jueves, 30 de agosto de 2007

a mi cliente le gusta mucho el trabajo que he hecho con la información que me dio. está bien que quede contento con el cartel. personalmente, creo que es feo y que no vale gran cosa, pero es de ese tipo de trabajos que nunca irán a un premio de nada. es igual. servirá para cobrar algo de dinero y poder seguir respirando algo más de tiempo. servirá para que la gente sepa cuándo juegan sus partidos un determinado equipo de fútbol. cuando me da la mano la noto agradablemente áspera, con el tacto blanco del yeso. intento pensar en cómo es su vida después de aquí, en si tendrá hijos, en cómo será su mujer, en todo eso. en si le dirá te quiero o cocinará para ella. en si se abrazarán. tiene canas en la nuca y una empresa con catorce trabajadores. uno de ellos es su sobrino, me cuenta, pero a él no le gusta trabajar

cuando arranca en la furgoneta, yo estoy allí un ratito más, mirando cómo se hace todo azul y él me dice adiós con la mano, la que no he estrechado

y suena el teléfono, pero no lo cojo. no quiero que nada rompa ese momento