viernes, 31 de agosto de 2007


me pregunto si mis padres estarán orgullosos de mí, de lo que he conseguido ser al cabo de treinta y siete años. intento pensar en una fotografía familiar que nos reúna a todos por primera vez en muchos años
el perro más tonto

un recuerdo te lleva a otro y así. de esta manera, he recordado esa vez en que, con trece años, estuve de acampada con los compañeros de clase en un viaje de fin de curso. pocas cosas de esos días, tan sólo lluvia y suciedad y pésimo arroz a la cubana hasta hartarte. y un profesor que era un desastre. y fumar porque te crees mayor

el recuerdo de cómo esa chica (imposible recordar su nombre) se cayó en el barro y todos nos reímos. barro sobre tergal celeste

las veces que me la cruzo por la calle y ella me mira y yo la miro y bajo la cabeza y ella con sus niños y yo con mis miserias y nada que decir porque han pasado veinticuatro años, una vida entera, pero ella recuerda y yo también

siempre te trae la culpa
suena el teléfono. les está celebrando su cumpleaños con isa y xavi, algo pequeño y familiar en la crepería de sant cugat. si no volvemos muy tarde, te pego un toque y echamos una cervecita en el local o la neu, me dice. sí, claro, le digo. sé de sobras que no saldré. no me apetece, sin entrar en muchos más detalles. me dejaría cortar una pierna antes que una cerveza en el local o la neu

en esa crepería la luz es amarilla y las mesas de madera clara. los dueños son peligrosamente argentinos

en el local las mesas son negras y las paredes rojas y la luz tiende a desvanecerse. y conozco a casi todo el mundo y eso es lo peor

en la neu las pizzas están bien y jacobo es un buen tipo

(les también sabe que no saldré, pero colgar sin una promesa de vernos pronto parece que traiciona la amistad que nos une)
los gatos se mueren de pena en los albergues para animales, dice la encargada. además, no tiene uñas y es viejo. nueve años son muchos años para un gato y será muy difícil —por no decir imposible— que sea adoptado. tampoco es de una raza especial y está gordo

escucho a ladytron mientras alguien que conozco me cuenta que esta tarde llevará su gato, ese gato, al veterinario. sólo es un pinchazo y se llama eutanasia. el gato no está enfermo pero ella ya no lo quiere. a veces vomita, pero eso es porque es un tragón. una mínima alergia, y las molestias derivadas del cuidado del animal, son los motivos por los que ha tomado tal decisión

mis conversaciones de msn. ajeno a todo, seguro que el gato duerme en el sofá rojo, ella en el portátil de la habitación contigua, los coches cruzando la ciudad de barcelona por una de sus arterias principales

y a mí qué me haría?
hace días, el mismo lunes

escuchamos a los shins mientras conduce edurne. las canciones son preciosas, brillantes, y todo es azul en el mundo que ellas dibujan. una filigrana de matices azules que se apagan y se encienden. al final de las calles, en medio de la nada, una feria. el infierno hecho bullicio y música y neones de mil colores diferentes. casi son las diez

ella aparca en un camino de tierra. daniel y yo volvemos a mear entre dos coches. todas las cervezas de antes ahora nos salpican los zapatos

el ruido ya no nos deja hablar y enseguida empezaremos a saludar a mucha gente, a todo el mundo, qué tal todo, qué tal tú
en la serie de fotografías, una chica de pechos pequeños y una cicatriz espantosa en el costado izquierdo, finge disfrutar mientras un hombre de mediana edad, calvo y canoso, le mea en la boca con una polla tan ridícula como la mía. la sonrisa de ella no es bonita, pero supongo que eso da igual en estos casos. la chica, que no es ni de lejos la quinceañera que anuncia la página, tiene el pelo recogido con una horquilla en un flequillo como muchos otros flequillos. flequillos de cuando sales por la noche por el centro, por los bares de moda, por los conciertos alternativos. flequillos que te dan un no sé qué aniñado y vulgar. la horquilla tiene forma de margarita de color rosado. en una de las fotos se pueden contar con claridad nueve pétalos

sí, al final te quiere. ésto era el amor y no te lo dijeron

benditos números impares
día de ingreso de nómina, de cero dinero, de conciertos en santa coloma, más o menos al lado de donde vive sandra, de cumpleaños de les, de aire fresco mientras hablo por teléfono frente a la ventana abierta, de voces lejanas en la calle, de andar descalzo por el piso

(concretar datos relativos a aquel trabajo, aquel cartel de ayer. un proveedor recomendado por marc. lo más barato posible. con suerte, poder sacar doscientos cincuenta euros limpios. poder vivir un poco más)

día de pelos desordenados, de piel seca, de final de vacaciones, de pasta de dientes con sabor a triple efecto clorofila. el fin de semana que empieza esta tarde es sólo un apéndice que reproduce con mimetismo lo que empieza a partir del lunes. la vida de verdad

o lo que me dijeron que era
en el fondo, es la necesidad apremiante de ser amado, de obtener pequeñas muestras de afecto que me hagan seguir siendo digno de seguir entre los vivos

pequeñas muestras de afecto, a veces palabras, abrazos, miradas y tactos que, suavemente, me limpien la piel de todos los errores cometidos

caminar con la piel sucia, desorientado, entre un laberinto de historias que no conozco

