domingo, 31 de agosto de 2008

estoy en un hospital de paredes grises. hay niños por todas partes. tienen los cráneos afeitados a medias, con cicatrices que deforman sus cabezas. jugamos con bloques de colores, como una especie de lego de piezas más grandes. uno de ellos llama poderosamente mi atención. su herida está cerrada con alambre oxidado, un corte desde la frente hasta la nuca. sonríe todo el tiempo y busca mi contacto físico. tiene el pelo negro azabache y los ojos rasgados. alguien vomita a través de la única ventana y despierto con dolor en el costado