jueves, 6 de marzo de 2008

ana me dijo esta mañana que llovía en buenos aires y a mí se me empezó el día con un nudo de agua y nubes en la garganta. sus palabras tienen siempre el efecto contrario al de un strepsils. después se me fue olvidando esa soga, a base de amontonar dibujos en el trabajo —jueves de dibujar planos y mapas, algo que odio— y de pensar en todas las cosas que me aterran y me vuelven, cada día que pasa, un poco peor persona

la lluvia se hace remolino en las alcantarillas, rugen las tapas enfadadas, la corriente calle abajo se lleva las hojas de los árboles como si fueran flotas troyanas enteras, camino de la nada. volver a casa sin paraguas puede convertirse en una aventura de verdad: cada salto es un mar y cada portal, una cueva, y dentro, cuarenta ladrones sin apenas luz. eso decía el cuento, previsión de borrascas hasta el verano que viene

allí te espero, porque el tiempo entre nosotros se junta de una manera extraña y cada vez más sonriente. así