y esperar un te quiero que sonríe
en un momento de desconexión mental, me veo a mí mismo en una habitación grande, limpia, luminosa. tengo ante mí una pantalla de ordenador, más o menos como la mía, algunos papeles encima de una mesa grande de escritorio. junto a mí, alguien que valora mi trabajo y está satisfecho con el resultado. cuando quieres empezar?, me dice

a mí sólo se me ocurre babear y sonreír mientras me veo a mí mismo como un cachorro que lame las manos de quien le da de comer. mañana

al volverme a conectar, me veo en medio del mar, ahogándome, renunciando. quizás todo lo sucedido entre ese día de agosto de hace dos años y el día de hoy sea sólo un sueño, un paréntesis, y ese día realmente morí. todo lo sucedido desde entonces es una sucesión de sueños bonitos y pesadillas que se suceden ante mí como las casillas de una rayuela infinita

bajo un cielo lleno de nubes como líneas borrosas
estábamos en un hotel de lujo. teníamos entradas para ir a ver a los residents en un teatro. el teatro estaba en los bajos del hotel. era nuestro último día de vacaciones. las maletas estaban hechas y la chica de la habitación de al lado estaba detrás de nosotros en la cola del concierto. cubos de basura en las esquinas y, de nuevo, ruido de despertador al tiempo que

y mucho frío

buenos días

(me daba cuenta que me había dejado la chaqueta encima de la cama. subía deprisa por las escaleras y la puerta de la habitación estaba abierta. la chaqueta estaba donde la había dejado y desde la ventana se veía la gente esperando para entrar. la siguiente imagen es que no encuentro a lourdes y empiezo a tener miedo)

jueves, 30 de agosto de 2007

a mi cliente le gusta mucho el trabajo que he hecho con la información que me dio. está bien que quede contento con el cartel. personalmente, creo que es feo y que no vale gran cosa, pero es de ese tipo de trabajos que nunca irán a un premio de nada. es igual. servirá para cobrar algo de dinero y poder seguir respirando algo más de tiempo. servirá para que la gente sepa cuándo juegan sus partidos un determinado equipo de fútbol. cuando me da la mano la noto agradablemente áspera, con el tacto blanco del yeso. intento pensar en cómo es su vida después de aquí, en si tendrá hijos, en cómo será su mujer, en todo eso. en si le dirá te quiero o cocinará para ella. en si se abrazarán. tiene canas en la nuca y una empresa con catorce trabajadores. uno de ellos es su sobrino, me cuenta, pero a él no le gusta trabajar

cuando arranca en la furgoneta, yo estoy allí un ratito más, mirando cómo se hace todo azul y él me dice adiós con la mano, la que no he estrechado

y suena el teléfono, pero no lo cojo. no quiero que nada rompa ese momento
hablamos de política. jaume tiene los ojos muy azules y bebe cerveza. yo, agua con gas. tengo frío, un frío tonto. me he puesto la tejana. todo un año sin ponerme la tejana. un gato negro se esconde debajo de un coche. en la máquina tragaperras, un tío a quien no he visto nunca reventándola. monedas y más monedas mientras el gordo de la esquina, ese que sólo habla cuando está borracho, bebe una cocacola con algo dentro. fuma y mira la televisión

paco nos cuenta que han paralizado las obras y que de momento no tirarán su casa abajo. con suerte, quizás todos pasemos el invierno allí, primero en la terraza y después en la mesa de la puerta, la pequeñita y azul, o en la más grande del fondo cuando seamos más de dos o más de tres. allí dónde ahora se sienta cristian, quien ha cambiado los vasitos de vino por el zumo de naranja

en la calle, una chica delgadita que sube hasta la farmacia de la esquina. niños pequeños de la mano de sus madres. señoras con bolsas de la compra. el mundo aquí es pequeño, mucho. saludo a varias personas a lo largo de la tarde. david f se queda con nosotros un ratito. está increíblemente delgado. también de vacaciones. días para estudiar, dice él. david es alguien valiente, no como yo

porque soy la persona más cobarde del mundo, pero eso lo saben cuatro personas. cuatro es igual a un número muy pequeño de personas, no necesariamente cuatro. quiero pensar que, al menos las que me quieren, saben cómo soy

a ellos no querría engañarlos, no en eso ni por eso
según maporama.com, una conocida web de mapas online, el trayecto entre dos puntos concretos debería ser de once horas y cinco minutos, siguiendo una ruta preestablecida y a noventa y siete kilómetros por hora constantes. ni qué decir tiene que los trayectos, distancias y itinerarios son tan infinitos como los límites del imperio

lo que maporama no dice es que lo que realmente separa esos dos puntos es una vida entera y no mil ciento once kilómetros de asfalto y noche

una vida en once horas, en cuarenta y ocho, en

supongamos diez minutos
he trabajado esta mañana, exactamente como si fuera un día normal, pero en casa. uno de esos trabajos que se hacen para conocidos y que me permiten un poco más de margen a final de mes. los márgenes, los límites. la tensión superficial

jueves, penúltimo día de agosto. un día, por mil motivos, que no es de este año, sino que es un día viejo, gastado y cansado, de esos días que ya están rodeados de tristezas desde antes de empezar, desde el instante mismo de ring despertador a las siete y tres minutos, de esos en los que una palabra me recuerda todas las veces en las que me he quedado solo, de esos en los que el trabajo mismo me recuerda a gente, a sitios y lugares concretos, a emociones que me desbordan y con las que no sé vivir. un día en el que todas las ausencias se ponen de acuerdo para seguirme al fin del mundo. un día de esos de salir a la calle y ver a gente del pasado y que me habla de más gente del pasado, ángel se ha montado una papelería en barberà

