viernes, 26 de octubre de 2007

guerra en las calles. entro en un bar oscuro. un grupo de detenidos, tres hombres y una mujer, al fondo, allá donde no puedo ver sus caras. no hay nadie más que quiera hacerlo. el arma pesa en mi mano, apunto a sus nucas y, uno tras otro, se van desplomando sordamente. sólo veo las caras de dos de ellos, los últimos. uno es un japonés alto y delgado que masculla palabras que no entiendo. la mujer es lourdes y me mira a los ojos. no siento nada al disparar. una vez en el suelo, los remato con otra bala. dejo el arma caliente encima de una mesa y bajo unas escaleras. en la barra, unos hombres piden canapés con salchichas. bebo café con leche fría y, al salir por la puerta, el silencio polvoriento de la carretera es un agujero en el corazón. despierto con un sms de lourdes que me desea un día feliz porque es viernes y seguro que es precioso

estoy asqueado por haber soñado eso, pero supongo que es normal, lo normal. buenos días