(uno por uno, abro todos los ataúdes y willi burke no está en ninguno de ellos, nueve cajas de cartón barato, nueve cuerpos aparentemente idénticos —mínimas objeciones en el plano: más grasa ensuciando las arterias,
más olor de cloro, intestinos que anuncian prostíbulos o fábricas, rótulas de
nácar o titanio, mortaja de inditex— que enseñan las encías y no son willi burke, perra mansa)