asco y puñetazos imaginarios como consecuencia natural

un día de ensalada a las dos y media, como cuando es otoño y hace frío, de periódico encima de la mesa. allí, las fotografías desgarradoras del llanto de la familia de antonio puerta me hacen cerrar el diario, dejar la ensalada, recogerlo todo, aislarme un poquito más. día de ver a jaume por la tarde y de verdad que cero ganas de jaume porque también cero ganas de mí. día de ver a mi cliente por la noche, noche pegajosa como las noches de un verano que se acaba, de dolor de cabeza, de música que he puesto para borrar groenlandia de mi cabeza. las mitologías personales

suenan man man. insoportablemente circenses. ni fuerzas para apagar el reproductor. les seguirá jason collett, les seguirá tapes'n tapes, les seguirá

rural electric o cualquier otra mierda

día de hacerme una paja, dos, tres, de vaciarme las pelotas, de entristecer al ver lo lejos que está la única persona que quiero. día de pensar lo lejos que estoy yo

como hundiéndome en las olas

(y alguien a quien no me atrevo a manchar abrazándome muy fuerte)

miércoles, 29 de agosto de 2007

en el tren de vuelta, el chico de justo enfrente me mira. intento aguantarle la mirada pero él me gana, está claro. sigo leyendo la nocilla y él pasa las páginas de varias revistas que lleva en una bolsa. me fijo en su barba. es una barba de mierda, la clase de pelos que te salen en la cara cuando tienes dieciséis años. pelos que tardan un montón en crecer y que no te hacen más mayor, al contrario. lleva un ipod blanco y viste como casi cualquier adolescente

me he sentado en una butaca que estaba casi bajada por el peso de la anterior persona que viajaba en ella. una persona pesada, gruesa, porque cuando yo me levante veinte minutos después, subirá perfectamente. su olor lo llena todo, un olor a sudor fuerte, no desagradable pero sí fuerte. pienso en un olor sexual y mojado. un olor a persiana a medio bajar, a plastiquito de condón en el suelo, a crema lubricante sin cerrar en la mesita de noche. olor a sábanas sucias y a sexo de siesta. imagino cómo sería follar con ese chico. no me atrae. por el contrario, me fijo en la negra de tetas enormes que sube en torre baró. no me gustan las negras. no son suaves. o, al menos, creo que no. y las cosas, todo el mundo sabe eso, es suficiente con creerlas, no con saberlas. pero esa chica tiene unos tobillos perfectos y unas tetas enormes en un vestido blanco y negro de motivos pequeñitos. ella sólo mira al techo o por la ventanilla. sujeta el bolso y se acomoda. el paisaje de la gran ciudad en sus labios de color granate

el chico mira. realmente, ha estado mirando casi todo el tiempo mientras yo me escondía en la nocilla. ambos nos bajamos en la misma estación y caminamos entre la gente al mismo paso lento. bajamos las escaleras y cruzamos la puerta al mismo tiempo. allí nos separamos. miro en el escaparate de la panadería. hay pizzas con mil cosas de colores y me da por pensar en los amigos de ese chico

detrás de mí ahora sólo hay una chica embarazada, tanto que parece que va a estallar de un momento a otro

y no quiero estar ahí para verlo
hablar por el msn es casi como no hablar. es comunicarse de alguna manera, pero no es estrictamente hablar, ni conversar ni charlar ni nada que se le parezca. sólo son palabras descontextualizadas con salpicaduras de colores según la cantidad de iconos que utilices. palabras grises las suyas y verde oliva las mías. la gente no suele cuestionarse estas cosas porque la gente se comunica de cualquier manera. a berridos. el caso es que ayer hablé con ana por el msn. era decir buenas noches y poco más, pero todo se fue pudriendo a saltitos, a ladridos chicos. no era hablar, ni por el medio ni por el mensaje. al final me dolía la cabeza y prefería leer el país o artículos salteados de la wikipedia a seguir así

a medianoche no te conviertes en calabacín ni en príncipe. tampoco te quedan ganas de mirar mamadas en tu página guarra preferida

y acabas odiando la manicura francesa y teniendo la sensación de que te vas a hartar de ver películas en la tele. hasta que se haga de día, a ver si así
arriesgado, lo que se dice arriesgado, no es. leo nocilla dream, de agustín fernández mallo, de quien todo el mundo habla cosas fantásticas. a ratitos, disfrutándolo

nocilla dream, e intuyo que el proyecto nocilla en su conjunto, es tan arriesgado como salir un viernes por la noche sin dinero pero a los sitios donde sabes seguro que encontrarás a tus amigos. no podrás hacerlo cada día porque al final se te verá el plumero. eso sí, la resaca será la misma

arriesgado hubiera sido escribir lo mismo en sextinas provenzales y convencer a un editor de que sí. o escribir lo mismo, pero autopublicándolo o algo así

me gusta, sí, pero que no me lo vendan como arriesgado porque es la misma mierda que

tenía que decirlo
el túnel que comunica las estaciones de tren de plaça catalunya y sants está siendo ampliado ante la inminente llegada del ave. al menos ésa es siempre la excusa que está encima de la mesa cuando algo sale mal, cosa que sucede con demasiada frecuencia. el tren, en ese tramo del recorrido, disminuye la velocidad hasta no hacer apenas ruido. así, puedes ver a los trabajadores en el interior del túnel moviéndose como formas casi sin rostro, en penumbra, como sombras que no tienen cuerpo y se confunden con las máquinas, enormes y amarillos insectos de metal, desperdigadas por las vías en construcción

