lunes, 31 de marzo de 2008

lo peor que te puede pasar con dieciséis años es tener las mejillas coloradas y pasar el día haciéndote fotos frente al espejo del cuarto de baño, creyéndote especial en esta ciudad en ruinas

(con ayuda de ultrasonidos, el médico localiza el feto y, ayudándose de unas pinzas, extrae la práctica totalidad. clava unas tijeras en la nuca y las abre para ensanchar el agujero. introduce una cánula de absorción y succiona el cerebro con una máquina parecida a una aspiradora. la muerte se produce por colapso. los esquemas son increíblemente realistas y se sitúan en equidistancia entre cabeza y corazón, más o menos a la altura de la garganta, creando un nudo sucio que tiene un nombre escrito, miriam)

por aquí todo es extrañamente lejano hoy. un día entero dibujando planos y después no sé volver a casa: me quedo perdido en calles que no conozco de ciudades que no me importan en absoluto. rutas de autobuses, colores diferentes, paradas y combinaciones, un total insuficiente para el regreso

una furgoneta blanca, sin intermitentes y con la puerta del conductor abierta, cruzada encima de la acera. las mangas del jersey verde llenas de kleenex usados. un viejo con bastón moviéndose con dificultad a un segundo y medio de mí. militó en el antiguo psuc hasta que lo atropelló un tren hace un millón de años. la chica de la tienda de lencería hablando por teléfono en la puerta, sonriendo. nunca he visto a nadie que entre en esa tienda y ella tiene unas converse verde trébol y un novio con la nariz quemada por la farlopa. conjuntos a veinte euros colocados sin gracia en el escaparate. testigos de jehová de dos en dos en la esquina, a punto de cruzar. los tilos todavía están desnudos y quizás esta noche vuelva a llover una lluvia finita como la de ayer. en ese momento pensé en que extraditaron a cavallo. imágenes de cuerpos cayendo en el atlántico. a ana alguien le dijo que es la manera de empezar a calmar el descontento, una mecánica de distracciones. ahora sí, buenas noches

domingo, 30 de marzo de 2008

t!, que fabrica trina (o schweppes), en su versión té negro con limón tiene el sabor dulce de los polos de hielo con sabor a cola de cuando éramos pequeños. a sorbitos, me gusta dejar que se caliente en la boca, cerrando los ojos, tragándolo despacio. apenas hay nadie en la calle y paco está contento porque no llueve. he comprado la vanguardia en la gasolinera de la calle balmes y el suplemento tiene una portada llena de colores bonitos que habla de todas las primaveras posibles. o algo así

el sol brilla en la ventana. nunca sucede nada. no sirve de nada creer que la inercia te lleva a un sitio mejor que éste. domingo de veintitrés horas. basta con una venda en los ojos y seguir caminando, da igual a dónde

(en la parada de autobús, chicas de colores diferentes, calladas, con la mirada distante. chicos magrebíes sentados en los bancos de madera que hay detrás. la chica pelirroja sube la última y yo cruzo entre los coches detenidos, semáforo en rojo, domingo en el extrarradio de la gran ciudad)

sábado, 29 de marzo de 2008

en buenos aires, la protesta por la reforma agraria inunda la capital de manifestaciones. en el aire de la noche todavía restalla la cacerolada de hace unos días. ana se mueve sola en la ciudad infinita. autobuses que cruzan la telaraña de calles. las ganas de volver al ruido de barcelona y de prestarme ese libro del que me habla, sin título ni autor

ana terminó de cenar. era pollo con salsa de manzana y pasas. estaba bajo de sal y no pudo evitar quejarse un poquito. se acaba la magia del principio, y es algo que uno nota en una comida desabrida. aquí —más o menos, a once mil kilómetros de distancia— amanecía un día gris. mientras, ella me escribía un correo electrónico en cuyo asunto puso finales de marzo

el agua tibia de la ducha a la siete de la mañana. sábado, buenos días, algo dulce para desayunar

