miércoles, 15 de agosto de 2007

hace días que no sé nada de ana. pronto nos habremos olvidado del todo y dejaré de escribir sobre ella. hoy releía nuestros sms, los últimos que nos mandamos hace unos días. es imposible sentir más desgana ante esas palabras. todo queda horriblemente lejano y amargo en la memoria. esta tarde he comprado helado de plátano para comer en la terraza. todas las tiendas estaban cerradas, pero la de los cines, no. he empezado a tomar efferalgan de un gramo para un dolor en el pecho, algo postural, muy escandaloso y incómodo. sentado en una silla de madera miro las luces de la ciudad, el ruido de los coches, los besos ruidosos de los chiquillos

chiquillos que se pasan en el día entre las olas. me encanta su piel morena y su desidia adolescente. la urgencia por ser mayor

chiquillos que conducen motos de mierda. accidentes de coche en la televisión. todo se tiñe de rojo, aquí y en cualquier lugar lejano de irak

ordenadores que te avisan de cuándo se acaba todo