un grupo de ellos almuerza, sentados en un rincón donde hay luz

en mi vagón, varias mujeres que no se conocen entre sí hablan del destino de ese tren. ninguna lo sabe con claridad

a mí me aterraría perderme, lo sé seguro
en barcelona llueven gotas gordas que se estrellan en el suelo de una manera triste. he estado en sants estación gestionando la devolución del importe de un billete en concepto de indemnización por un retraso en el trayecto. el despacho de atención al cliente está en una esquina de la parte central de la estación. allí, una informadora con plaquita en el pecho, bajita y rubia, me corta el paso. le pregunto si puedo pasar y me dice que sí. me pregunta para qué mientras la esquivo. no entiendo muy bien por qué, porque sé seguro que habitualmente no soy así, pero le respondo y a ti qué coño te importa. ella me grita que me ha tratado con educación, mientras me sigue, la gente me mira y yo me siento raro, con una mezcla de excitación y vergüenza por lo que acabo de hacer mientras me pongo en la cola mínima (sólo hay una persona delante de mí)

al salir, la gente me seguía mirando. he avisado a mònica para vernos en una hora en el napoleón, a lo que ella me ha contestado que se acababa de levantar y que iría tarde, así que le he respondido que mejor el sábado, a lo que ella me ha dicho sí. ya no he contestado a ese mensaje

las estaciones de tren son horribles
ciento setenta y cuatro muertos en las carreteras catalanas desde enero. se resalta la cifra ciento setenta y cuatro sobre un fondo intensamente negro, con un efecto de photoshop para hacerla ser casi un rótulo luminoso de esos que jalonan las carreteras. la dirección general de tráfico gasta así nuestros impuestos

esas vallas publicitarias deberían hacernos reflexionar. eso pienso, y no otra cosa, cuando subo la calle padró, a la altura de la iglesia, en el pueblo de mierda donde vivo. es allí donde una empresa de publicidad ha instalado esa valla

pienso en cuantos de esos ciento setenta y cuatro muertos podría conocer yo. directamente a ninguno. pero quizás sí que alguna vez me crucé con un tipo a quien no volveré a ver nunca más y a quien no echaré de menos porque no sabía nada de él

así, desaparecemos de la vida de los demás de mil maneras diferentes
entre méxico df y ciudad juárez, querétaro, guanajuato, aguascalientes, zacatecas, torreón, hidalgo del parral, chihuahua y el desierto

miro un mapa de méxico antes de salir de casa, oficina de correos y estación de tren

buen viaje, emperatriz
dominique tiene unos ojos pequeñitos que se convierten en rayitas cuando sonríe, que es casi siempre. es atento y tiene un castellano de cien palabras como mucho. más que suficientes. hoy se ha colado en mi sueño. hablábamos del precio a pagar por el estudio. me hacen gracia sus gafas john lennon extragrandes

dominique es el recuerdo de las vacaciones, el último aliento, el latido
esta tarde he quedado con jaume vila. esta mañana he quedado con mònica. ahora necesito una ducha

(las cervezas con jaume vila son cervezas en el bar de paco cuando la tarde todavía es temprana. son cervezas tontas de las de hablar de mil cosas y todas superficiales. ésas son las cosas que nos unen)

(con mònica es diferente. según el día hablamos o no. hoy será que no, o será que poco, porque también estará jamaica, su hija. nos contaremos las vacaciones, hablaremos de rafa, de víctor y de muy poquito más. puedo imaginar la escena. quizás me anime y me comporte hasta como una persona y, como todo el mundo, me de una vuelta por el centro antes de)

el centro de la gran ciudad, toda entera
he soñado con dominique y que eran otra vez las vacaciones lejos de aquí

porque sigo de vacaciones, pero ahora estoy aquí. y eso, todo el mundo lo sabe, no son vacaciones

(porque aquí todo se sigue desmoronando. vuelvo a dormir de día y no de noche, a cagar sangre, a no saber qué hacer con el tiempo, a hartarme de todo y a pajearme hasta ser un desierto)

buenos días
una canción de los zombies en un video del youtube. es el año mil novecientos ochenta y el grupo actúa en un programa de televisión española, aplauso. en el centro, una chica baila de una manera totalmente arrítmica, coreando el estribillo en una voz más grave. la canción no parece que vaya con ella, ensimismada como está. el cantante no pronuncia bien las s pero eso no importa

y yo te buscaré en groenlandia, en perú, en el tíbet, en japón, en la isla de pascua

veintisiete años más tarde, fotografías de pablo pérez-mínguez, premio nacional de fotografía, en el edificio de la diputación provincial de cádiz. la parada del autobús está al lado. en esas fotos, mucha gente que ya no está, otros muchos que están viviendo vidas lejanas a las de esos peligrosos años del principio y otros de los que nunca más se supo. la movida madrileña. al lado de un collage inmenso en la entrada, una foto de esa misma chica, tesa, tesa arranz. lo dejarías todo por ella y por sus ojos oscuros

y yo te buscaré en las selvas de borneo, en los cráteres de marte, en los anillos de saturno

