jueves, 5 de septiembre de 2013

(estoy en el fin del mundo porque más allá no hay pisos ni naves industriales ni apenas cielo ni nubes, tan sólo un parque raquítico lleno de escaleras metálicas que llevan a otros parques y a otras calles en las que nadie ha construido ni construirá jamás)

(y hay un scooter y un gato pelirrojo que dormita a su sombra y pienso en aplastarlo con una piedra pero no hay piedras, tan sólo un sol que cae a plomo a las tres de la tarde en este agujero y todo el asco que siento por los viejos que abren los sobres, que leen las cartas en voz baja, preguntándose qué hicieron, cercos de sal en la camiseta negra)