lunes, 31 de marzo de 2008

lo peor que te puede pasar con dieciséis años es tener las mejillas coloradas y pasar el día haciéndote fotos frente al espejo del cuarto de baño, creyéndote especial en esta ciudad en ruinas

(con ayuda de ultrasonidos, el médico localiza el feto y, ayudándose de unas pinzas, extrae la práctica totalidad. clava unas tijeras en la nuca y las abre para ensanchar el agujero. introduce una cánula de absorción y succiona el cerebro con una máquina parecida a una aspiradora. la muerte se produce por colapso. los esquemas son increíblemente realistas y se sitúan en equidistancia entre cabeza y corazón, más o menos a la altura de la garganta, creando un nudo sucio que tiene un nombre escrito, miriam)

por aquí todo es extrañamente lejano hoy. un día entero dibujando planos y después no sé volver a casa: me quedo perdido en calles que no conozco de ciudades que no me importan en absoluto. rutas de autobuses, colores diferentes, paradas y combinaciones, un total insuficiente para el regreso

una furgoneta blanca, sin intermitentes y con la puerta del conductor abierta, cruzada encima de la acera. las mangas del jersey verde llenas de kleenex usados. un viejo con bastón moviéndose con dificultad a un segundo y medio de mí. militó en el antiguo psuc hasta que lo atropelló un tren hace un millón de años. la chica de la tienda de lencería hablando por teléfono en la puerta, sonriendo. nunca he visto a nadie que entre en esa tienda y ella tiene unas converse verde trébol y un novio con la nariz quemada por la farlopa. conjuntos a veinte euros colocados sin gracia en el escaparate. testigos de jehová de dos en dos en la esquina, a punto de cruzar. los tilos todavía están desnudos y quizás esta noche vuelva a llover una lluvia finita como la de ayer. en ese momento pensé en que extraditaron a cavallo. imágenes de cuerpos cayendo en el atlántico. a ana alguien le dijo que es la manera de empezar a calmar el descontento, una mecánica de distracciones. ahora sí, buenas noches