martes, 5 de noviembre de 2013

(daniel conduce el toyota robado a través del desierto de nevada, apenas hay luz, la tormenta se desploma sobre la ciudad al final de la carretera: cuatro grandes colmillos de agua que caen como cataratas o martillos mecánicos, nubes de alambre negro que se derraman una y otra vez y asustan a los niños en el asiento de atrás, pequeños somalíes adoptados por laura sans —por quien siento un amor triste y ahogado que se pierde en el tiempo— y que protejo en mi abrazo para que no lloren, beso sus frentes, su pelo rizado, cada una de sus lágrimas, hablándoles en voz baja para salvar su corazón)

(marcus tiene hidrocefalia y ahora estamos a salvo, en casa, jugando sobre la alfombra de rombos difíciles de tejer, toco una vox phantom de cuerdas doradas y finísimas, los pequeños aplauden y ríen hasta que empiezan a sangrar por los oídos, despierto y son las tres de la mañana)