martes, 31 de diciembre de 2013

(volamos sobre los campos verde intenso después de la lluvia, los mismos helicópteros de apocalypse now, casas blancas abandonadas, pequeñas, escondites en los que pasar la noche a resguardo al pie de la montaña de berañain, el bebé que llevo en brazos tiene la frente fría a pesar de haberlo peinado con aceite, miedo detrás de cada puerta, pasillos y sótanos)

viernes, 27 de diciembre de 2013

(han nacido terneros en el establo. el taxista, su hija y yo preparamos lechos de paja y papel con las páginas de viejas revistas musicales serbias, artículos sobre polifonía y copos de nieve, sobre luces azules siguiendo secuencias complejas, sobre goran ibic, lawn dog, y su última canción antes de morir)
(las cárceles excavadas. la ruineer asignada a nuestro pabellón se pasea ante las celdas, pisa el suelo recién fregado, intenso olor químico durante el traslado, con sólo cuarenta minutos para las flores y los libros y la ropa limpia)
(un barco que se hunde en el río, cajones y baúles que flotan, luchar por la orilla es despertar a medianoche)

jueves, 26 de diciembre de 2013

(un avión que vuela demasiado bajo entre las nubes grises que amenazan tormenta, desapareciendo a ratos, deshilachándose, volviéndose a armar, tan cerca que podría atraparlo entre los dedos)

(los sueños de uno caminan deprisa, se dispersan como vapor, se alejan y otro los respira, ojalá volvamos a cruzarnos)

miércoles, 25 de diciembre de 2013

(una bolsa azul celeste llena de basura sin separar, un lazo amarillo que corta los dedos, gotas de lluvia sobre el parabrisas de los coches, chancletas de goma negra, pies desnudos, restos de gambas en el suelo, conchas de mejillón, día de navidad en la calle sant joan)

lunes, 23 de diciembre de 2013


(hola, tawney. sólo quería que supieras que estoy bien, que estoy mejor. espero que tú estés bien, y ted. voy a marcharme un tiempo para ponerme bien, o diferente. eso es todo. adiós. daniel holden en el buzón de voz de tawney talbot)

hace muxo tiempo ke esperaba este momento y no keria kreerlo

Aora mismo me das asko

Eres un mierda
Repulsibo
Duele pensar ke he llegado a kreer ke eras alguien kon sentimientos

te ignorare para no odiarte

(correo electrónico en la bandeja de entrada, remitente desconocido)

domingo, 15 de diciembre de 2013

(sueño con stevie, la chica rumana a la que compro kleenex cada sábado y que ahora canta occarina, mi aria preferida, inmenso el amor que siento y el sol en la ventana blanca)

sábado, 14 de diciembre de 2013

(treinta despidos a final de año y la empresa cerrada en marzo, ése es el plan. mastico en silencio, hay patatas, hay zanahorias. los argumentos estallan en el suelo y boquean en cada pequeña palabra. el hombre calza unas karhu marrones, tiene hijos y gafas de pasta, su vida es tan tranquila como la del señor höss)
(demasiados frutos secos en el plato de postre, las conversaciones de las otras mesas gravitando alrededor del moscatel, postres de músico, ratas entre las mesas, helado de plátano. todos somos tan previsibles como un trozo de cerdo sobre el fuego, el sol calienta las mejillas, vacía los vasos, los vuelve a llenar de las mismas canciones tristes)
(el timbre de la puerta, abro, el mensajero de halcourier y un paquete con una pequeña caja fuerte, estás igual, dice, cuántos años hace, pregunta, me esfuerzo pero no sé quién es, se apaga la luz en el rellano y el hombre desaparece, cuando vuelve la luz, su cabeza cortada en los escalones que bajan al parking, despierto con un grito)

viernes, 13 de diciembre de 2013

(aullar en el espejo es de mariconas, dice kirk_j, esquelético y con el esfínter anal como un neumático tan negro como el fondo del mar, aullar no me cabe en las manos porque si cierro los ojos sólo hay amor y queroseno)
(es mientras me ducho —viernes, agua hirviendo, cepillo de dientes, ocho y treinta y cinco de la mañana— que me doy cuenta del agujero entre las piernas, días, semanas, meses sin polla, tan sólo un cráter o un acantilado o una fosa común llena de niños, una playa sucia, un polígono industrial abandonado, un amasijo de hierros después del accidente allí donde debería colgar un trozo de piel vieja, por mucho que busque con puños y garras)