buenas noches, buena suerte

martes, 28 de agosto de 2007

el futbolista que se desploma sobre la hierba acaba muriendo tres días más tarde en una cama de hospital. rodeado de tubos, en un hospital de las afueras de la ciudad, como en un gigantesco enjambre de cemento y cristal

su muerte ensombrece la del escritor de voz grave, la de todos aquellos que son sólo un número en una columna sin fotografía
miro detenidamente el cuadro. en la esquina superior izquierda, un hombre arrodillado y un esqueleto con la espada en alto. casi podemos sentir el chasquido del metal al romper los huesos del cuello, el ruido de la cabeza al caer en el suelo quemado. estamos acostumbrados a que la muerte no tome parte activa en la muerte misma, es decir, a que sean los otros los que mueren y ella sólo sea una recolectora, una acompañante, una testigo del proceso. pero en el triunfo de la muerte, cuadro del pintor flamenco brueghel el viejo, es una figura que, multiplicada hasta el infinito, asume con voracidad su papel destructor. una orgía de violencia en la que miles de esqueletos conducen una batalla que saben ganadora de antemano

como pelear en un combate amañado
un aire caliente quema las calles. una persona de abrazo afable a quien hacía tiempo que no veía. estás desaparecido, me dice. sí, tienes razón: estoy más que desaparecido. me gusta este hombre. es como un oso grande y moreno, de esos que te harán feliz siempre. gente de ésa que tiene sueños, no como yo. todo el mundo le llama por su apellido: garcía

la chica del veterinario de la plaza se ha rapado la cabeza. está bonita así, mucho más niña de lo que es. hay un perro grande y flaco que espera su turno. un tipo al que conozco de vista con su mierda de perro marrón. compro un hueso para betty, uno negro, de goma o de silicona o de algo así blandito. la chica mira en todas las cajas, pero no existe en otro color. el de antes era azul cobalto. y el de antes, de color carne. betty duerme ahora. quizás juguemos más tarde. no tenemos prisa

sigue el dolor en el pecho, en la espalda. un dolor que no sé describir bien pero que produce ahogo y frío

hay tantas cosas que producen ahogo y frío, que
tardé media hora en volver a casa. se está bien en la calle cuando es madrugada, cuando es madrugada de un día de fiesta. chicos en las esquinas y el ruido de la feria de fondo. las luces de colores y los recuerdos de otros años. y todo eso hasta decir basta

un cansancio grande. demasiadas cervezas, demasiada música de mierda, demasiada fiesta a mi alrededor. la cabeza es una caja vacía que se llena con facilidad. entonces, tengo que salir corriendo

y me despido. besos para toda la gente que quiero. besos para juank y daniel y edurne. besos para isa y tino. marina ha marchado antes. allí se queda el resto, bailando canciones imposibles en un fuego que hoy será resaca

tardo media hora en volver a casa. me apetece una ducha. hay tortilla de patatas en la cocina. cojo un trocito. me cuesta tragar. el agua caliente me reconforta. ya no recordaba cuánto me gustaban las toallas ásperas. mi toalla áspera y marrón

ventilador y sábanas limpias. me gusta sentir frío en estas noches. el verano viene y se va a días, a ratitos, escondiéndose detrás de nubes altas y mediodías húmedos y tristes

pero hoy es martes y seguro que tengo un millón de cosas que hacer para no pensar

buenos días

lunes, 27 de agosto de 2007

un futbolista se desploma en medio del campo. hasta nueve veces su corazón deja de latir. la noticia me impacta. busco más información en el periódico de ayer. los partes médicos se suceden con lentitud. no sé jugar al fútbol. es un deporte que no entiendo del todo y por el que no tengo una especial simpatía

pero es tan triste morir en la hierba como hacerlo en la antártida, sin poder volver a casa nunca más
también

me gusta esperar un rato antes de ponerme las gafas por la mañana. escuchar los pasos de dominique en el piso de arriba. pensar en qué hacer de comer, en cómo será el día

me gusta ducharme y que lourdes me diga que huelo bien y que sonría

así es fácil ser feliz
y

tengo varios días todavía antes de empezar a trabajar. días que se prometen sin muchas cosas que hacer. tengo también la cabeza muy vacía, tan sólo ocupada por un puñado de recuerdos bonitos: cómo caminaba esa chica, un niño jugando a la rayuela, un banco de peces, cuatro minutos en el cine, el sabor de tomates y ciruelas

(ellos se besan y acarician en la playa. es domingo y parecen la pareja perfecta. él ronronea mientras, a tan sólo unos metros, un chico joven hace flexiones perfectas. miro la escena, la aprendo. es un juego de espejos que no se romperán, al menos no hoy)
y más

daniel johnston bebe sin parar mountain dew. mountain dew tiene el mismo color que el orín después de haber comido hígado, así como muy amarillento. también tiene burbujitas y daniel, una maleta llena de canciones y otra llena de pastillas para cuando le vienen los demonios y le hablan de dios y de todas esas cosas que en el fondo te hacen daño

en la estación de san bernardo hay una máquina que vende bebidas. compramos agua y mountain dew, que es difícil de encontrar. si miras el cielo en ese mismo instante, parece que lloverá como nunca antes

y el sabor a lima y las burbujitas y las y la y el
es fiesta donde vivo. hace calor. hoy veré a mucha de la gente que quiero y también a mucha gente que me es indiferente, mezclada con la que sí en una especie de fango suave que siempre te acaba adormeciendo. se hará tarde -y quizás de día- mientras bebemos y nos reímos y hablamos y fumamos y nos convertimos en borrones de lo que éramos a las nueve de la noche, justo en el momento del primer abrazo

