domingo, 26 de abril de 2015

(calles que se abren como venas a otras calles, desangrándose en un orden que no es tal, calles que se abren a ríos de sebo y purpurina, gitanas vencidas en la corriente, remolino de rezos en el cielo de la boca, estrellándose en los portones de madera, la sucia vida familiar, el maquillaje y el perfume, las caderas de júlia contra el cloro)

lunes, 20 de abril de 2015


(envuelvo mi cuerpo desnudo junto al cuerpo de nu nu, abrazándola, atrapándola, tenemos que hablar, no te duermas todavía, dice ella, no te duermas todavía pero me dejo caer y despierto cuando grita: la lámpara se está moviendo, ahí, encima del armario, deslizándose hacia atrás hasta tocar la pared, un gran insecto que busca esconderse entre bolsas blancas de basura, despierto, en la cama de mi madre hay sentada una niña sin ojos y sin piernas, grito y mi voz es arameo, lengua profunda, llanto antiguo del recién nacido contra el fuego de mis manos. envuelvo mi cuerpo y su cuerpo y siento amor y debilidad y también cansancio y luz estrellándose contra mis ojos, clavos y cristal)

sábado, 18 de abril de 2015

(los pequeños gitanos compran un caballo que encerrarán en el cobertizo, entre calderos de cobre y espadas a medio forjar. cuando suba la corriente del río y convierta la calle en un lodazal, cuando mi padre entre las bolsas de comida, cuando mi madre encienda las velas y tome nuestras manos para rezar alrededor de los pétalos de corpus, los relinchos desesperados del animal, el pánico en sus ojos a cada mordisco: colgará de su vientre un racimo de niños como lobos empapados)

jueves, 9 de abril de 2015

(aquí hay una pirámide excavada en un claro del bosque, una pirámide como una fosa gigantesca llena de escaleras y caminos o un barranco rodeado de chopos desnudos levantándose como garras hacia el cielo. desciendo con cuidado, sin asomo de vértigo: en la cima profunda hay un teléfono con el que podré hablar con marta y despedirme porque marta está muerta como muerto está su hermano y tanta gente que queríamos y ahora sólo puedo decirle adiós y cuánto la quería marcando un número que está ahí, en la pantalla, en el fondo de una tierra fría que se cierra poco a poco sobre mí hasta que despierto, atravesado por un hierro de pena)

martes, 7 de abril de 2015


(una vez desecada la marisma, detrás de las rejas inmensas y los muros altos, era ahí que debía ser edificada la promoción de viviendas más grande de todo bucarest, seiscientas grandes casas como seiscientas burbujas para los hijos del régimen, un mundo que duerme asustado dentro de un mundo que se hunde desde hace treinta años y que ahora es un mar furioso, profundo y negro, un mar de puños o lenguas que golpean contra las paredes de piedra, un mar en el que se lamen las serpientes que me despertarán)

lunes, 6 de abril de 2015

(los niños se bañan en el depósito de agua del sótano, un viejo rodebaer olvidado por los soldados holandeses: el agua se ilumina con sus cuerpos y los peces de philippe —bestias aún jóvenes, siluros grises y voraces traídos desde el lago— se mueven a su alrededor como sombras transparentes o pañuelos de seda)

viernes, 3 de abril de 2015

(el suelo bajo el suelo —la inmensa tierra bajo el cálido parquet, la baldosa hidráulica, la loseta de gres, el cemento nublado por el polen, el asfalto, la hierba quemada—, el suelo que se hunde un poco más a cada golpe que respira dentro de mi pecho. el suelo, una marisma acristalada que amenaza rotura y que ahora ocupa todo lo que soy y está a punto de caer, apenas pendiente de un hilo. el suelo, hundir las manos y sentir el frío, el hueso, la humedad, saber que es el único lugar seguro cuando todos callamos)