viernes, 9 de mayo de 2014

(la línea que une la reserva india donde sedimenta el polvo de los huesos del último gran jefe con la narcosala de la muralla, tan llena de vejigas somnolientas y ojos blandos como cualquier otra tarde de sábado en el centro comercial. haciendo equilibrios sobre esa línea somos felices, sí: comemos carne de de bisonte con una venda en los ojos, nos inyectamos mierda mala, nos ponemos vaselina y procuramos no gritar para no aparecer en las listas negras, pasamos las horas pensando en un plan de fuga suave y lleno de saliva, empezamos las mismas conversaciones siempre de la misma manera y siempre con la misma gente, le echamos la culpa al otro de nuestro dolor, de no poder competir por una vida mejor)

(por la cabeza del yonqui sentado al sol pasean las últimas escenas de una película de raoul walsh, se siente diversas versiones de errol flynn mientras saluda a todo el mundo en ese trozo de parque, una cerveza de lata, otro yonqui —mismo escombro, mismo sebo, diferente adicción— se acerca, se saludan, se huelen un poco, uno no desconfía cuando no tiene nada que perder)