pero esta vez sin cuenta nueva
al llegar a casa, una postal de ana desde londres esperando en el buzón. en ella, julianne moore buscándose entre cristales rotos. me habla de centauros sin cabeza que le recuerdan las cosas que dibujo

en ella, palabras con bolígrafo azul: siempre cumplo mi palabra

julianne tiene una ventana detrás de ella por la que entra la luz de una supernova al estallar

y ana habla de love will tear us apart

y yo

apenas nada, porque nunca cumplo ni mi palabra ni mi silencio
y más aún

hoy, en la playa de cortadura, hay tantas algas que las olas se levantan negras y rojizas. en la arena, babosas de mar, burbujas hinchadas y brillantes, plásticas, de color azul petróleo, se retuercen lentas cuando las tocas con un palito o con el pie y, por dentro, son un mundo líquido de color berenjena que casi puedes oír cómo agoniza, cómo se deshace al sol del mediodía, en cada ola, en la marea que sube poco a poco

día sí, día también
y más cosas

como que el dolor de espalda es intermitente y tan caliente como el sol o cualquier otra estrella. es como un fuego clavado en los hombros que me recuerda constantemente que estoy vivo

vivo y pesado como metal líquido

y mientras, helado con muchas cosas en las escaleras de la catedral

y mientras, chiquillos hablando en un corro ruidoso y padres con críos chicos, más aún

y también viejos andando más rápido que uno y el sabor de la canela y las ventanas abiertas de par en par y el mar y su eco

todo reverbera recordándome qué soy, que soy

y quién también

esperando el autobús
submundo, el libro de don delillo que no intentaré terminar, es como mirar el mundo con un microscopio. es demasiadas cosas a la vez. un mosaico es un millón de piezas que encajan a la perfección, formando una escena diferente a partir de trocitos de imágenes que existían previamente. trocitos descontextualizados por los que intento revolotear

un fresco, por el contrario, es una escena en la que hay un millón de detalles que existen previamente, cada uno con su contexto, esperando ser observados. son instantes de tiempo atrapados en ámbar

y delillo te da un microscopio para ese millón de detalles, para que te canses de escrutar el cosmos en una gota de agua. y me agota

las mesitas de noche del estudio son de ikea. todo es de ikea allí. y es bonito, normal y bonito. y me calma. la luz es blanca por la mañana

submundo, el libro de don delillo que no intentaré terminar, se duerme encima de una de esas mesas con una libreta negra encima

y un bolígrafo normal
más cosas

el ventilador del techo gira pesadamente desde hace días. no hay motivo para apagarlo. capítulos atrasados de csi y anuncios. tiempo para escribir y tiempo para pensar lo que escribo

momentos estelares, o sea, que pertenecen o son relativos a las estrellas
paso horas mirando el artesonado del techo. nueve vigas verticales y catorce horizontales. en total, ciento veintiséis divisiones de madera más o menos regulares

también una alfombra grande de tiras de cuero trenzadas

un libro de don delillo francamente inasumible que se pudre en la mesita de noche

una llamada de trabajo y en otra llamada, un torrente de tonterías

todo esto fue cuando empecé a escribir páginas de una libreta negra, hace más o menos doce días. o trece. o así

hoy he vuelto de vacaciones

miércoles, 15 de agosto de 2007

hace días que no sé nada de ana. pronto nos habremos olvidado del todo y dejaré de escribir sobre ella. hoy releía nuestros sms, los últimos que nos mandamos hace unos días. es imposible sentir más desgana ante esas palabras. todo queda horriblemente lejano y amargo en la memoria. esta tarde he comprado helado de plátano para comer en la terraza. todas las tiendas estaban cerradas, pero la de los cines, no. he empezado a tomar efferalgan de un gramo para un dolor en el pecho, algo postural, muy escandaloso y incómodo. sentado en una silla de madera miro las luces de la ciudad, el ruido de los coches, los besos ruidosos de los chiquillos

chiquillos que se pasan en el día entre las olas. me encanta su piel morena y su desidia adolescente. la urgencia por ser mayor

chiquillos que conducen motos de mierda. accidentes de coche en la televisión. todo se tiñe de rojo, aquí y en cualquier lugar lejano de irak

ordenadores que te avisan de cuándo se acaba todo

sábado, 11 de agosto de 2007

apago la televisión. un morrissey más que marica, convertido en un madurito de esos de madrugada y aperitivo en un bar lleno de sueños hechos mierda, se empeña en llenar mi vida de luz. inaguantable