viernes, 28 de marzo de 2008

colorín. es viernes. tuesto pan, un trozo de pan blando y sin gracia, pan de supermercado triste. caliento agua para deshacer en él la crema de almendras. el agua se acaba, eso dicen todas las portadas. moriré viejo y seco en un piso lleno de recuerdos y rencores. mientras miro la llama azul del fuego, pienso en los esquemas detallados sobre la práctica abortiva en un feto de veinticuatro semanas que he visto esta mañana. nunca pensé que fuera así. de hecho, las cosas —en general— nunca parecen ser así. siempre parecen mucho más asépticas, frías, distantes, y en la práctica son dolorosamente vivas y blandas. tanto da. cierro los ojos y me piso el pie izquierdo. el agua hierve con un burbujeo colorado

jueves, 27 de marzo de 2008

las probabilidades de que salga bien a la primera son mínimas, pero el jugador de fútbol no se lo piensa y patea la pelota con todas sus fuerzas, al único sitio donde el portero no puede llegar. los vasos comunicantes que unen su suerte y la mía hacen que él pase la noche follando como un loco, después de haber metido un gol bonito y para nada importante (si exceptuamos la imbecilidad ésa de las estadísticas), y que yo empiece a sangrar como un cerdo otra vez, justo cuando estaba con la segunda sílaba de la palabra victoria

y el mundo arde en huelva

miércoles, 26 de marzo de 2008

me encuentro mejor, decididamente. en unos minutos, españa jugará contra italia un partido de fútbol cuyo resultado no tendrá mayor trascendencia. ayer comí azuki y arroz. hoy comí azuki y arroz. mañana comeré azuki y arroz. los días se suceden sin apenas diferencias entre ellos. una superficie de hielo aparentemente homogénea bajo la cual duermen un millón de peces negros, esperándonos
hoy todo fue deliciosamente gris, átono, poderosamente metálico. desde mi imagen gastada en el espejo, con unos pantalones demasiado grandes y barba de una semana, a los diferentes trabajos —dípticos, carteles, plafones y un largo etcétera de papel manchado— que fui perpetrando con interés cambiante, pasando por la red inmensa de túneles que son las tonterías en las que pienso porque soy incapaz de dejar de pensar en todas las direcciones

una pausa en ese movimiento errático son los correos electrónicos que cruzo con mis amigos en los que parezco un imbécil sin sentido del humor. otra pausa es la paja que me hago mirando fotos de yolanda morín. eyaculo un semen amarillento que no huele a nada

el sábado es casi el mejor día de la semana, pero eso todavía es una nubecita lejana. imagino una bala infinitamente lenta que alguien me dispara. puedo cruzarme en su trayectoria a sabiendas de que no sucederá nada: el metal avanza de una manera imperceptible, desafiando todas las leyes físicas. puedo salir a su encuentro y esquivarla en el último momento. puedo jugar con ella como si jugase con el viento en el asiento del copiloto, con la ventanilla bajada y la radio hablando de la muerte de richard widmark. puedo jugar con esa bala a que yo no moriré nunca
sueño con maricas abrazados que se tiran desde un octavo piso. nadie puede separarnos, lloran ante las cámaras de televisión minutos antes. todo el mundo se hace eco de la noticia. maricas de pollas flácidas y rojas que se abrazan hasta parecer siameses, escorpiones anudados hasta casi romperse. maricas delgadísimos que caen durante algo menos de dos segundos y tardan cuarenta y tres días en morir. eso decía el titular del periódico y con ese número me he despertado, cuatro minutos antes de las siete de la mañana

