domingo, 31 de agosto de 2008

las imágenes del éxodo humano que la amenaza de gustav está provocando en la población hacen que me preocupe por mi hermano, allá en new orleans. en un correo electrónico que recibo me cuenta que está preparando la evacuación y que se lleva ropa, documentos, armas, comida, portátil y playstation, que no sabe si tendrá casa cuando vuelva. mucha suerte, él ya sabe
estoy en un hospital de paredes grises. hay niños por todas partes. tienen los cráneos afeitados a medias, con cicatrices que deforman sus cabezas. jugamos con bloques de colores, como una especie de lego de piezas más grandes. uno de ellos llama poderosamente mi atención. su herida está cerrada con alambre oxidado, un corte desde la frente hasta la nuca. sonríe todo el tiempo y busca mi contacto físico. tiene el pelo negro azabache y los ojos rasgados. alguien vomita a través de la única ventana y despierto con dolor en el costado

sábado, 30 de agosto de 2008

un petardo aislado provoca un rosario de ladridos de betty. otro petardo, más ladridos. tantos petardos, tantos ladridos. ella se agita, jadea al borde del colapso, provoca que un charco infinito inunde toda la casa. más petardos, viene y se esconde en mi habitación. después tendré que fregar el piso y me da una pereza de morirme. todos sus jadeos me llenan la boca de saliva. la escupo, la escupo tantas veces que al final acabo vomitando y con dolor de cabeza, tirado en la cama como un puto muerto viviente
hay fiestas donde vivo. fiestas hasta el lunes pero con todas las noches iguales. vómitos transparentes en las aceras y demasiado alcohol en los corazones de la gente. ganas de follar y de decir salvajadas. vasos con estallidos de chocolate en las esquinas. la muerte más dulce es que ellas dejen de reírse. todas las chicas son la misma y yo sólo quiero que ese gusano deje de comerme las entrañas

(estoy bien. sólo me siento un poco solo, un poco cansado, un poco esa puta altísima y triste en el condis de la rambla. buenas noches)

viernes, 29 de agosto de 2008

cervezas con bego, con guillermo, con virginia. poco a poco vamos formando parte del mismo mundo. las calles están tranquilas y podríamos pasarnos las horas bebiendo, hablando de cualquier cosa, fumando tabaco rubio barato, evitando los temas importantes. el alcohol aglutina nuestros sentimientos en la terraza del napoleón

los autobuses pasan llenos de gente. es el mediodía de barcelona, con un sol vertical de sombra inexistente. maricas en pantalón corto que se hacen fotos. un caniche con canas que se llama berni. japoneses fotografiándolo todo. el cansancio como un tsunami helado que viene de san petersburgo quemando las calles

jueves, 28 de agosto de 2008

tracey emin ocupa una página en la edición digital de el país de hoy. además de su asombroso parecido con la fascista yolanda morín —objeto de muchas de mi fantasías cerdas—, me fascina lo sumamente parecidos que somos por dentro. con eso me quedo, con eso y con una foto suya en traje de cóctel que promete acompañarme en muchas de mis pajas. así las cosas, buenas noches
pagar por sexo. una piel joven en la cama más triste. intento reproducir los movimientos que he visto mil veces en películas. mi cuerpo es un bulldozer que aplasta su sonrisa y su corazón dulce en un gemido ahogado

ése es exactamente el peso de ciento treinta euros
soñé con una chica que arreglaba guitarras en un sótano minúsculo. el sótano tenía una ventana alta que daba al suelo de un jardín. cielo azul, hierba y caracoles. hay que cambiar todo el sistema eléctrico, me indicaba. y también los botones de colores. ciento treinta euros encima de la mesa. salíamos juntos porque era la hora de cerrar. cuatro escalones gastados y una puerta pequeña y entreabierta. en ese mismo instante, una sensación grande de arrepentimiento me inundó el corazón y desperté

me duché y bajé a la biblioteca. devolví los libros que tenía desde hacía meses y hablé un rato con la bibliotecaria. es una tía agradable de piel casi transparente. saqué más libros y volví a casa con la piel en llamas, dándole vueltas a lo que pesan ciento treinta euros
para mantenerme calmado me masturbo constantemente. el tipo que está dentro del espejo me dice que encuentra en mí actitudes un poco negativas. es el miedo a morir, le digo. he dormido mucho. a pesar de ello, sigo manteniendo el despertador a las siete. suena, lo apago y sigo durmiendo. llaman al timbre, abro y no entra nadie. por la mirilla no se ve más que una luz al final del pasillo. si la luz no tiembla es que no hay nadie. el mundo ha dejado de existir y ya sólo es ropa tendida al sol, una fotografía del parc de l'espanya industrial con el estanque seco, esperando ser enterrado por los siglos que vendrán aunque no estemos