(en el bar, un señor con pinta de general prusiano, de espalda muy erguida y bigote blanco. bebe cerveza en vaso corto. un cojo de camisa sucia y corbata besa a una mujer. ella ha dejado la bolsa de la compra apoyada en la pared. se hablan al oído y piden más café. a mi derecha, un mendigo de pies sucios que habla solo. al lado de la puerta, alguien que lee el periódico de cualquier día. la excusa es otro vaso de vino color ceniza. detrás de la barra, el hijo del dueño. una camiseta naranja que dice periodismo dos mil seis-cero siete. la mirada de me suda la polla todo lo que sucede en este agujero. es el momento de pagar. en la calle se está bien si buscas las sombras de un saltito)

nos convertimos en nihilistas por pensar que la vida se reduce a comer y cagar y follar. también dormir

si no comes, no cagas. si no follas y no duermes, además, tu vida se ha reducido a nada, a cero, a

encadenar trabajos de mierda tampoco te ayuda a pensar que tu futuro será algo mejor que negro

la chica de la caja se llama maría josé (lo dice la plaquita de su pecho). he comprado cebollas para asar y pan negro

desayunos con mantequilla de verdad

viernes, 10 de agosto de 2007

la carne de los melones cantalupo es anaranjada y fragante, dulce y jugosa. por un euro con diez céntimos puedo comprar la mitad de uno, con un peso total de ochocientos ochenta gramos. en la cesta de la compra hay más cosas: carne, verduras, arroz, yogures. el cantalupo quizás sea un postre, una merienda, un desayuno, una cena. una sopa de melón, el cantalupo

es el momento de cuidarse

en la calle, un calor seco y distante que no te deja respirar. en otoño será diferente. hoy han caído cuatro gotas preciosas. después, la sensación de bochorno crecía, enredándose en la pereza del mediodía. cuando éramos pequeños, otoño era volver al colegio y tardes cada vez más largas. otoño era sinónimo de ropa que abrigaba, de tristeza, una gris y metálica, plomiza como nubes

otoño era ejercicios antes de las ocho

en el teléfono, un laberinto hecho de sms con ana. un ovillo de me perdones y me culpas que no conducen a ningún lado. lo lejos que estamos el uno del otro y lo bonito que era y lo poco que, la tierra de nadie, las bocas, las pollas y los coños y la pena

en el bolsillo, algo de dinero. camisetas en el centro comercial y la música que suena es de foo fighters. guru es la marca de fernando alonso. miro colores y tallas. fantaseo. esas chicas no pueden tener ni dieciséis

también un periódico con grapa. no hablaremos, ni él ni yo, de las cosas importantes

cumpliendo lo pactado

miércoles, 8 de agosto de 2007

en qué piensas? en nada, dice ella

en qué piensas tú? en nada, realmente. quizás en aquella vez que estuvimos en el zara home del centro, el que está en la calle que va hacia el cine. recordaba cómo insistí en comprar una colcha y aquel cuenco de color naranja y cómo, al final, no. en el olor del restaurante vegetariano de ayer, en esa tía que me dio asco, en la chica de detrás de ti, la que jugaba con un móvil idéntico al mío. en la chica de tu derecha, la de los tres niños pequeños y desordenados. en la chica pálida, traslúcida, del fondo, en cómo pelaba la fruta, con cuidado de cirujano. una manzana. en el gordito amable que iba limpiando las mesas. en el momento del autobús, con la sensación que no había más que tristeza, mientras la chica rusa de delante de mí hablaba por teléfono, tan bajito que era imposible que la oyeran

no pensaba en nada realmente. pensaba en cómo los copos de nieve tienen puntas en múltiplos de cuatro, en cómo los aviones hacen un ruido ensordecedor, en cómo las imágenes de esa película, los climas, me pintaban el corazón de un rojo triste

no pensaba en nada realmente. en las cosas que suceden y en cómo me quedo callado, pensando que todo es nada y que, peor aún, nada es absolutamente todo

lunes, 6 de agosto de 2007

me gusta mirar tiendas de decoración. creo que es algo que nadie sabe. allí, en un rincón alto, un espejo bonito por quince euros. no sé qué haría con él, pero vale quince euros. dependientas embalando un cuadro. una chica embarazada pagando con tarjeta. tiene los pies hinchados y un coche grande en la puerta, un cuatroporcuatro de color verde oscuro. miro el mueble de cuatrocientos ochenta y cinco euros. el de madera gruesa y envejecida y distribución asimétrica. es como un cuadro de mondrian sin mondrian ni colores

estaría bien imaginarlo en cualquier rincón que me haga feliz

el aire fresco de la calle ahora también me hace feliz

y mirar el mundo desde aquí arriba
lo peor de todo es cuando me siento / en ese bar a desayunar, como cada día y desde que tengo uso de razón, un zumo de naranja / y veo, o creo ver, un paisaje y un tiempo diferentes que me alejan de ese sitio y me llevan a uno cercano y lejano al mismo tiempo, donde mi amante está sentada a mi lado, mirándome mientras acaricio su pie izquierdo, sabiendo ambos que el guión que acabamos de escribir / nos conduce, sin poderlo evitar, a un dolor húmedo y cansado / por el que no puedo (ni sé) pedir perdón

un hombre con gorra barre la entrada del hotel en la siguiente esquina. hotel constelación, con mujeres rubias y maletas en la puerta. ahí pierdo la vista

resto y todo

viernes, 3 de agosto de 2007

creo que voy a intentar quedarme dormido durante unos días. quieto y sin moverme creo que estará bien. veintitrés días con un terremoto en medio

la gente lo llama vacaciones y lo espera todo el año

buenas noches, buena suerte
todas las conversaciones con ana acaban, indefectiblemente, en llantos y gritos por parte de ambos. es una falta de respeto continua que ninguno de los dos sabemos frenar. después de colgar, siguen unos cuantos mensajes más con más espirales sobre la espiral, pero esto es hasta que me canso y dejo de responder. esta mierda duele demasiado. por qué mantener vivo algo así? quizá para sentir que nuestras vidas valen la pena, que aún se nos puede amar, que aún podemos luchar, que somos dignos de?

