domingo, 27 de octubre de 2013

(sueño que morgen, el niño médico de la última fila, me aparta de los demás, me señala los ganglios hinchados y duros como piedras, bultos que se mueven como cabezas de serpiente dentro de uno, estás enfermo, dice, quédate aquí, escóndete en el carbón, escarbo un túnel y alguien me sigue, me abraza, aguas calientes y estancadas, no me duelen pero temo que reviente, todo lo que has querido está aquí, despertar, cambiar la hora, domingo y seguir vivo)

martes, 22 de octubre de 2013

(sueño con un viaje en coche fúnebre y con niños que son perros franceses que vuelven a ser niños y que me llenan de amor mientras el arquitecto al volante recorre una via aurèlia infinita y bordeada de magnolios que llueven mariposas nocturnas sobre nosotros hasta que despierto gritando porque están en mi pecho y se mueven lentamente, con las alas grises, temblando un ruido sordo)

lunes, 21 de octubre de 2013


martes, 15 de octubre de 2013


lunes, 14 de octubre de 2013

(mis tripas se derraman sobre las agujas de pino de la calle mauritània, sobre los pequeños cachorros dorados que me lamen las manos, sobre las hojas secas de plátano que caen girando sobre el asfalto, sobre la sonrisa de ana barluenga y el sudor de nuestros vientres y sobre todos esos niños de rodillas sangrantes que algún día morirán de frío en el ártico)

domingo, 13 de octubre de 2013

(los canales de televisión acaban vomitando el mismo tirabuzón de mierda a todas horas, un sótano a oscuras o un bosque quemado en el que engordar y engordar y seguir jugando a los espejos deformes y al dolor de espalda y a los ojos llenos de óxido y al último golpe en la pared)

sábado, 12 de octubre de 2013

(todas esas banderas, viejos hinchados ensuciando las calles del centro, náuseas y tristeza enquistándose en la garganta, arrugas embarradas de maquillaje y gas hinchando los pulmones, las vidas de más y de menos en el corazón del cerdo)

viernes, 11 de octubre de 2013

(sueño con valentín roma y un avión holandés que se estrella en la pantalla de televisión y nuestro viaje a través de la ciudad a oscuras buscando niños supervivientes, laberinto de escaleras, asfalto, neones, veteranos de guerra que mendigan sólo una moneda para poder limpiarse, camino de la última dársena del puerto, del silo donde su mujer está dando a luz entre los agentes de consigna)

martes, 8 de octubre de 2013

(mi padre espera en el porche de la casa que tenemos en el bosque, tiene una hermosa corbata azul con estrellas que dibujan plagas, la primera hojarasca del otoño desvela mis pasos, sus manos manchadas de sangre, las piernas de una mujer en la puerta entreabierta, nylon sin zapatos, despierto, martes, silla de madera en la que seguir cortando los días)

sábado, 5 de octubre de 2013

(la princesa rusa cena sola en la última mesa del restaurante y yo quiero ser el charol de sus zapatos bicolor y la seda china de su vestido selva negra y el cuerpo de cristo y también su sangre pero sólo soy un hombre que se deshace en el espejo, una mancha marrón sin cara, una sombra que tamborilea sobre la mesa de madera con las manos como serpientes albinas o medusas, manos como pequeñas garras de oso sobre las que vomitar el sueño que se desvanece con el primer rayo de sol)

viernes, 4 de octubre de 2013


jueves, 3 de octubre de 2013

what ya gonna do, what ya gonna do when it's over?
(sueño que el falsificador jonatan lara, apodado el sucre, ha dejado la cárcel y ahora cuelga velas de santero y collares de colores y páginas arrancadas del antiguo testamento en el cuarto de luces rojas donde seguimos trabajando con el ruido de la máquina japonesa manchando papel a siete mil hojas por hora y el olor caliente del revelador y las manchas en la película que nadie en el taller podrá disimular. sueño que el falsificador jonatan lara, apodado el sucre, ahora ha tomado el mando de la situación y ya no sonríe, ahora sabemos que es el mejor en su trabajo, que siempre lo ha sido, despierto y otra vez el fondo del mar)

martes, 1 de octubre de 2013

(en el sótano que vaciamos de carbón, tom bennet y el más pequeño de sus hijos con las caras convertidas en un amasijo de ratas y hurones que un segundo antes de despertar querrán comerme las manos, tragárselas enteras, un pozo negro en el centro del mar)

(horas después, mi reflejo en el espejo: la piel blanca y salada, la herida en el costado, la nariz sangrando mientras cruzo el desierto con los ojos cerrados)