y ahora está lloviendo

martes, 25 de marzo de 2008

la sala está llena de chicos sucios, famélicos, medio desnudos, que caminan entre las columnas, arremolinándose entorno a ellas. uno de los mayores golpea los genitales de un pequeño en cuclillas. éste chilla de dolor y se caga encima. despierto. es de noche aún y estamos detenidos en mitad de ninguna parte. la cortina tupida tiene unos agujeritos que dibujan constelaciones precisas y lejanas. agujeritos más grandes y más pequeños, formando un cielo únicamente mío. pienso en la vía láctea, en las pocas cosas que sé de astronomía. luz emitida hace miles de millones de años y de la que ahora empezamos a desentrañar misterios. no quiero moverme. realmente, apenas quiero nada. me acerco la mano a la boca para sentir mi aliento y abrigarme un poco así. es suficiente
martes por la tarde. dos vueltas a la llave en el sentido de las agujas del reloj, un tramo de diecinueve peldaños, otra puerta, trece peldaños más y el calor sofocante de la estufa. el sonido de los ordenadores encendidos. el vacío hecho de penumbra. tres horas más en la oficina, de tres y media a seis y media. soy el primero en llegar. me siento bien, anudado a mis fluctuaciones. cambio el fondo de escritorio de tyler durden por el de jack y abro el photoshop. nada ha cambiado aquí
el viento trae nubes negras vacías de electricidad desde algún sitio lejano y frío, lleno de edificios abandonados. la ropa está enredada en el tendedero, en cuatro alambres que tiemblan como niños asustados. veintidós metros más abajo, la piscina llena de verdina, sin que se vea el fondo. flotan bolsas blancas de plástico y hojas que forman costras en una herida imaginaria. la superficie del agua se riza ligeramente y siento el vértigo como algo que me encoge el sexo hasta hacerlo explotar silenciosamente

a lo lejos, un ciclomotor con dos personas arranca pesadamente. la chica que va detrás lleva un chándal rosa. a esa misma hora, dentro de cinco días, estaré subiendo las escaleras del estudio para cumplir el horario de la tarde. todo seguirá igual o parecido, sin apenas diferencia

miércoles, 19 de marzo de 2008

no te haces hombre hasta que no le limpias el culo a tu madre. frase en un artículo sobre mark everett en el esquire de marzo

mi madre tiene cáncer de útero y yo tengo cinco años. le cuesta levantarse de la cama y entre mi hermano y yo limpiamos la sangre de la cama, metiendo las sábanas en la lavadora, ayudándola en todo lo que podemos. en mis recuerdos no está mi padre y sí un montón de agua roja en un barreño azul

semanas después, cuando la operaron, mi hermano y yo nos quedamos en casa de una amiga de ella. su hija mayor, virginia, nos enseñó a leer. a mí me gustaban los ovnis por encima de todas las cosas. me pasaba el día mirando el cielo buscando una luz que, de repente, se hiciera más y más grande, algo que nunca llegó a suceder

martes, 18 de marzo de 2008

salgo a las ocho del acupuntor. he dormido durante casi toda la sesión, en una nube confortablemente anaranjada y caliente. al salir, el aire frío de la calle me recorre la espalda. al final de la calle, una pizzería abierta

todos depositamos nuestros sueños en cosas así de peregrinas. los dueños le hacen fotos a un local recién inaugurado, sin nadie dentro, pulcro, aséptico. un rótulo con un teléfono de servicio a domicilio. un nombre que ya no recuerdo. dos hornos de leña y una chica gorda que sonríe. por dentro es de obra vista. acelero el paso. quiero llegar a la herboristería para comprar azuki. pablo, el acupuntor, me ha dicho que esas legumbres son bien toleradas en general por cualquiera con problemas digestivos. usted puede probar —siempre me llama de usted—, porque con miedo no se puede vivir. además, miedo y estrés van siempre juntos y usted se lo nota. yo asiento con la cabeza y con un ruido que parece un sí lejano mientras me visto. prepárelas como si fueran lentejas, y sonríe. ya me dirá cómo le van

hojas de laurel que rompo con los dedos antes de

lunes, 17 de marzo de 2008

he pasado toda la mañana escuchando la edición de unknown pleasures que mis amigos me regalaron por mi cumpleaños. cantando las canciones en voz alta, moviendo los brazos de esa manera espasmódica. un frío de no poder pensar, o de no saber hacerlo en la dirección correcta

pensar en la dirección correcta, convirtiéndome en una persona de bien que se viste con ropa de su talla y sabe qué hacer con los bancos y los pagos. una persona que mantiene relaciones sexuales con una sola persona —a la que le une una relación sentimental sólida, bidireccional y correspondida—, casi como un contrato de compra-venta de afecto. que decide perpetuar su semilla humana y todas sus esperanzas y frustraciones en un cachorro poco peludo que le llamará —con el tiempo— papá o algo así de atroz

