martes, 1 de abril de 2008

las manos absorben los olores del mundo. el jadeo cansado de betty después de jugar con ella, con los dedos húmedos de saliva y los ojitos redondos y brillantes. la hostilidad en el trabajo cuando mis jefes se discuten sin levantar la voz. las páginas del diario lleno de noticias tejidas con palabras precisas y vacías. el jabón verde de fregar los platos con un poquito y el trapo rosa que sirve para secarlo todo y que se vuelve gris como yo con el paso de los días

me salen canas en la barba y es que ya casi tengo cuarenta años. el olor de mi polla un instante después de eyacular. el de las galletas de avena, que me dejan una playa dulce y lejana entre los dedos a cada mordisquito. el olor a sudor del gol de bojan krkic en el minuto doce del partido contra el schalke y el de tu coño que no puedo/quiero olvidar. sólo tengo que seguir la canción con los ojos cerrados y volver a tenerte a mi lado, rozándonos apenas, quietos, sin hablar

(ciento dieciocho muertos amontonados en la panza de un submarino. arriba, en vertical, ciento ocho metros de agua helada y negra. el kursk, el orgullo de rusia, es una tumba de metal triste, por mucho que las madres lloren)