viernes, 12 de junio de 2009

el trabajo se acumula como se acumula la mierda en mi cabeza. me agota hacer llamativas cositas de colores, dibujos estupendos, maravillas que se imprimirán en papel ecológico de doscientos gramos. me agota pensar en cómo doblarlos, dónde poner las palabras, las letras, los números, las líneas, todos y cada uno de los mensajes con los que adoctrinar. me agota saber que eso es lo que me espera hasta que me muera ante la pantalla. me agota saber que, cuando estoy agotado, siempre acabo igual

(con el papel en blanco, con un millón de guías, subdividiendo el espacio en otro millón de espacios más pequeños, proporcionales, mediante fórmulas matemáticas y estéticas largas de explicar aquí. acabo con la pantalla totalmente llena de rayitas azules, con pánico a poner cualquier cosa encima, una palabra, una frase, un dibujo, lo que sea, porque lo único que hará será enturbiar ese nudo de equilibrio

(paralizado, abriendo los programas y cerrándolos al instante, reiniciando el ordenador, abriendo veinte pestañas de firefox con el gmail, incapaz de seguir trabajando, contando los minutos que faltan para que el silbato de las tres de la tarde me reinicie a mí también)