pensar en la dirección correcta. me hago una paja, follo con una desconocida, me ducho con más jabón de la cuenta, me deprimo pensando en mi polla, canto wilderness con los ojos cerrados. en ese momento no lo sé todavía, pero un mecanismo de origen desconocido en el interior de mi cabeza me hará pasar la tarde en el sofá de aquella-chica-con-la-que-vi-juno, mirando fotos de egipto, cerdeña y marruecos, pensando en algo parecido a la dirección correcta

mirándole los tobillos y escuchando en la radio esa canción de los eagles

domingo, 16 de marzo de 2008

una colección de tomates grandes y tristes que no saben a nada. aprovechar la comida que sobró de ayer, calentándola dos minutos en el microondas. el millón de cristales en los que se rompe un vaso en el fregadero. pensar en lo que decimos realmente cuando decimos te quiero. esta mañana he visto control, la película de anton corbijn. he tenido que dejarla en pause más o menos para cuando nace natalie. combato la tristeza con una paja que lo pone todo perdido. un sol precioso deslumbrándome en los cristales. después han venido daniel y edurne un ratito y he dormido toda la tarde

(de repente me he visto en la calle, sin saber a dónde ir, qué dirección tomar. todo estaba ardiendo, nada ofrecía esperanza)

sábado, 15 de marzo de 2008

en el correo electrónico, cuatro fotos de ana desde buenos aires, un perfil, un cielo, una tierra, un mar. también fruta

me levanté temprano. los sábados me trago un montón de documentales en la tele, da igual que sean sobre tejones en canadá, calamares gigantes en nueva zelanda o indios en el amazonas. me apetece salir, pero me hago dos pajas antes de decidirme a hacer algo con mi vida. soñé con el capítulo siete de perdidos. todavía no está colgado en la web de pirateo desde donde los bajamos y eso me crea un estado de ansiedad que no sé definir. pongo shellac y mission of burma a la vez, a todo volumen. la bola de sonido me acelera, me dice que sí, que ya está bien. que me marche ya

agua caliente y jabón neutro sanex, transparente y pegajoso como eso que te sale de la polla y que sabe a clara de huevo. estoy inaguantable hoy. buenos días

viernes, 14 de marzo de 2008

una camisa de cuadros rojos y blancos y un aspecto aseado mientras me lavo los dientes con fuerza ante el espejo, gruñendo. una tarde de invierno que es casi primavera, la gente conocida arriba y abajo, saludos y sonrisas. las grúas clavándose en el cielo vacío. una canción en la cabeza, that's when i reach for my revolver, un zumo de melocotón en el bar de paco, sorbos pequeños y dulces, un sol lánguido que se distrae con las ramas desnudas de los tilos. no pensar en nada porque, realmente, nunca-sucede-nada

jueves, 13 de marzo de 2008

betty, pequeño bulldog friolero, duerme delante de la estufa. es mi casa y me agacho a su lado, la acaricio hasta que abre un ojito y me pregunta por qué me jodes? no ves que intento descansar después de un durísimo día de sueño y juego? intento hundir mis manos en su pelo de color café y mientras me enamoro de la paz animal que me regala, no puedo evitar que los ojos se me llenen de unas lágrimas tontas con las que nunca podrías —ni tú ni nadie— hacer joyas. ahora sí, buenas noches
me gusta la luz que hay en el bar de paco. la televisión funciona en cualquier mierda, la estufa de butano detrás de mí y una mesa en la que juank y yo desmenuzamos personas y chistes privados. apenas pruebo el agua con gas —no sé ni por qué la pedí—, él bebe cerveza y marina llegará en un ratito: hoy es jueves y hay cena en casa de los padres de él. retenciones en la ronda. una niebla perfecta para escuchar música rusa se abraza en las calles a las personas tristes

