domingo, 29 de septiembre de 2013

(sueño con la gran montaña sagrada de solutré y con los dibujos que john de nugent —el último caballero normando— hace de ella, perfectamente clasificados por fechas en la cajonera que heredaré cuando despierte, charco de insectos y fuego)

martes, 24 de septiembre de 2013

(la dirección está apuntada en el sobre pero el número no existe, o no existe a la vista. sí conozco la calle pero sé que el sesenta y tres no está allí donde debiera estar, entre el sesenta y uno y el sesenta y cinco, el último gran edificio antes del bosque)

(hay una pequeña puerta metálica, una puerta como de cuarto de contadores, ábrela. las indicaciones de paco son precisas, baja las escaleras, son grandes tramos que desembocan en una gran plaza oscura con una puerta al fondo que te llevará a otro tramo de escaleras y a otra plaza y a otra puerta. la séptima de ellas es la que buscas, todas cuestan de abrir)

(despierto cuando miro detrás de mí y sé que hay niños bajando conmigo al infierno aunque no pueda verlos)

domingo, 22 de septiembre de 2013

(madejas de hilo tatuadas en los brazos para recordar su cáncer de testículos. el hombre está sentado frente a mí, sólo quiere que alguien le escuche y me violenta que nadie aquí sea capaz de entender lo que está diciendo, sólo yo, que quiero quedarme solo para follar con las dos negras de tetas grandes que ahora cambian las sábanas de la cama en la habitación del fondo)

(la entrada al bloque, el portal está lleno de crías chinas que quieren ser putas y insisten en tomarme de la mano. intento explicarles que deben volver con sus familias, estudiar, jugar con otros niños, pero no entienden mis palabras y sólo repiten mecánicamente puta, yo feliz)

(hay un coche aparcado sobre la acera. una ventanilla se baja y un chino con inquietantes gafas de sol azul metalizado. sé que no debo mirar en el maletero por muchas señas que me haga. las negras cruzan la calle: ahora no son negras ni tienen las tetas enormes, sólo son dos mexicanas flacas que arrastran grandes bolsas de viaje con los cuerpos de trabajo dentro. despierto y pienso en la invasión de los ultracuerpos y en donald sutherland y en todas esas crías amarillas que sudan en el parque con los pies blancos de tierra)
(la princesa rusa camina entre los cuerpos que se amontonan en la trinchera, envuelta en gas y hiedra, con el tiempo dilatándose como el esfínter de sabrina la gourmande, parpadeando entre explosiones, ahogándose al respirar. amo a la princesa rusa)

(la mujer de la mesa contigua se duerme después de cenar, tamborileo she's lost control sobre el mantel, despierta, se vuelve a dormir, vuelvo a hacer ruido porque quiero salvarla de las miradas de compasión del resto de cerdos de la piara, su marido está lejos, perdido en sus silencios de viejo hijodeputa, ambos son demasiado mayores para tener dos mellizos de ocho años, niños que preguntan por qué no adelgazas, niños a los que se les cae la comida al suelo porque nunca pasaron hambre)

sábado, 21 de septiembre de 2013

(a esas chicas no las conozco de nada pero a albert palomar sí y eso me hace sentir un poco más seguro entre el monólogo de una y el silencio incómodo de las otras dos. el piso es antiguo, de techos bajos, con suelo de madera por toda la casa. albert lleva zapatos con puntera de hierro, pienso en tener unos iguales, la clase de martens rojos que sólo usaba darío, bebemos agua del grifo en vasos de cristal ultrafino antes de salir, ahora ya estamos en la calle y es el centro de manresa, el barri antic, hay una tienda de bicicletas g.a.c., grandes armatostes negros con ruedas amarillas imposibles de ensuciar, hay geranios cayendo por los balcones, hay un bar donde podríamos desayunar)

(otra vez los australianos, han aparecido antes en el sueño, cuando comprábamos medusas para teñir la ropa de azul. él apenas habla y ella me escruta con la mirada porque sabe que escondo algo y que sólo es cuestión de tiempo que cometa un fallo y me descubra. mientras, hablamos de lo que hicimos ayer y de lo que haremos ahora, sucesión de rutinas marcadas por el ritmo horario, qué quieres desayunar, pregunta, algo que me cambie las tripas, el cerebro, los pulmones y el corazón, respondo sin pensar, ella me mira y siento que ahora soy vulnerable porque sonríe y despierto)
(hervir las medusas en una olla grande, apesta a amoníaco, remover hasta que se deshagan, sumergir la ropa, apagar el fuego, dejar enfriar, lavar normal. el filipino negro del mostrador instruyéndonos en tinturas naturales y salvajes, tal y como reza el rótulo de la tienda del sótano)

miércoles, 18 de septiembre de 2013

(si despierto de madrugada y escucho lo que se esconde en el colchón —líquidos de cuerpos que gotean, fantasmas de manos ásperas y fuertes, susurros eléctricos, píxeles, tumores— el sueño cae por la misma pendiente, la misma tumba)

martes, 17 de septiembre de 2013

(olor a perro dulce entre los muslos y la cabeza de cráter, incapaz de mirar a los ojos y de pelear con más de tres frases que sean verdad)

sábado, 14 de septiembre de 2013

(sueño que júlia vomita una y otra vez y no hay médicos porque ya no queda nadie y me desespero, ella llora entre arcadas, me toma fuerte de la mano, bebo del charco como un perro porque sé que eso la calma, la abrazo, qué enfermedad es ésa, despierto, siento que ella ahora duerme a mi lado, camina por la casa, hunde sus manos en mi pecho antes de desnudarse)