(el mundo se desmoronará a cámara lenta, como un gigante que se desmaya blandamente. aquí no estamos preparados para la felicidad)

miércoles, 27 de agosto de 2008

en el corte inglés compré dos blocs de papel de acuarela tamaño cuartilla, un pincel lengua de gato, un par de lápices acuarelables, uno negro y otro malva oscuro, y un tubo pequeño de acuarela negra. estuve un buen rato mirando y tocando. eso es algo que en las tiendas no puedes hacer porque para eso están los dependientes. es por cosas así que me gusta el corte inglés. allí nadie te pregunta nunca nada

en el fnac compré percy gloom, de cathy malkasian, y crónicas birmanas, de guy delisle. me apetece empezar a leerlos esta misma tarde

hace calor en la calle. bego y yo desayunamos en el fragile, un bar de la calle ferlandina, más o menos delante del macba. turistas y intelectuales, maricas de pies feos, bolleras con la piel roja por el sol. te ponen hielo en el zumo de naranja y el desayuno de ambos sale por ocho euros. hablamos de muchas cosas. ella me ve distante y yo sólo creo estar cansado. insiste en que soy una persona diferente, que tantos días sin vernos han hecho de mí otra persona que apenas reconoce. la miro y no sé qué decir. tengo la vista perdida en las manchas de la pared. me gustaría ser diferente y quererte mucho, le digo. aprender a hacerlo, añado. ella me coge de la mano y me dice algo que ahora no recuerdo pero que en ese momento me reconforta. son las once de la mañana y cada minuto que pasamos juntos es una cuenta atrás hacia no sé dónde

martes, 26 de agosto de 2008

la sensación de tener un cuchillo hambriento entre las piernas no me deja en paz. un cuchillo que acaba mutilando todas las relaciones que mantengo y que me corta las manos cada vez que. un cuchillo que gotea amores muertos, ausencias, besos entreabiertos
hay una patata cocida en un plato de cristal verde en la cocina. es un plato duralex, uno de esos de toda la vida. la patata es amarillenta y fantaseo con morderla y masticarla lentamente. siento náuseas después de todo el alcohol de ayer

acabo de volver del acupuntor. pablo tiene la consulta en una zona de viviendas caras y piscinas vacías. sería fácil colarse en una de ellas, pero las noches son frías bajo el agua. me escucho respirar con un burbujeo que se acaba

publicidad en los buzones. un catálogo de muebles retractilado junto a una revista local de periodicidad semanal. un catálogo del carrefour con un millón de fotos recortadas sobre fondo blanco

niños fotocopiados patinando en plazas duras. ollies que empiezan a elevarse. mientras camino, dibujo mentalmente algo que me gustaría regalarle a lourdes por su cumpleaños. necesito tenerlo dentro de los ojos antes del papel en blanco, de la acuarela negra
me dieron las tantas delante de la pantalla. la piel muerta de la espalda se me cae a trozos, dejando un rastro blanco por toda la puta casa. por más veces que me duche no se va la peste que me sale de dentro, ni que me lave los dientes hasta reventar la herida de la muela del juicio. tiene que haber una nube de metal oscuro ahí fuera, porque se ha hecho de noche en un instante. me hago una paja para matar el tiempo. es tarde para desayunar, es tarde para casi todo ya
hoy he visto a víctor por primera vez en muchos días. los niños cambian rápido cuando son pequeños. me mira, le miro, nos miramos, a ver quién es el más serio de los dos. creo que le doy miedo. me gustaba más cuando era más pequeño, más blando y más muñeco, más como un dibujo. está creciendo y eso quiere decir que cada vez se parece más a una persona

le beso la mejilla y huelo su piel. es un olor suave y lechoso que nunca será agradable. no pinto nada en su vida y me tapo los ojos para no verlo
justo en esa plaza, la del hotel de francia y parís / que siempre está llena de chiquillos jugando a pelota y de un calor inmenso que serpentea entre los camareros como un desierto temprano y triste

justo en esa plaza suena el teléfono y es marta / marta que tiene esa habilidad exquisita para tocarme los cojones justo en el momento en que no toca (ella me quiere así, sin tener ni puta idea de cuándo ni cómo, siempre expectante)

con su sonrisa haciendo temblar los platos que llegan a las mesas. con el color de mi piel escondiéndose en cada surco brillante y lleno de oro. las uñas como perlas, la espalda llena de sudor frío y viejo. el efferalgan de un gramo deshaciéndose en un vaso de agua mientras esa chiquilla lo mira burbujear, un nudo de aluminio que lo envuelve
entre los pisos de aquí y los pisos de allí sólo hay un desierto de asfalto en el que nada podrá crecer nunca

porque el sol está golpeando en las nucas blandas de las personas como puños que cada vez pesan más