(me gusta cómo huele marina, cómo se agacha espectacularmente para darme un beso en la mejilla. me gusta cuando habla y gesticula y cuando ríe con su boca perfecta. su pelo recogido en algo vagamente moño y sus manos y sus dedos. mientras llega, doblo una servilleta de papel en un millón de trocitos que buscan geometría)

es imposible llegar más lejos que hoy. vámonos, betty

miércoles, 12 de marzo de 2008

desgana generalizada y mañana más. miro fotos de chicas con las tetas gordas mientras pienso en irme a duchar, en irme a dormir, en dejar de perder el tiempo delante del blanco sucio de la pantalla. tengo un dolor que me está avisando en las tripas, un dolor con la punta líquida, envenenada y roja como la manzana del cuento, un dolor que es una espada clavada en el vientre. y, mientras, las fotos de las chicas, fiestas y bikinis, ruidosas y tetonas hasta el aburrimiento. es imposible que la polla se me ponga dura, pensando en el retortijón que me va a dar la puta noche. entonces, pienso en amelia

pensamientos elípticos alrededor de ella. amelia que viene y va con su sonrisa de oro. imágenes del temporal, de los días tristes, de las calles brillantes por la lluvia, del ruido en los bares sucios y llenos de gente que grita más aún. imágenes de la distancia en años luz que une su sexo y mi sexo, en un temblor que nunca se deshace. imágenes de nuestras bocas que se juntan sin que nadie lo sepa. así, el mundo a oscuras y la vuelta al

martes, 11 de marzo de 2008

sueño, frío y fiebre. todo yo soy una mancha roja, grande y temblorosa. como mejoro y empeoro sin hacer nada, bruscamente, sólo puedo aspirar a que, en una de estas subidas y bajadas, no me atropelle un tren. buenos días

(soñé con dana. nos duchábamos juntos y por el desagüe salían minúsculos pececitos de color naranja)

lunes, 10 de marzo de 2008

leo a claudio magris, pero lo leo en diagonal porque, en el fondo, no me interesa demasiado. o sí, pero tampoco demasiado. matar el tiempo con el danubio o con cosas peores

eso sí, sueño con claudio magris. en mi sueño, él es teniente de la wehrmacht y está en el frente oriental. yo a veces me cuelo en su casa para meter zapatos en bolsas de plástico que anudo con cuidado y escondo debajo de las camas, detrás de las estanterías. las camas siempre están deshechas y siempre están vacías, como si durmieran personas invisibles y calientes que se desordenan en un millón de habitaciones, porque la casa es grande, mucho, casi infinita. casa de puertas y más puertas, casa laberinto sin sol. y nunca hay nadie, tan sólo la sombra de claudio magris, teniente de la wehrmacht en el frente oriental. y fotos de chicos jóvenes en bicicleta

amo esa casa porque es casi mía a tiempo parcial. a veces me escondo y veo a esos chicos en el parque de enfrente. me siento en un banco, muy cerca de un viejo inmóvil, y simulo conversar con él. los hijos de claudio magris conducen bicicletas de color turquesa y color naranja —colores que nada tienen que ver con el frío cerca de moscú— y se peinan con raya al lado. chicos que se abrochan todos los botones del polo y siempre piden las cosas por favor. yo sigo con mis conversaciones con el viejo que no se mueve. apoyo mi cabeza en su hombro y tengo la sensación de tener el mejor escondite que existe, el amor

un milisegundo antes de que suene el despertador, claudio magris ha vuelto del frente y está sentado en el sofá. habla en un idioma que no entiendo y me mira. estoy allí, entre todos sus hijos sonrientes y llevo en la mano una bolsa de plástico con un zapato dentro. la puerta está abierta y querría marcharme de allí, pero tengo miedo a un millón de cosas

domingo, 9 de marzo de 2008

amelia se desnuda y me abraza. nos hacemos el amor por primera vez en una ciudad en medio del desierto. es de madrugada, ella tiene las uñas pintadas de blanco y jugamos a hacernos fotos cuando se hace de día. tengo ganas de llorar al recordarlo, pero no se lo puedo decir a nadie

años después, y según los primeros sondeos a pie de urna, zapatero gana las elecciones con claridad, por encima de un mariano rajoy que nunca entendió nada
por responsabilidad democrática, por higiene política, para no ser cómplice de las mentiras de todos ellos, no voto. hoy es un domingo a un sol que no existe, gris y enfadado

