lunes, 30 de noviembre de 2009

hablamos de una cantidad aproximada de cinco mil cadáveres. la fosa común número dos de bergen-belsen, cerrada el veinticinco de abril de mil novecientos cuarenta y cinco, un sábado

(cuerpos fríos, ásperos y duros como piedras. si abro la boca, puedo notar como están todos ahí, dentro de la cabeza, queriendo salir, llenándome la garganta)

viernes, 27 de noviembre de 2009

eres un campo de concentración, dice míriam. no, no lo soy. soy una fosa común, quieres verlo?

(anneliese kohlmann —de negro, a la izquierda de la imagen—, charlotte pliquet, freida walter y ilse förster enterrando cuerpos en la fosa común número dos de bergen-belsen. veintitrés de abril de mil novecientos cuarenta y cinco, un jueves)

miércoles, 25 de noviembre de 2009

anneliese kohlmann, nacida el veintitrés de marzo de mil novecientos veintiuno en hamburgo, alemania, miembro del partido nacionalsocialista desde el uno de abril de mil novecientos cuarenta, conductora de tranvía, viviendo con sus padres hasta el treinta de octubre de mil novecientos cuarenta y cuatro
anneliese kohlmann, reclutada el cuatro de noviembre del mismo año como auxiliar femenina de la ss y destinada en neugraben, pequeño campo de concentración dependiente de neuengamme, trasladada en marzo de mil novecientos cuarenta y cinco a tiefstack y el ocho de abril a bergen-belsen, de donde intenta huir el quince del mismo mes, cambiando su uniforme por ropas de prisionera, siendo reconocida y arrestada dos días más tarde
anneliese kohlmann, juzgada en junio de mil novecientos cuarenta y seis y sentenciada a dos años de cárcel, liberada el dieciséis del mismo mes debido al cumplimiento de la pena en prisión preventiva
anneliese kohlmann, fallecida el diecisiete de septiembre de mil novecientos setenta y siete en berlín occidental

lunes, 23 de noviembre de 2009

(mi padre está en el suelo de la terraza, desnudo de cintura para abajo y tiene llagas en el culo y los genitales. se está haciendo de noche, me pide ayuda, me llama, me tiende la mano, soy incapaz de moverme, hace frío, quiero irme de allí, suena el despertador)

domingo, 22 de noviembre de 2009

lo más honesto que se me ocurre conmigo mismo es pasarme el domingo volviendo a ver shoah, de claude lanzmann

miércoles, 18 de noviembre de 2009

me emociona glenn gould. sólo él consigue sacarme del asco que siento de ocho y media a dos, de tres a seis y media

(el corazón de oro, latiendo fuerte, encogiéndose feliz y violento a cada nota que sólo él)

lunes, 16 de noviembre de 2009

vuelve a hacer calor y sudo como si me estuviera muriendo. sería más fácil tener cáncer. pienso obsesivamente en eso y en un millón de cosas más, todo al mismo tiempo, hartándome. todo desciende en picado, sin un motivo claro. lunes al fondo, lunes de mierda, lunes con olor de lejía por todo el estudio

(debería afeitarme, debería ducharme, debería cambiarme de pantalones y poner las sábanas azules. debería hacer algo con el correo electrónico, debería)

viernes, 13 de noviembre de 2009

(tengo siete años y soy un pequeño príncipe en un palacio que huele a humedad. es imposible que lo sepa pero, cuando crezca, nunca tendré luz en las manos)

domingo, 8 de noviembre de 2009

y también estuve en ucrania, sonríe patrícia. supongo que en todos los conciertos siempre hay gente a la que no esperas encontrar. no me gustan sus manos pero tiene una sonrisa bonita, una sonrisa ida y tranquila, la clase de sonrisa que es la pieza que falta en el puzzle

qué coño hay en ucrania?, pregunto. setas, setas alucinógenas. he traído unas cuantas. patricia sigue sonriendo. apesta a la marihuana tóxica que fuma todo el mundo por aquí, la de ese amigo tuyo, joni, el esquizofrénico. joni no es esquizofrénico, objeto. sí, pero no me negarás que es raro, que tiene unas preguntas que son extrañas y que a veces se queda hablando solo. bueno, yo también hablo solo, respondo. sí, pero es diferente. por qué es diferente? porque yo no fumo la mierda ésa? sí, quizás sea ésa la diferencia, no sé. el caso es que joni es un esquizofrénico y tú no lo eres. las afirmaciones tajantes de lídia, porque patrícia sigue sonriendo, como si se hubiera quedado en pause. y entonces pienso en lo de las setas y en sus manos haciéndome una paja y siento unas ganas de vomitar para adentro que no puedo con ellas

aquí todo el mundo está colgado. la sala está llena, quizás doscientas personas en un zulo irregular de poco más de cien metros cuadrados, con el escenario al fondo. es imposible saber de qué va ésto porque es algo que uno sólo puede entender con mucha droga encima. los lavabos son una experiencia en sí misma, así que le doy todas mis consumiciones —cinco, en total— a lídia. no quiero beber nada. no quiero tener nada que ver con este sitio ni con nada. tengo un montón de horas por delante y necesito estar lúcido, lúcido y tranquilo. tengo diarreas. no he comido desde el viernes al mediodía. por el contrario, sí he bebido. me siento como si estuviera haciendo equilibrios sobre la barandilla del puente, con el cardener brillando treinta metros más abajo a las once de la noche. el agua está helada. elijo un rincón y me siento. a lo largo de la noche conseguiré dormir varias veces, no más de diez minutos en total. más que suficiente

