viernes, 29 de noviembre de 2013


(ahí están los mejores jóvenes de su generación, recorriendo las calles, sacando a los cerdos de sus camas, matándolos a tiros en la puerta de sus casas, nosotros no tenemos nada que temer, aplaudimos la escena desde la ventana, los niños en la habitación están nerviosos, asustados, cuando pase todo regresaremos a portbou, compraremos una pizarra y tizas de colores, compraremos hígado de oveja, volveré a cocinar)

miércoles, 27 de noviembre de 2013

(fortaleza de arenisca en el desierto, una gran puerta negra y, detrás, la enfermedad, la epidemia, prohibido entrar solo, abrazar a los niños, protegerlos, huir a través de escaleras estrechas y empinadas hasta el cercado de caballos, guardar los palosantos con cuidado, los enfermos morirán y querrán venir y morder hasta que despierte)

lunes, 25 de noviembre de 2013

(en la fotografía, el culpable, el condenado a muerte, no tiene manos ni pies, tan sólo muñones llenos de pelo y dientes como pequeños topos disecados al final de las mangas del abrigo, al final de los pantalones de pana, tendrías que ver cómo le abraza su hija, cómo le sonríe, amor del que hace llorar)

viernes, 22 de noviembre de 2013

(el techo de la habitación amenaza con hundirse sobre mi cama: una mancha de humedad que crece por momentos y que cede poco a poco con la forma exacta del cuerpo en descomposición de ángela, mi vecina, mil años de grasa y amor, charco de pena si no abro pronto los ojos)
(los padres duermen en los colchones del comedor, en el suelo hay papel de periódico húmedo, amplificadores encendidos y guitarras sin apenas volumen, todos los niños en las habitaciones al final del pasillo, uno de ellos llora, lo tomo en mi pecho, intento calmarlo, su cuerpo es suave, una perfecta muñeca de látex que no puedo dejar de cuidar a pesar de notar el precinto de calidad mientras acaricio su espalda)

jueves, 21 de noviembre de 2013


(el pequeño inuit corre una y otra vez hasta el borde de la piscina del jardín sin atreverse a saltar, está anocheciendo, entro en la casa, hay hojas secas de un amarillo intenso junto a la puerta y un cuadro con el retrato que gary gilmore hizo de nicole baker, sé que ella es mi primer amor)

miércoles, 20 de noviembre de 2013

(el soldado polaco que camina cojeando delante de mí no es mi guía pero es seguro seguirle a través de las ciudades que son siempre la misma ciudad y siempre las mismas calles de la zona franca, los mismos edificios altos, las mismas ventanas de luz amarilla, la misma bauhaus aquí y allí y hasta el centro de la tierra, sólo sus pasos y los míos porque él sabe el camino y yo sólo quería irme)

martes, 19 de noviembre de 2013


(sueño que todos esos niños que duermen en mi cama son mis hijos, apiñados como cachorros calientes bajo el edredón, que la comida se enfría en la cocina, que dentro de veinte años habrá un entierro y mis pequeños estarán muertos con jeringuillas clavadas en los brazos, que todo está en las versiones corregidas y ampliadas del manuscrito voynich que tim roth hojea sobre la mesa de cristal negro del comedor)

lunes, 18 de noviembre de 2013

(sueño que milène joirr me regala trozos de musgo fresco, se sienta en el suelo, sobre la alfombra de hilo rojo, juega a cascabeles con un gato que antes no estaba allí, en la televisión encendida hay imágenes del último planeta descubierto, cascadas y medusas, hay un plum cake en el horno y me obsesiona haber cortado los trozos de frutilla exactamente regulares. despierto, ha dejado de llover y la cama está extraña, como si no se decidiera a desordenarse del todo y todavía bostezara)