viernes, 13 de septiembre de 2013

(me apestan las manos a coño, la mujer las lame, chupa mis dedos mientras no deja de masturbarse en la cama que está debajo de mi cama, corriéndose una y otra vez con ruiditos de cachorro. despierto, siento que me estoy hundiendo en el mar, pienso en moscas y en fruta podrida que se aplasta sobre el moho)

jueves, 12 de septiembre de 2013

(viejos que se pasan el día fermentando sentados frente a la televisión, viejos que abren la puerta y reciben las cartas mientras el volumen atronador del aparato chisporrotea gritos y aplausos y la asquerosa música del sálvame, el futuro apesta a perro pequeño y sudor)

miércoles, 11 de septiembre de 2013

(un millón y medio de personas serpenteando en una conga amarilla a través de cuatrocientos kilómetros de catalanismo de bolsillo, desde el voló hasta vinaròs, huyendo del recuerdo de gustau muñoz, asesinado hoy hace treinta y cinco años en la calle ferran)
(hay cajas de libros con instrucciones escritas a rotulador y una mujer desnuda que golpea un cuerpo con una piedra, más o menos como en esa escena de rundskop, de michaël r. roskam, en la que bruno schepers mutila para siempre al niño jacky vanmarsenille)

martes, 10 de septiembre de 2013

(todo se reduce a un slider con imágenes de sabrina la gourmande en la pantalla, a lluvia llenando el parabrisas de insectos de cristal, a coreografías siguiendo un plano lleno de puntos señalados con bolígrafo azul: es imposible perderse, hansel y gretel)

lunes, 9 de septiembre de 2013


(lunes, aprender a cocinar con restos humanos)

domingo, 8 de septiembre de 2013

(vuelve a llover y pienso que mis zapatillas se mojarán a cada paso porque las suelas llenas de agujeros son poco menos que sumideros respirando peces y agua sucia, los pies sin calcetines, las manos encogidas por el peso, la cabeza esquivándome la vida)

sábado, 7 de septiembre de 2013

(alguien que no existe, que no respira, que se acomoda dentro de mí y se come mis ojos, dulces sueños)
(la película terminará cuando ya no esté en la habitación, más o menos cuando el temporizador llegue al final y la música en los títulos de crédito y las explosiones sobre una vieja carretera que no sale en los mapas. un vaso de té, fruta, pan blanco demasiado blando a las dos de la mañana, otro vaso de té, ahí están los pasos inseguros por la casa a oscuras, pasos como peces abisales que esperan inmóviles en el fondo del océano, pasos como trampas fosforescentes para animales en peligro de extinción, sólo tengo que seguir las huellas con el índice, el corazón rozando la pared)

(alguien me espera en la cama y no tendré miedo cuando me atraviese la piel porque sé de su amor, una cadena de copos de nieve)

viernes, 6 de septiembre de 2013

(gina —un precioso cachorro de tres meses de bull terrier, completamente blanco— se encapricha de mis tobillos, de mis manos, se enreda en su correa rosa mientras se traga mis dedos, los muerde, los araña con sus colmillos diminutos, completamente feliz de haber encontrado un trozo enorme de carne y grasa para ella sola, es su primer día en la calle y el mundo es así de blando, tanto como las tetas gigantes de su dueña, de su voz de flauta camino del parque y los niños, todos ellos asfixiándose después del último ataque con gas sarín)

jueves, 5 de septiembre de 2013

(estoy en el fin del mundo porque más allá no hay pisos ni naves industriales ni apenas cielo ni nubes, tan sólo un parque raquítico lleno de escaleras metálicas que llevan a otros parques y a otras calles en las que nadie ha construido ni construirá jamás)

(y hay un scooter y un gato pelirrojo que dormita a su sombra y pienso en aplastarlo con una piedra pero no hay piedras, tan sólo un sol que cae a plomo a las tres de la tarde en este agujero y todo el asco que siento por los viejos que abren los sobres, que leen las cartas en voz baja, preguntándose qué hicieron, cercos de sal en la camiseta negra)
(sueño que itzel duerme en mi cama hasta que se asusta y huye y desaparece, hay demasiada gente en el piso y todos tejen sábanas blancas y frías, sábanas de fiesta, de luto, de mortaja, no la encontraré jamás, despierto y el ahogo dura más que cualquier detalle acerca de, me obligo dormir pero el espejo ya está roto)

miércoles, 4 de septiembre de 2013

(javi ha guardado fruta en grandes cubos de plástico y ésta ha ido pudriéndose poco a poco y ahora apesta y hierve de moscas pero podremos aprovechar los lixiviados para teñir la ropa de esther que se seca al sol desde hace días y nadie la recoge, quema en las manos y deja las uñas negras, nos hacemos daño con sólo mirarnos)

lunes, 2 de septiembre de 2013

(volver al trabajo, horario de oficina, àngels en chancletas, el calor en el pecho, todas las fotografías abiertas en photoshop, la poesía y la diarrea esperando el ritual que no termina nunca, la rutina es salvación)

domingo, 1 de septiembre de 2013


(toda la noche guarreando en facebook y en bares donde la música está alta y en vasos de plástico rebosantes de cualquier mejunje que queme las tripas y licúe los ojos, toda la noche dormitando en portales, meándose encima, rascándose los brazos y los pies y las ingles y el cuello, surcos de mierda y sudor, toda la noche y ahora afónica, balanceándose antes de)
(hago todo lo posible por caer, sin apenas pensar en todo lo que arrastro, contra quién me estrello)