domingo, 31 de agosto de 2014

(duermo y la joven mandelbaum duerme a mi lado, si su mano toma la mía sé que no hay infierno ni fosa que pueda separarnos, mi templo en el perfil de su frente)

sábado, 30 de agosto de 2014

(la caza: los abrazos brillantes de grasa y sudor, el olor a carne quemada en la primera película, la música en las danzas rituales, el fin del verano tensando la vejiga cualquier sábado)

miércoles, 27 de agosto de 2014

(la mujer y sus túneles: atravesamos sosnowiec a oscuras, los días húmedos sin nada que decir)

domingo, 17 de agosto de 2014

(paco y su padre y también su hijo comen patatas aplastadas y carne seca, grandes trozo de cebolla, la cocina está sucia, hay grandes cubas de cobre con manchas de grasa quemada, tengo hambre pero no comida ni plato ni lugar en la mesa, así que espero las sobras a escondidas, ellos se desnudan, todos nos desnudamos, nos apretamos en el ascensor, una mezcla de vergüenza y asco ante el contacto de los cuerpos, salimos a la calle, caminamos descalzos sobre el suelo mojado de orín, hay más como nosotros y muchos tienen miedo, despierto, tengo frío, es agradable tener frío, un río de agua helada y la corriente dentro de uno)

sábado, 16 de agosto de 2014

(junto a la joven mandelbaum en el ghetto de riga, débiles, desnudos, abrazados, nos reconoceremos setenta y tres años después, bajo la ducha, arcoiris de agua hirviendo)
(quién se despide camino de la fosa, la joven mandelbaum, sus padres, sus hermanos, buenas personas que huelen a canela)

miércoles, 13 de agosto de 2014

(buck angel suda mis sábanas, los ilusionados peces de colores, el vuelo de tábanos de miedo. buck angel, el perfume de la culpa contra las gárgaras de semen)
(la joven mandelbaum se borra el nombre una y otra vez —la tierra de nadie entre los muros del fin del mundo invita a reinventarse detrás de pensamientos obscenos—, come con las manos, escupe los huesos del cerdo en el borde del plato, también la cruz, las piedras negras)

martes, 12 de agosto de 2014

(la ciudad acaba ahí, en esos dos muros de ladrillo, cristal y trapos de colores unidos por un inmenso cordón umbilical de cable eléctrico, venas y arterias negras en las que se condensará la llovizna de mañana)

lunes, 11 de agosto de 2014

(el mauser sueco aquí y ahora. el temblor entre las nalgas de esa mujer, la que es un racimo de hijos que se desesperan detrás de las bolsas de patatas fritas con sal de eivissa mientras me lavo la cara y el papel de las toallas se convierte en la carne del golem y más alcohol, el hijo contra el padre)

(el mauser sueco en las antípodas. la bala entre las piernas de quien amo como un hermoso vibrador negro que me llena los ojos de lágrimas, la música borrosa, la garganta dorada y eterna en el fondo del mar)

domingo, 10 de agosto de 2014

(un perro que es una sombra y que se esconde en las habitaciones, debajo de las camas, detrás de las cortinas, por qué temer a un perro que siempre ha estado allí, que no pide comida ni amor, que no se deja tocar, que seguirá mucho tiempo después de que nosotros ya no estemos. bebemos cointreau, la conversación sigue y repta, se bifurca hasta vaciarse, se convierte en una piel de serpiente que nadie quiere, una casa en llamas, huesos rotos, camisas empapadas de sudor)
(ahí la tienes, dice mi hermano, métete en la cama porque te está esperando, dice mi hermano. ella es inglesa o mexicana, se llama claire boucher, tiene ojos rasgados y una polla pequeña y fina, un péndulo de carne que desafía su femineidad, me invita a comerla y no, prefiero abrazarla y entrar en su culo como si fuera un altar sobre el que escupir hasta dejarme la vida eterna, despierto sintiéndome enamorado, harto, triste, cansado de correr a través de árboles y celdas)

sábado, 9 de agosto de 2014

(después de la fiesta, en la casa junto a las vías del tren sólo queda el hombre oso: su piel es un charco de sangre y pelo reseco en la grava, él llora aullidos con la piel desnuda y sucia, me mira, nos mira, nos huele, ya no puedo ayudarle, todo el suelo está lleno de excrementos)