domingo, 17 de noviembre de 2013


(sueño que acompaño a los cuatro niños con síndrome de down hasta el taller donde trabajan, en la via trajana, cosiendo batas de hospital. sueño que nos orientamos por las nubes con forma de dragón que viajan desde el mar y así sabemos cuál es el camino. cuando se despiden de mí, el pequeño paquistaní me besa y yo siento pena porque ahora no hay dragones que me ayuden a volver a casa)
(hay un bosque y un matarife sobre el suelo alfombrado de hojas amarillas, estoy desnudo de cintura para abajo y tengo las piernas llenas de arañazos, el hombre me mira y me habla de su madre y yo escucho y pienso en la mía, en si la abrigué lo suficiente. despierto, medianoche, vuelta al mundo)

sábado, 16 de noviembre de 2013


(las mismas manos de salvador sans —imagina a jim jarmusch enfermo y tambaleándose, apenas treinta kilos de piel y hueso y polvo, dientes negros y palabras lentas, resbalando, cayéndose del acantilado, estrellándose contra las rocas, desapareciendo en el agua sucia—, su mismo abrazo con el corazón, hacía tiempo que no te veía, me dice, pensé que te habías muerto, me dice, hijoputa, le digo, río, reímos, yo pensaba lo mismo pero callo —debo callar— porque salvador sans ya está muerto, lleva muerto la vida entera, nació muerto y ahí sigue, confundiéndonos a todos, el muerto más hermoso de la calle montcada)
(el profesor de izquierdas ahora es un trozo de piel inmóvil y suave al que cuida ainhoa rebolledo, antigua alumna y militante, medicación, limpieza, comidas, horarios, es su manera de expresar gratitud por haberle descubierto el valor de los últimos héroes de kronstadt)

(ainhoa rebolledo le acomoda la gorra roja —niki lauda ardiendo para siempre en su amasijo de hierros—, él intenta sonreír y tiene las manos sin carne, sólo piel y hueso, encogidas en un garra incapaz de atrapar nada)

viernes, 15 de noviembre de 2013

(ibrahim es profesor de primaria, pálido, de ojos claros, sin afeitar, por encima de los cincuenta, vestido con ropa cómoda, acostumbrado a mandar según los galones de su chaqueta, quiere mis manos pero no se las doy, estamos en el bar de una estación de tren, quiero pagar dos cafés y son dos euros con treinta y cinco pero el camarero se confunde continuamente con el importe, me da dinero de más, se lo devuelvo, ahora de menos, lo reclamo, me siento tenso y observado, río nervioso, ibrahim me pide el dni para fotografiarlo, no te conozco, dice, yo tampoco a ti, respondo, hubiera follado con él si no fuera por ese detalle de desconfianza, necesito desaparecer, las monedas no cuadran encima de la barra, el camarero levanta la voz y siento que todo el mundo me mira, nos mira, putos maricas, fuera de aquí, es entonces que despierto y dejo de caer)
(sueño que ainhoa rebolledo juega con su tablero de pinterest —estampados geométricos, skinheads, labios pintados de rojo— mientras ainhoa rebolledo lava los platos después de la cena, con picaduras en los brazos que se rasca hasta convertirlos en pulpa de palosanto que le chorrea hasta los pies y aviones de papel que caen desde el ático hasta que despierto)

jueves, 14 de noviembre de 2013


(sueño que lionel messi habla con su polla que es como una especie de hermano siamés entre sus piernas de mejor futbolista del mundo en horas bajas. sueño que lionel messi y su poronguita son un prodigio médico y ocupan las portadas de todas las revistas y hasta la imbécil de ariadna oltra les insiste preguntas como martillos en una entrevista de la que quiero huir pero es poco menos que imposible porque se me cuela en el edredón y me ahoga el pecho con un cuchillo de cocina y la camiseta mojada de fiebre hasta que despierto y pienso en jueves a patadas)

domingo, 10 de noviembre de 2013

(el marica gordo deja de entretenerse con las niñas del instituto y me sigue a través de los vagones del tren que nos lleva de portbou hacia el sur. ambos miramos por una ventanilla desde la plataforma: el mundo se mueve rápido, se balancea sobre las olas, se borra de mis ojos, no está donde debería estar)

sábado, 9 de noviembre de 2013

(oscurece. el vino blanco pudre las venas y las películas sedimentan en la pantalla a golpe de lágrima y bostezo, los fantasmas me dan caza, me dejo morder, llevar, enterrar)
(hay una mujer albina que se despide de sus alumnos y echa a correr, perdiéndose en una calle oscura que sé que se adentra en el bosque, el mismo bosque que mañana estará lleno de niños de colores corriendo como ponis rabiosos, animales a empujones queriendo ganar el futuro con mayúsculas doradas)

