos sobre la ira de dios que me despiertan, en unas horas ella tendrá garras de pájaro, me abrirá el pecho, encontrará todos mis cuerpos borrachos esperándola)

domingo, 11 de mayo de 2014

(el yonqui camina solo, habla solo, calcula con cuidado la distancia en minutos entre varios puntos a la deriva en su paisaje mental, escupe la lista de los criminales de guerra más buscados contra las palomas que escarban la basura, la espalda del gigante árabe, los ríos de cemento, las mujeres teñidas que caminan de puntillas)
(la cárcel de los lobos mientras esperamos que alguien limpie la mesa de vasos y platos y envases plásticos de colores brillantes. una niebla de niños húmedos recorre las calles y araña el interior de nuestras cabezas: el padre atento, la madre distante, la abuela empapada de amor. sin que lo sepamos, silvana comienza a tejer nuestro nido a doscientos metros y cien mil vidas de ahí, hojas tímidas, silencios, miradas que caen como fina lluvia eléctrica sobre nosotros diez)
(una niña escucha paraíso una y otra vez en su smartphone, no hay nada como estar contigo, mientras paso las páginas del suplemento cultural de la vanguardia, sin más interés que el de quemar el tiempo sin tener que levantarme de la silla, echar raíces como un árbol yanda. la cerveza se convierte en agua pesada, algo imposible de tragar, no hay nada como estar contigo, la penumbra de la sala es lo único soportable dentro de mi cabeza)

(mila payo camina a través de mí, rompiéndolo todo con violencia de tsunami azul yves klein. en la misma línea de tiempo, ante la mansión hässler, cristina corta las piernas de la estatua del asesino rafael peña, los muñones son el trofeo que guardará en la alacena de la casa de sus padres, esperando que yo no los encuentre nunca)

sábado, 10 de mayo de 2014

(la mujer tatuada ahora viaja en el mismo autobús que yo, once asientos por delante, en diagonal. recorro su nuca rapada, cada línea de tinta que baja paciente por su cuello, perdiéndose en un cuerpo que ahora hecho de menos. la mujer tatuada se baja en la misma parada que yo y camina detrás de mí: ambos nos dirigimos al desfile de la victoria estonia sobre el ejército del teniente general nebe, el suelo de la plaza es una alfombra de rosas rojas, de mujeres que lloran de rodillas por los muertos y los héroes)

(ahora vivo en un ático señorial sin ascensor, con escaleras infinitas y olor a pescado en el sótano. chicas que estudian cocina y trabajan de baristas en el baden-baden charlan animadamente sobre el día de su marcha, el retorno al hogar tan añorado. una de ellas, bellísimo rostro de bronce, echa sal sobre la moqueta del rellano, la única manera de limpiar que conocemos)

(hay piscinas y dos mujeres con mi piel nadan bajo una suave luz de velas, mis plegarias, mis culpas, abren la tierra en ochenta y seis kilómetros a la redonda)

viernes, 9 de mayo de 2014

(el último gran jefe muere con la piel amarillenta por lagos de alcohol y ni tan siquiera los perros de la reserva reconocen su cuerpo. su hijo barrerá un manicomio, fingirá ser sordo y mudo porque no tendrá a dónde ir, a quién disparar)
(la línea que une la reserva india donde sedimenta el polvo de los huesos del último gran jefe con la narcosala de la muralla, tan llena de vejigas somnolientas y ojos blandos como cualquier otra tarde de sábado en el centro comercial. haciendo equilibrios sobre esa línea somos felices, sí: comemos carne de de bisonte con una venda en los ojos, nos inyectamos mierda mala, nos ponemos vaselina y procuramos no gritar para no aparecer en las listas negras, pasamos las horas pensando en un plan de fuga suave y lleno de saliva, empezamos las mismas conversaciones siempre de la misma manera y siempre con la misma gente, le echamos la culpa al otro de nuestro dolor, de no poder competir por una vida mejor)