que no somos manchas en la vida de los demás?

apago la luz. es imposible estar más frío por dentro

era algo así en lo que te ibas a convertir y nadie te lo había dicho

jueves, 2 de agosto de 2007

el café que tomé por la tarde no me dejará dormir. además, era un café de mierda

meo y huele a media colombia entera, pero no es lo único que apesta en mi vida

tengo la sensación de que me muevo lento, de que suceden cosas a mi alrededor que no acabo de percibir con claridad. las señales indican que algo se desmorona y no sé qué es

da igual que mande a la mierda a medio mundo, intentando quedarme con lo que creo que me hace feliz: mi cansancio me hace dudar de eso también, de su veracidad. me agoto, me harto, me ato

soy un animal miedoso. a diferencia de mucha gente que se atreve con todo, yo no lo hago. he crecido asustado y ahora me comporto exactamente igual que un animal presa del pánico: ataco

y cuando ataco, hago daño

y después sólo quiero que me dejen en paz

así
mediodía con mònica y rafa. con crema de calabacín, con salmón a la plancha, con helado de vainilla, con conversación llena de agujeros. mediodía en el gil, en un pueblo pequeño en el que todo el mundo se conoce, con calles demasiado pequeñas como para no encontrarse con en esta esquina o en aquella

por mucha vuelta que des, las cosas que hiciste mal siempre te acaban cazando

de una lazada ágil caes al suelo. allí todo se acaba

marta besaba bonito. follábamos en el comedor de su casa cuando sus padres no estaban. sus hermanas mayores me odian. no sé qué decir sobre eso. marta no tenía la piel suave

marta fuma, tres mesas delante de la nuestra. la de los desgraciados en comida de trabajo, no. la de la chica de nariz grande con el novio, tampoco. la de la chica embarazada con su pareja en chancletas, tampoco. la siguiente. no la reconozco directamente, pero sí a su marido, un tipo con gafas que es un animal calmado, manso, como tantos otros. los recuerdos que tengo de él son de esas noches de fuego con pau y joan pere, hinchados de alcohol barato. ahora todo es diferente y no tenemos grandes motivos para decirnos nada

seguro que se me ocurre algo cuando tengan que salir para no tener que saludar

efectivamente
me miro en el aparador gigante de la ferretería vacía del final de la calle. llevo una camisa blanca de manga corta. tienen un montón de cosas que la gente no necesita para vivir. hablo con joan. trabaja allí, en el negocio familiar, y estudiamos juntos hace mil años en el instituto. él sacaba buenas notas. tiene los ojos verdes y dos niños, parejita. tiene también la cabeza extraña por dentro. confieso no entender de lo que me habla, algo de lloret y de una caravana y unos amigos y un camping y. me sonríe todo el tiempo y tiene los dientes sucios

después, he visto a jordi y ya he sentido arcadas por sus vacaciones en parís

en lo que se convierten ellos, en lo que me convierto yo

miércoles, 1 de agosto de 2007

ayer llamé a un trabajo y me dijeron que era muy mayor para el puesto. tampoco me importa demasiado: era más curiosidad que otra cosa. movía el pie mientras hablaba con el tipo, con esa seguridad saber que todavía no tengo que poner el culo

mañana comeré con mònica y con rafa. yo propongo chino porque soy así de tonto: me fascinan los dragones y los dorados y lo que sucede en las cocinas

todo es muy oscuro en las cocinas de los chinos. nadie sabe por qué, pero todo el mundo tiene teorías

es tan oscuro que es casi como estar en las cabezas de la gente

seguro que todos tenemos una lista de personas a las que no querríamos ver por dentro. personas de esas de taparte los ojitos

hoy he hablado con ana. cinco horas de aeropuerto entre londres y vigo. madrid es un agujero infernal que tiembla por el calor. veintiocho minutos y treinta cuatro segundos para vestirnos de tristeza

como una canción de slowreader o de edith frost. o de los beirut esos de mierda

cosas de las de llorar, muy juntos

hasta que se nos coma la bruja
en el buzón de entrada del correo, ofertas de viajes a precios asequibles

madeira, estambul, egipto y túnez. ya no podría pagar el resto de viajes. tampoco me interesa descubrir el toledo romántico ni la extremadura rural

el teléfono ha sonado hace un instante. alguien que pregunta por alguien. se ha confundido, lo siento

pilarín no vive aquí

hoy he ido con mi jefa y el chico de la asesoría a tomar un café. sustituyo a mi jefe, de vacaciones, en ese ritual. y me rompe las tripas

después, uno es un café al cubo

el bar está vacío. tan sólo nosotros y ese tipo del banco. me hace gracia ese tipo. me inquieta también. conduce un coche viejo que aparca de cualquier manera, un passat blanco lleno de mierda. a veces se afeita dentro del coche y se pone la corbata por el camino. me mira como si nos tuviésemos que saludar de un momento a otro

los zapatos de hoy son lotusse de cordones. los lleva sin calcetines. bebe vino y pasa las páginas del periódico sin leerlas. el traje gris brilla. está gastado

me gusta mirar a la gente, por dentro y por fuera
contemplo la mañana echando de menos a alguien. muchas veces, no desmoronarme implica inventar a mi lado, un día tras otro, incansable, a esa persona que no está, y caminar por sus pasos y darle todo lo que ven mis ojos y hablarle sin esperar más respuesta que un latido más en el corazón

acabar viviendo una vida que no existe

buenos días