sábado, 13 de junio de 2009

el chico increíblemente gordo se acerca a la papelera y empieza a escarbar dentro, encuentra un helado de plástico medio lleno y se lo bebe apoyado contra la pared, manchándose la camiseta. el chico tira el envase vacío y sigue caminando hasta la próxima

(la escena, que ocurre mientras espero el autobús, me fascina y incomoda a partes iguales. todo el mundo en la parada parece ignorar lo que sucede a tres metros de distancia. las negras de vestidos llamativos, el ruso de los brazos tatuados, el viejo que escucha música, los dos chicos jóvenes que vienen de la playa. el chico increíblemente gordo es un fantasma que me mira a los ojos cuando se aleja. lo imagino abrazándome, una situación que me aterra, sentirlo en mi pecho, inabarcable y tembloroso, mordiéndome las mejillas, dándome todo el amor que sólo él es capaz de darme)