(por la cabeza del yonqui sentado al sol pasean las últimas escenas de una película de raoul walsh, se siente diversas versiones de errol flynn mientras saluda a todo el mundo en ese trozo de parque, una cerveza de lata, otro yonqui —mismo escombro, mismo sebo, diferente adicción— se acerca, se saludan, se huelen un poco, uno no desconfía cuando no tiene nada que perder)

jueves, 8 de mayo de 2014

(en el dibujo que ahora está encima de la mesa, jeffrey dahmer es un pequeño oso dorado incapaz de controlar sus músculos, el helecho de sus venas bombeando luz dentro de mí)
(la mudanza empieza embalando los jarrones de la herencia con grandes bolsas de plástico y bolas de musgo, un hombre desnudo prepara la comida, se llama david y le toco la espalda, pilar cuida de los niños, vacía el orinal, tenemos hasta el mediodía y las cajas llenas de libros ocupan la entrada del almacén como una torre de babel, me preocupa cada vez más haber hecho mal el trabajo, vivo en un futuro hipotético lleno de porcelana rota en grandes trozos que podrían cortar como cuchillos)

martes, 6 de mayo de 2014


(esos bultos son cráneos humanos, familias enteras esperando el año nuevo)
(tengo unos bultos de grasa enormes bajo la piel de las mejillas y los pómulos pero sólo yo puedo notar que están ahí escondidos, así que intento no asustarme, no pensar en médicos ni en tumores a pesar del dolor caliente que me tensa la cara y de la imagen que devuelve el espejo, un viejo deforme que se ahoga al respirar el olor de una mujer)
 
(de una manera que no puedo relacionar con claridad, esos bultos son los mismos agujeros que me crecen en la ropa como constelaciones o tumbas, el olor del orín en el suelo del cuarto de baño, la ráfaga que hace estallar las cabezas de todos los soldados sirios en poder de los rebeldes)
 
(esos bultos también son los caramelos haribo que ahora quieren ser monedas de neón, ahora veleros, ballenas o polígonos, ahora calcetines o personas, jamás donuts o agujas hipodérmicas)

lunes, 5 de mayo de 2014

(cuento hasta cien antes de que empiece el último programa en la televisión mientras ucrania arde hasta los cimientos. víctor, en un rincón del salón, juega con mil huesos de níspero, los guarda en bolsas de rejilla de colores. cuento hasta cien pero los números saltan y se mezclan y se pierden, cinco, cuarenta y cinco, setenta y tres, veinte, cincuenta y seis, quince, diecinueve, vuelta a empezar, atrápalos en la nuca, detrás de los ojos, rebotando en la frente, resbalando entre los dedos mientras ahora accidentes de coche a cámara lenta en el condado de orange y todos esos huesos de níspero en agujeros que víctor hace con los dedos en el suelo, tú eres suerte, tú eres casa, tú león)

domingo, 4 de mayo de 2014

(el hondureño del café intenta convencernos de las bondades del capitalismo, del trabajo, la inversión, el ahorro, el sacrificio, el esfuerzo personal. mientras habla, pienso en lo divertido de las vacaciones pagadas, en cómo se derrumba la sopa humana)
(desde ese despacho, la vista de la ciudad conformará un skyline nocturno de una belleza sobrecogedora, aunque lo más importante es cómo allí se sentirá segura por primera vez, pudiendo comer despacio, dormir con sus hijos, estudiar cómo los hombres mienten)
(todo ese amor mierdoso con laura, la chica del bar de la esquina, ha terminado y mejor así, total, no recuerdo haberla visto desnuda y mañana sus besos habrán desaparecido de mi boca. pero el sueño sigue y ahora estoy en el tejado del nuevo edificio, cuarenta plantas de hierro y cristal ahumado, mirando como dos niños negros juegan a lanzarse un balón, sin miedo a las alturas, el más alto podría caer y sería mi culpa, prefiero no mirar. paco me hace señas desde el otro extremo: es mi turno y me toca recorrer el alféizar, me apreto contra el ventanal, cierro los ojos, mis pasos son lentos, microscópicos, un nudo de vértigo, me obligo a despertar aunque no sepa)