pienso en kolo. la tarde antes fui a recoger a míriam a la pere tarrés, la fundación donde está realizando su tercer máster en no sé qué. como llegué antes de tiempo, elegí un bar cercano para esperarla. cuatro cervezas en una hora mientras escucho las conversaciones que se resbalan detrás de mí. son las ocho y pico y la zona alta de la ciudad despierta. cuarentones profesionales liberales vestidos de esport y con la cartera llena de billetes de cincuenta. hablamos de putas al final de la noche o de farlopa. hablamos de chaperos. hablamos de cualquier cosa para la que uno necesite seiscientos euros un viernes a las ocho y pico. chicas resplandecientes que esperan mientras beben copas de cava. hablamos de la calle santaló, entre via augusta y travessera de gràcia. hablamos del asco que siento

kolo es brillante, de todas maneras. pantalón vaquero de pitillo, zapatos salvatore ferragamo, camisa azul oscuro, jersey de cremallera granate y americana de pana negra. sombrero stetson y perilla. un negro de poco más de veinte años que entra en el bar y saluda a todo el mundo con una enorme sonrisa, disculpándose por no haber atendido las llamadas la noche antes. estaba cansado, lo siento. kolo se convierte en mi ídolo instantáneo. sus zapatos valen todo lo que tengo en el banco y apostaría doble o nada a que es el dealer oficial de toda esta pandilla de hijos de puta. kolo se sienta en la barra y pide unas patatas bravas y una botella de agua mineral con gas, come tranquilamente y se despide del gordo de la puerta prometiendo verse más tarde. brindo mentalmente por kolo y por sus negocios. él no ha elegido venderle mierda a todos esos desgraciados que serán el público de la sala donde tocaremos al día siguiente, paletos que se meterían cualquier mierda por la nariz. no, kolo ha elegido subir varios escalones y pudrir pocas cabezas, pero escogidas: saludables treintañeros con ganas de emociones fuertes. bien por kolo, y me pido otra moritz más

una bonita bola de ruido, con pocos momentos de dispersión, como una sucesión de puñetazos, un mantra eléctrico de los que te hace cerrar los ojos. no sé cuánto hemos tocado, pero podría ser una hora, cincuenta minutos, no sé. al acabar me siento bien, como en paz conmigo mismo. me duelen las piernas porque la tensión se me acumula en los músculos. pronto será de día y no tengo sueño. me pongo cómodo en el tren de vuelta a casa. el cielo empieza a arder a la altura de viladecavalls, como una explosión lejana y tranquila que crece muy despacio. me siento feliz porque es casi el fin del mundo

jueves, 5 de noviembre de 2009

(el centro del universo. sentados en el suelo de la cocina, S y yo miramos como burbujea el queso de la pizza, dorándose en el horno a doscientos cuarenta grados. suena una música que no conozco en el comedor y en la encimera hay un bol grande con ensalada. me he duchado hace dos minutos: agua hirviendo, gel blanco con un olor suave a manzana, una toalla grande en la que esconderme. siento como si hubiera vuelto a casa)

(una manta marrón enorme y cálida. S se acurruca en el sofá mientras me enseña su caja de recuerdos. cada papel, cada fotografía, cada pequeño objeto es un tesoro que comparte conmigo. el viaje ha sido largo, pienso para mí. una nave espacial a la deriva desde que puedo recordar)

miércoles, 4 de noviembre de 2009

queda media hora en el estudio. otra vez la sensación de límite. treinta minutos para matar el tiempo de la manera que sea. me siento como un papel mal doblado

(queda media hora en el estudio, hace frío y el césped sigue estando demasiado largo. corro hacia el banderín de córner y me detengo un par de pasos por detrás de la línea blanca. ése es el límite y ése es el fin del mundo. el estadio está vacío, caen copos de nieve y soy incapaz de pensar. hay nidos vacíos de golondrina en casi todas las cornisas. mis números están bajo mínimos, unas estadísticas que son la renuncia a todo)

domingo, 1 de noviembre de 2009

somos felices, tenemos todo lo que queremos. trabajos de puta madre, casas preciosas en urbanizaciones exclusivas, parejas que nos aman y niños rubios que serán ciudadanos modélicos el día de mañana. podemos hablar de cualquier cosa, conducimos coches grandes, viajamos en primera clase. todo el mundo quiere ser como nosotros pero, cuando nos miramos al espejo, sólo vemos cuerpos vacíos, como si nos hubieran robado todo lo que había dentro

after, de alberto rodríguez, tiene el mismo efecto devastador que una bomba en el pecho. cuando todo el mundo confía en sobrevivir a la crisis, él nos deja allí, lúcidos en mitad de la fiesta, hipnotizados por lo que en el fondo somos, sois, son