jueves, 4 de diciembre de 2014

(la vida se abre paso a través de la lluvia, se anuda en la garganta mientras troncos a la deriva contra las casas hirviendo y la grasa en el cuello del ternero y los pulmones hinchados de piedras y desierto, niños rezando en sus smartphones por un viernes sin manchas de sangre, viernes sin lluvia y empapado de rutina, de insectos bebiéndome el vientre, hinchados y suaves al tacto, hediondos si los aplasto entre los dedos, chasquido húmedo que sigue lloviendo en la garganta, anudándose mientras los hombres sueñan con seguir respirando alcohol y las mujeres se desnudan obedeciendo al calor que empaña las ventanas grises y el vaivén del tren que amenaza con romper mi equilibrio a puñetazos, mi columna tensa y triste, mi pequeña polla de viejo, furiosa y blanda, con arañazos profundos en un mapa de cuarenta años de mentiras, lluvia que ahora deja de existir y se vomita a grandes piedras de oro sobre los muñones del amigo enfermo)