jueves, 12 de diciembre de 2013


martes, 10 de diciembre de 2013

(me concentro en sentir el sudor en el pecho y en la espalda, en los brazos, empapándome la camiseta llena de agujeros de bala, en el frío helándome las manos y en los pasos rápidos a través de las hojas secas en la plaza. me concentro en el cabeza de turco miguel ricart y en rip van winkle y en los caballeros de la orden de malta, en la pareja que se abraza en el semáforo y en el hombre que escupe el alma en la alcantarilla, en el que baja las escaleras hablando por teléfono, en los que fuman basura en la puerta del kebab, en la mujer que sale a husmear, en el gitano que descubre las jaulas para que canten los jilgueros, en los polipastos blancos moviéndose como lentos gigantes antediluvianos, en el sol de mediodía mientras espero que suceda)

lunes, 9 de diciembre de 2013

(perdido entre los bloques idénticos y sucios, ropa y banderas en los nichos, balcones oxidados a un palmo del suelo y persianas reventadas a pedradas, illa àurea, illa magna, illa bella, illa digna, illa noble, incapaz de encontrar el bloque once de illa sacra, incapaz de entender el plano con los destinos marcados en rosa fluorescente, incapaz de asimilar lo que sucede en la cabeza del urbanista, la jaula de rampas, escaleras, túneles y plazas, incapaz de seguir caminando entre la nieve que pronto borrará mis huellas y las de los árabes de chilabas celestes que fuman mierda en los columpios)

(yo vivo en el veintidós, que es ése de ahí, y mi hija la pequeña, en el trece, dice la mujer, pero el once, no sé, nunca he estado)

domingo, 8 de diciembre de 2013

(lanzo a canasta un millón de veces desde ciento ochenta grados, lanzo hasta que se hace de día y se vuelve a hacer de noche, lanzo hasta quedarme dormido con el cuerpo tenso como un arco a punto de romperse, lanzo hasta que me lleno de amor y de lágrimas y siento que mi madre está ahí para guiarme hasta el verdadero sótano de anna frank)

sábado, 7 de diciembre de 2013

(escucho a los swans hasta que las piedras se aburren de tanta electricidad y en la televisión nelson mandela muere entre flores y vuvuzelas y en la calle arrastra un carrito de supermercado lleno de chatarra y flota a la deriva en el estrecho a las dos semanas del naufragio y muere en el desierto una y otra vez para resucitar en una mezquita de bangui un segundo antes del machete. escucho a los swans hasta que me canso de ser michael gira pidiendo más volumen y me concentro ciegamente en el pasillo de la carne del mercadona, con todos nosotros envueltos en plástico y porexpán, listos para consumir, para seguir consumiendo)

viernes, 6 de diciembre de 2013

(el niño que come pastel de zanahoria demasiado deprisa y la madre con las muñecas tatuadas y las uñas de porcelana y el padre del iphone humeante y las encías rosadas y la nata flotando en mi café con leche, por fin frío, constelaciones en las pompas de jabón)

miércoles, 4 de diciembre de 2013

(sueño que tengo la polla como un trozo de carne enrojecida y blanda, que la herida en el escroto se transforma en una boca sin dientes, una boca pálida y arrugada por la humedad, una boca que gritaría pidiendo socorro si no fuera porque despierto para caer en otro sueño, uno en el que todos los días son iguales y la cara de àngels se confunde con la cara de paco y con mi cara, nuestros cuerpos sudados, nuestras voces, nuestra ropa sucia, nuestro poco futuro más allá de mañana jueves)

martes, 3 de diciembre de 2013

(atravesamos el desierto de ur en procesión, evitando las ciudades y las carreteras negras, siguiendo las rutas curvas del mapa del capitán. dejamos a nuestro paso los cuerpos rotos de los sacrificios humanos, revientan la planta de sus pies con barras de hierro, cómo aúllan y piden perdón mientras los pasos se mecen)

lunes, 2 de diciembre de 2013

(el ratón más pequeño del mundo y está ahí, durmiendo su muerte junto a un remolino de hojas secas, a la altura del número setenta y cuatro de la calle lluçanès, en ca n'oriac, pegado a la acera, entre un coche granate y uno azul cobalto. pienso en envolverlo con cuidado en un kleenex limpio, en darle calor con el nido de mis manos, en soplarle la piel suave para que salga corriendo otra vez, avisándole de las noches frías)