martes, 30 de diciembre de 2014

(sofía abre la carne de mis brazos con los dedos, tira de mis venas que brillan como el cobre, las ovilla, venda las heridas y la sangre espesa, jalea de lilas y semillas, grito porque no debería moverme a pesar de la mujer que me pregunta con insistencia por todos sus hijos muertos)

domingo, 28 de diciembre de 2014

(he enterrado a carlos en el centro de la habitación del fondo. a su alrededor, los otros diez cuerpos, que siguen siendo carlos pero también niños dormidos y húmedos, con los miembros pegados al cuerpo. rezo por él y repito su nombre hasta que despierto)

jueves, 25 de diciembre de 2014

(a falta de otra cosa mejor, tomo diazepam y cod-efferalgan para calmar el dolor. el sopor me mantiene anudado en un limbo oscuro y caliente, tranquilo y silencioso, esperando quién sabe qué)

domingo, 21 de diciembre de 2014

(con gran trabajo, exhumamos doce cuerpos enterrados en la fábrica de hielo abandonada. alineados en el suelo —y sabiendo de la existencia de un último, el más pequeño y valioso de ellos—, seguimos buscando, esta vez en las fosas donde cazábamos cuando éramos niños. allí, apenas sumergida, una mujer decapitada, en cuclillas, como si rezara, con las manos aún temblando)

sábado, 20 de diciembre de 2014

(imágenes vagas de un restaurante vacío en el que esperamos a que deje de llover. las paredes son de madera y papel; ona, en su carrito, duerme. es una repetición más o menos deforme de escenas recientes, en las que el bienestar es la emoción predominante)

(las mismas paredes que antes eran de madera y papel ahora son de hormigón visto con cables eléctricos como grandes serpientes negras colgando de la oscuridad. fue aquí, dice fernando garcía. las sacrificaron aquí, insiste mientras me enseña imágenes borrosas de la muerte de su hija en una tablet: miriam garcía, una niña de catorce años ahogándose en el cuerpo de una anciana sin dientes, carne en movimiento, llanto y vómitos blancos sobre una polla que parece no tener fin)

miércoles, 17 de diciembre de 2014


lunes, 15 de diciembre de 2014

(sólo es mierda, digo, mierda llenándome los dedos mientras las luces de navidad repiten mi sombra en dunas de sal sobre la pared del comedor. sólo es mierda, repito, mierda lo que ensucia mis manos y habla por mí como si fuera un demonio silbando letanías a través de mi boca, mi lengua, mi garganta, quejándose a grandes tragos de agua turbia bajo el hielo del volga. sólo es mierda, me ahogo, cimientos del amor sucio en la esclava arrodillada)

sábado, 13 de diciembre de 2014

(los restos de carne de mi padre y la poca grasa y los cartílagos y la sangre sirvieron para hacer embutido en sus intestinos limpios. movimos un armario grande y vimos la luz del sol: mi madre, ahí fuera, arrastraba fardos de ropa vieja hasta una pira, ardiendo quién sabe desde cuándo)

jueves, 11 de diciembre de 2014

(cortar la carne, hervirla hasta que se deshace entre los dedos, guardarla envuelta en papel encerado mientras el agua se enfría en grandes ollas de metal rojo oscuro, cerrar las puertas atrancándolas con sillas y cómodas, armarios, buenos muebles de madera barnizada, dormir en el suelo, resistir el invierno abrazándonos, esperar el regreso de los trenes y entonces decir que no sabíamos)

martes, 9 de diciembre de 2014

(el matadero se esconde en una casa al final de la calle o en la habitación del fondo o detrás de los muros de la fábrica de hielo, abandonada desde que nací. el matadero aquí, un laberinto de tubos metálicos en el que los animales se aprietan asustados, gritando con gritos que se convierten en palabras antiguas, oraciones, plegarias de ojos ahogados. acabaremos el trabajo y seguiremos en la casa creu morgada. allí, los hijos abrazarán a sus madres, sus piernas y vestidos, también llorarán, cantarán en voz baja antes de despertar)

lunes, 8 de diciembre de 2014

(una hoguera empapada de las palabras de los demás, el humo negro y dulzón sobre el cristal y hasta el techo mientras obviamos el campo de batalla y nos concentramos en lo dulce del pastel de elote)

jueves, 4 de diciembre de 2014

(la vida se abre paso a través de la lluvia, se anuda en la garganta mientras troncos a la deriva contra las casas hirviendo y la grasa en el cuello del ternero y los pulmones hinchados de piedras y desierto, niños rezando en sus smartphones por un viernes sin manchas de sangre, viernes sin lluvia y empapado de rutina, de insectos bebiéndome el vientre, hinchados y suaves al tacto, hediondos si los aplasto entre los dedos, chasquido húmedo que sigue lloviendo en la garganta, anudándose mientras los hombres sueñan con seguir respirando alcohol y las mujeres se desnudan obedeciendo al calor que empaña las ventanas grises y el vaivén del tren que amenaza con romper mi equilibrio a puñetazos, mi columna tensa y triste, mi pequeña polla de viejo, furiosa y blanda, con arañazos profundos en un mapa de cuarenta años de mentiras, lluvia que ahora deja de existir y se vomita a grandes piedras de oro sobre los muñones del amigo enfermo)