(pero sigo y sólo veo un gigante asombrado rodeado de más niños, suenan las campanas y son las ocho de la tarde, un hummer atascado en una calle peatonal atestada de gente y una boda a la que llego tarde porque me pesan las piernas y caminar deprisa es como hacerlo en el fondo del mar, un millón de atmósferas de presión a cada paso y los espejos llenos de peces abisales, jadeos y diarrea apretándome el recto con puño de plomo, el sagrado corazón de jesús en el pecho de cada invitado)

(la novia más hermosa es la mujer con la cola del vestido manchada de barro y sangre, sonríe porque me ha perdonado, tiene la espalda tatuada de dragones y lotos y tierra de nadie en el pubis, camareros filipinos preparan jeringuillas con buen jaco afgano porque esta vez sí vamos a ganar la guerra al despertar)

viernes, 8 de noviembre de 2013


(tengo los dientes negros y afilados, la piel gris, alguien a quien no abrazarías el día de tu cumpleaños)

martes, 5 de noviembre de 2013

(daniel conduce el toyota robado a través del desierto de nevada, apenas hay luz, la tormenta se desploma sobre la ciudad al final de la carretera: cuatro grandes colmillos de agua que caen como cataratas o martillos mecánicos, nubes de alambre negro que se derraman una y otra vez y asustan a los niños en el asiento de atrás, pequeños somalíes adoptados por laura sans —por quien siento un amor triste y ahogado que se pierde en el tiempo— y que protejo en mi abrazo para que no lloren, beso sus frentes, su pelo rizado, cada una de sus lágrimas, hablándoles en voz baja para salvar su corazón)

(marcus tiene hidrocefalia y ahora estamos a salvo, en casa, jugando sobre la alfombra de rombos difíciles de tejer, toco una vox phantom de cuerdas doradas y finísimas, los pequeños aplauden y ríen hasta que empiezan a sangrar por los oídos, despierto y son las tres de la mañana)

domingo, 3 de noviembre de 2013



viernes, 1 de noviembre de 2013

(leo que noventa y dos cadáveres en un radio de veinte kilómetros en el desierto, que madres abrazando a sus hijos, que niños solos, que cincuenta y dos pequeños, que treinta y tres mujeres, que siete hombres en pequeños grupos pudriéndose al sol, sin canciones de fondo ni película de spielberg)
(el perro es un cachorro mezcla de pastor alemán con pánico a la gente y a los coches y a los ruidos, hoy es el primer día que sale de casa y camina con miedo rozando las piernas de la chica, casi arrastrándose, mirándolo todo nervioso y asustado hasta que llegamos al semáforo y ella le ordena sentarse mientras le acompaña el lomo con un gesto enérgico, rozo su morro con los dedos, su lengua, su saliva, el hombrecito rojo ahora es verde y nos da el paso ante los coches)

(imagina la mejor cena de tu vida, los platos más deliciosos, los alcoholes únicos, incomparables. cierra los ojos y piensa que todo al final es mierda y gas y orín y sudor, manchas en la ropa a la mañana siguiente. abre los ojos y comprueba que la vida es realmente eso, lo que queda después de la vida, tan sólo el mismo miedo del perro que me atenaza el corazón y no me deja hacer nada que no sea vivir asustado, triste, viejo, cansado, menos que nada después de una jornada de trabajo, retroceder constantemente hasta donde ya no hay luz)