(antes de eso, la construcción del edificio conlleva aprender el verdadero motivo de su emplazamiento. sigo al grupo de trabajadores surcoreanos hasta el lugar exacto en que se levantarán las paredes que aíslen el despacho de la concesionaria. todos conocen su trabajo y se comportan como un sólo hombre; yo me muevo de un extremo a otro del espacio diáfano mientras espero encontrar una caja de herramientas, mis huellas de serpiente en el polvo de ladrillo y yeso)

sábado, 3 de mayo de 2014

(cruzo el patio de columnas hacia la plaza corriendo como corren los perros, siento cada instante de mi cuerpo a cámara lenta, sin avanzar, la curva tensa de la espalda, el aire entre mis piernas, la voz de mi madre muerta de cansancio mientras reza por mi hermano)
(centrado en seguir robando libros de la biblioteca que hay al final de la ruta de autobús, sigo con la serie de artículos que hablan de viktor pankrashkin y de cómo enloquece hablando de la podredumbre occidental que gira alrededor del culto al voley playa, las grandes cadenas de oro y la telebasura de debates. él, como gloria viva de la unión soviética a pesar de tener las rodillas de cristal, siempre es un faro, un espejo en el que buscarse)

(dejo esos libros —lovelace, mcguinness, fernández armengol— en la piscina de la casa de ramón, al final de la calle serragalliners, debajo de una tumbona. las aguas son negras y aceitosas, niñas desconocidas saltan entre risas, tardan en salir, respiran bajo el agua, son tritones)

viernes, 2 de mayo de 2014

(el ramo de novia, los besos con lengua, las manchas en la piel)

(una vagina se dilata, susurra, tiene tantos dientes como el más grande de los tiburones, todos los caminos terminan aquí, mi cara de animal enfermo y viejo mientras eyacula el fin del mundo)
(vuelvo a la cámara frigorífica: carne de caballo, de niño, de lechón, de travesti sin hormonar, mujer de piel de estrellas)

(gasolina para beber, recorrer la cuneta a pleno sol hasta estallar, pavesas en círculos concéntricos, familias ideales con la garganta rebosante de flores secas, insultos, mi semen, mis demonios)
(abro los brazos, una pena inmensa cae por el hueco de la escalera)
(ahora iremos a un local más pequeño y tenemos que recoger todos los vasitos de cristal, todas las muñecas, todas las botellas y las bolsas, está lloviendo, se mojarán cuando salgamos)

(nubes de polen de abedul que cruzan la carretera, la piel dorada de la chica que se prostituye a la entrada del túnel de bogunyà, todos los coches que podrían estrellarse contra el nuestro)

(julian es pequeño y redondo como un bombón, juega con una máscara de spiderman mientras sus padres desayunan happy meal en la terraza del mcdonald's del polígono. el aparcamiento contiguo está vacío, tan sólo bolsas de papel marrón esparcidas aquí y allá después de una noche que podría no terminar nunca)

(hay manchas de un líquido rosa en la silla de la cocina, el rastro de un parásito que nos promete un futuro mejor, uno de verdad)

jueves, 1 de mayo de 2014

(la televisión emite pornografía todo el tiempo, moreen helm es la gran estrella de la canción de madrugada, el paisaje de antenas inservibles a través de la ventana, una ciudad desconocida para la que no estamos preparados —los planos no nos sirven, así que sólo nos queda atravesarla a ciegas, repitiendo las calles una y otra vez—, el suelo de la habitación está cubierto de guijarros y una fina línea de agua, el viejo que nos cobijaba ahora duerme en la más pequeña de las camas, su cuerpo es el de dos personas en un nudo)