martes, 28 de agosto de 2007

miro detenidamente el cuadro. en la esquina superior izquierda, un hombre arrodillado y un esqueleto con la espada en alto. casi podemos sentir el chasquido del metal al romper los huesos del cuello, el ruido de la cabeza al caer en el suelo quemado. estamos acostumbrados a que la muerte no tome parte activa en la muerte misma, es decir, a que sean los otros los que mueren y ella sólo sea una recolectora, una acompañante, una testigo del proceso. pero en el triunfo de la muerte, cuadro del pintor flamenco brueghel el viejo, es una figura que, multiplicada hasta el infinito, asume con voracidad su papel destructor. una orgía de violencia en la que miles de esqueletos conducen una batalla que saben ganadora de antemano

como pelear en un combate amañado