sábado, 1 de marzo de 2008

una mujer rubia y vestida de blanco me habla de su paso por auschwitz. la escucho atentamente, pero no puedo evitar mirar como unas calabazas de halloween arden a su lado. las paredes de la habitación están manchadas de óxido. ella sonríe, bebe té y me invita a beber de su taza. cierro los ojos y, en un acto de comunión, obedezco. arrodillado a su lado, me acaricia la cabeza y susurra: ahora tienes que aprenderte los números. despierto. es sábado