(qué diferencia con ayer, con juank y marina y daniel y edurne y irene y josep maria. pasamos el día en manresa. si cerraba los ojos, parecía que por fin había conseguido la felicidad, una pequeñita pero sólo mía. manga corta y calor primaveral en mitad de la nada. la comida preparada con cariño y el humo del fuego que dora la carne. hablando de veinte cosas a la vez, riéndonos mucho, queriéndonos. los abrazos cálidos al despedirnos. siempre es igual y siempre es bonito)

sábado, 8 de marzo de 2008

hace un sol precioso esta mañana. me acabo de duchar y huelo a jabón, a nubes, a película de isabel coixet. subo el volumen de la música. con sígur rós, la casa vacía se llena de chiquillos rubios caminando entre hojarasca. acantilados y cenizas. pienso en el tipo muerto de ayer, en los cuatro años perdidos para la paz, en la noche de mierda que he pasado. no, nada va a joderme este sábado en manresa

viernes, 7 de marzo de 2008

un hombre mata a otro en arrasate. las calles se llenan de gente y de silencio. una niña aparece muerta en huelva, en el mar. un golpe en la cabeza tan grande que se aprecia a simple vista, pese a lo avanzado de la descomposición del cadáver. la madre precisa atención médica, presa de un ataque de nervios. la jornada de reflexión estará llena de banderas españolas y crespones negros. también de insultos. los diarios quizás traigan más páginas, no sé. yo espero pacientemente el capítulo número seis de la cuarta temporada de perdidos. la otra mujer se llama. la muerte del hombre en arrasate no me produce la más mínima emoción
ella se llama maría jinesta y es miliciana republicana. hotel colón de barcelona, tres días después del golpe de estado fascista. creo que es imposible saber qué sucedió después. la fotografía, hermosísima y limpia, es de juan guzmán

jueves, 6 de marzo de 2008

ana me dijo esta mañana que llovía en buenos aires y a mí se me empezó el día con un nudo de agua y nubes en la garganta. sus palabras tienen siempre el efecto contrario al de un strepsils. después se me fue olvidando esa soga, a base de amontonar dibujos en el trabajo —jueves de dibujar planos y mapas, algo que odio— y de pensar en todas las cosas que me aterran y me vuelven, cada día que pasa, un poco peor persona

la lluvia se hace remolino en las alcantarillas, rugen las tapas enfadadas, la corriente calle abajo se lleva las hojas de los árboles como si fueran flotas troyanas enteras, camino de la nada. volver a casa sin paraguas puede convertirse en una aventura de verdad: cada salto es un mar y cada portal, una cueva, y dentro, cuarenta ladrones sin apenas luz. eso decía el cuento, previsión de borrascas hasta el verano que viene

allí te espero, porque el tiempo entre nosotros se junta de una manera extraña y cada vez más sonriente. así

miércoles, 5 de marzo de 2008

ah, sí. la chica con la que fui al cine el sábado me ha llamado hoy sólo para saber cómo estaba. he sonreído, hemos hablado de cosas que ahora no recuerdo y después ha empezado a dolerme algo dentro. un dolor oblicuo y romo que late como si se estuviera desperezando. nos veremos otro día? sí, claro, le digo. cuando quieras. después, he vomitado para adentro, justo como me enseñó juank. nadie se ha dado cuenta: el pan sigue tostándose; betty, dormidísima, respira el aire caliente de la estufa; mi madre cambia de canal buscando no sé qué y yo sólo puedo decir que la culpa de todo es mía. ahora sí, hasta mañana
arriba y abajo, más arriba que abajo, más abajo que arriba, sin explicaciones posibles. yo qué sé, que mejor no pensar, que un día estoy bien y otro no, o menos bien, sólo es eso