(caminamos por las calles de santa caterina y están cubiertas de una espuma rosa que se deshace en charcos y ríos. eres una persona de mierda, dice mònica muntaner, no te voy a decir por qué porque ya lo sabes o deberías saberlo, pero sí sé que me das asco, dice mònica muntaner. sólo te diré, para que sepas de qué te hablo, dos palabras: biblioteca y catalunya)

(grandes pasillos de madera antigua, estanterías infinitas con todos los libros y pequeñas luces separando los autores. camino hacia la salida junto a una mujer sin nombre ni rostro: por algún motivo que desconozco, se forma una cola que ralentiza todo el proceso, hablamos en voz baja, beso su hombro, su olor es un olor que se repite con insistencia en la vida física, un olor virus que me atraviesa y atrapa y que me hace pensar en familias pudientes, temerosas de dios)

(una persona de mierda. no te voy a decir por qué porque ya lo sabes o deberías saberlo, pero sí sé que me das asco. sólo te diré, para que sepas de qué te hablo, dos palabras: biblioteca y catalunya. mònica muntaner sonríe amenazante y me besa en la oreja, ensordezco, abro la boca, empleados municipales se emplean a fondo con los icebergs de espuma rosa que se estancan en las alcantarillas y los alcorques, tres adolescentes vestidos de dragón escriben su nombre bajo un arco, una letra d inmensa con spray blanco antes de despertar)

jueves, 7 de agosto de 2014

(uno por uno, abro todos los ataúdes y willi burke no está en ninguno de ellos, nueve cajas de cartón barato, nueve cuerpos aparentemente idénticos —mínimas objeciones en el plano: más grasa ensuciando las arterias, más olor de cloro, intestinos que anuncian prostíbulos o fábricas, rótulas de nácar o titanio, mortaja de inditex— que enseñan las encías y  no son willi burke, perra mansa)

miércoles, 6 de agosto de 2014

(una mujer hace trucos de magia junto a la sala de despiece de reses de la calle villarroel, junto al número ciento cuarenta y uno. mientras camino a su encuentro —ambos, aunque ella no lo sabe, esperamos el mismo regalo envenenado, la misma descarga eléctrica, la vuelta al hogar, al útero enfermo, al matadero de la habitación del fondo—, chisteras y pozos ciegos, vísceras humeantes de conejo y picos de paloma, un nudo de pañuelos de seda derramándose sobre el suelo y los mendigos, sobre el rastro de migas de pan que hansel y gretel pierden en la playa de sant sebastià, sobre la piel que insiste en regresar bajo otras pieles, futuros y parásitos)

sábado, 2 de agosto de 2014

(la lourdes niña juega con una libélula, una libélula atada con un metro de hilo rojo a su dedito índice. míriam me grita por teléfono, incapaz de entender qué está sucediendo con su dinero. el sonido incansable de una sierra eléctrica bajo nubes de polvo y las lágrimas grises en el rostro de un obrero rumano. en el patio, un bidón de metal en el que quemar papel y toda la ropa sucia, el vaivén de los trenes nocturnos a través de las ciudades y los páramos. la piel áspera de david, el óxido, la suciedad de sus rastas cuando señala con el pie en el suelo dónde vive él, dónde vivía lorena, dónde vive ahora. el rostro serio de mercedes mientras cocina, nuestros cuerpos desnudos uno junto al otro, fumando en silencio del mismo cigarrillo. núria bucea una piscina entera con los ojos cerrados, veinticinco metros sin respirar a través de mis pulmones. hielo deshaciéndose en la copa llena de pétalos y canela, hablamos de islas y de aviones, de aire irrespirable, flotamos a la deriva entre témpanos de desprecio mutuo. la televisión vomita imágenes de pequeños aterrorizados entre las bombas, de tumores llenos de colmillos y pelo, pequeñas personas desordenadas lloriqueando en los cráteres, ángeles sin dientes que despiertan en primavera)