(años después, la chica albina —la madre de álvaro— camina por el borde de la piscina sin que nadie haga temblar sus lindos pasos. amo sus tobillos y su boca llena de dientes blancos)

comemos caramelos de café con la boca llena de cloro. nos masturbamos sin saberlo y nos dejamos amar por el retrato púrpura de mao en la plaza antes de comer. la vida aquí es un millón de veces diferente

y cierro los ojos, porque ni el camarero sonríe ni yo quiero estar más lejos de allí que esa estrella o ese rayo de luz en espiral
me gusta beber alcohol. me gusta decir que no hay nada mejor que. siempre hay una cerveza más, una copa de licor café más, un lo que sea que tenga más de cincuenta grados. salgo con marina y juank, también con gina. ella es como una estrella de cine que habla lento, con la mirada perdida no sé dónde

con los brazos en alto te diré que sí, y pasará un tren y cerraré los ojos: las palabras de goebbels me vendrán al corazón antes de envenenarte

porque vendrán hombres que, aún sin mencionarnos porque les estará prohibido o porque temerán hacerlo, intentarán transitar por éste nuestro camino. y serán combatidos y traicionados al igual que nosotros lo fuimos, pero al final venceremos, porque lo bueno y lo verdadero siempre triunfa en este mundo

así sea, con mis banderas ondeando siempre

lunes, 25 de agosto de 2008

un accidente de avión hace que la pantalla se llene de fuego, sangre y mierda. la pornografía del dolor salta de canal en canal hasta mancharlo todo

durante días la pantalla estuvo llena de olimpiadas y películas. con los pies encima de la mesa del comedor y la brisa de la tarde, contábamos las medallas mientras pensábamos en regar los geranios y los brotes de albahaca

al final se hacía de noche tan rápido que siempre dejábamos la basura para mañana por la mañana. sí, ya sé que es feo, pero
lourdes duerme a mi lado. todavía no es de día porque siempre me levanto antes de que el sol salga del todo. aún no he decidido dejar de tomar la medicación y empiezo el día así, asustado, con la rutina de pildoritas y todo lo demás. también le mando un sms a bego para no perderla en estos días sin vernos. después, vuelvo a la cama y intento dormir un rato más

lourdes duerme a mi lado. treinta centímetros que separa su paz de mi infierno, el que se enreda en el aire de espirales que teje el ventilador del techo. mis demonios sin hacer ruido. me pongo a pensar en guarradas para pasar el tiempo. llevo un montón de días sin correrme y ya no siento nada de deseo. es una sensación agradable y cómoda. pese a ello, sigo pensando en guarradas. mi favorita es, con diferencia, la de ponerle a anna un collar de perro y follarle la boca de pie, tras la puerta de entrada, hasta llenarle la boca de leche y las mejillas de bofetones. esa mujer es sólo un agujero en el que calmar mis ganas de follar, algo casi tan sucio como una alcantarilla después de una lluvia torrencial. no me masturbo, no. me distraigo, el sueño viene, me abraza y cuando quiero darme cuenta, el sol está entrando con fuerza por la ventana

lourdes despierta a mi lado y sonríe y sonrío y sonreímos. déjame preparar a mí el desayuno, sí?
he dejado de tomar la medicación hace tres días. me siento bien. me he hecho una paja al llegar a casa y he pensado vagamente en todas esas niñas de quince años que me ponen la polla dura si las miro más de un segundo. me apetece ducharme. he llegado hace un ratito de mis vacaciones, pero todavía tengo una semana larga para morirme de asco en el pueblo donde vivo. aquí no hay nada que hacer, aunque se está bien en la calle. más o menos como antes de irme, pongo interpol en el itunes y dejo de pensar
las avispas muertas flotan en las esquinas de la piscina. el cielo azul se cae en el agua fría cada mañana. el tacto mullido del césped en la sombra. lourdes es amiga de todos los niños y yo juego con álvaro. él tiene unas gafas azules de nadar y yo casi soy una persona normal

la socorrista de las gafas rojas es la que está todos los días. la chica más gordita la acompaña lunes, miércoles y viernes. el chico que nunca se quita las ray-ban, martes, jueves y sábados. los domingos hay otro chico, más alto y más delgado. todos fuman, aburridos, mientras esperan que alguien se ahogue

dejo que mi piel se seque al sol. me gusta quemarme. me gusta cruzar la piscina por debajo del agua y respirar de golpe al salir. pero lo que más me gusta, de todas maneras, es tener la sensación de que mi vida es mía, nuestra

viernes, 1 de agosto de 2008

vacaciones y nada inteligente que decir. aquí no hay palabras mágicas que nos abran una puerta secreta, tan sólo un muro de cansancio hasta donde alcanza la vista. no podría ni escribir mi nombre. tampoco recuerdo haber llegado nunca en peor estado a mi primer día de

abrazos para todos