o que me apetece ver la tele hasta quedarme dormido con cualquier mierda. o que me receten una infancia diferente en inyecciones. o un billete de autobús al fin del mundo, para llorar hasta que se me escarchen los ojitos y volver a beber hasta reventar. buenas noches
hoy he recibido un correo electrónico de ana. acaba de llegar a buenos aires, supongo que porque lo más tentador del mundo es, una vez has huido, no volver o tardar mucho en hacerlo, si es que

ana mira por la ventanilla y en el retrovisor apenas se reflejan las personas, los edificios y las carreteras. todo eso que desaparece con el tiempo. los bocadillos de los puestos callejeros, eso sí, le recuerdan repetidamente a mí en todas mis maneras, hasta cuando soy traslúcido como ahora

a mí se me pone el corazón en la garganta y entonces dejo de pensar y sólo añoro, de una manera errática y confusa, da lo mismo a quien porque en todas soy igual de imbécil

martes, 4 de marzo de 2008

el frío viene de repente, se cuela en las habitaciones, en las luces, las miradas, en la manera de caminar de esa chica cuando sale del trabajo. caen cuatro gotas de mierda, a cámara lenta, sin que nadie las vea. tiro la bolsa de basura en el container gris y pienso en el partido de fútbol de esta noche. la rutina tiene forma de tubo

tengo la cabeza llena de ángeles. loida sonríe, está húmeda y me encanta. le compraría un collar rojo de cuero y la sacaría a pasear por ciudades desconocidas-en-la-tundra-siberiana. cuidaría de ella, no dejaría que le doliera la espalda, no la compartiría con nadie y me masturbaría a su lado sin dejar que me tocase, más o menos como ahora. ella le haría fotos al cielo porque hoy está precioso y se correría con los ojos cerrados, apretando mucho las piernas, sintiendo que se deshace en

imágenes de olas inmensas estallando

lunes, 3 de marzo de 2008

rajoy habla de lo que afecta a los españoles mientras preparo el arroz que comeré mañana. habla de inflación, del pollo y los huevos, del financial times y de otras cosas que se me van alejando en la cabeza. espero pacientemente que empiece csi. me gusta cómo camina gil grissom, decidido y cowboy al mismo tiempo. pongo el arroz a fuego lento y lo tapo. apago la luz de la cocina. mañana empieza el frío otra vez, avanzando la edad de hielo que empieza el domingo, gane quien gane las calles sucias

(añado que ese debate de mierda insulta mi inteligencia. buenas noches)
en la bandeja de entrada del correo del trabajo, mil doscientos veintitrés mensajes. una vez descontados los que provienen de rafa, daniel y juank, se quedan en mi doscientos quince. descontamos también los publicitarios y los boletines de noticias, y tenemos mil doscientos ocho

eso soy esta mañana, mil doscientos ocho correos electrónicos sin leer

domingo, 2 de marzo de 2008

esta noche he ido al cine con una chica a la que no conocía casi de nada. hemos hablado de cosas triviales mientras hacíamos tiempo para la sesión de las once menos diez, juno en la sala nueve de los multicines kursaal. juno, una película pequeñita y hermosa que me ha enamorado casi desde los títulos de crédito. después la he acompañado a su casa y nos hemos despedido con un abrazo cortito y un beso en la mejilla. la calle era sólo del frío y un sinfín de gatos gordos. cuando he cruzado el puente sobre la autopista, los coches en dirección terrassa estaban parados por un accidente quinientos metros más adelante. una procesionaria de luces rojas brillando quince metros debajo de mí. por un momento he pensado en algo dulce llenándome la boca. sin sueño, arrastrando los pies al caminar

sábado, 1 de marzo de 2008

una mujer rubia y vestida de blanco me habla de su paso por auschwitz. la escucho atentamente, pero no puedo evitar mirar como unas calabazas de halloween arden a su lado. las paredes de la habitación están manchadas de óxido. ella sonríe, bebe té y me invita a beber de su taza. cierro los ojos y, en un acto de comunión, obedezco. arrodillado a su lado, me acaricia la cabeza y susurra: ahora tienes que aprenderte los números. despierto. es sábado