lunes, 22 de junio de 2009

(vuelvo a soñar con niños. pol, el hijo de inma y ernest, pinta carreteras con tizas de colores en el suelo de una habitación amplia, luminosa. primero el trazo, después el interior y los borrones con las manos. carreras de coches, chapas de refrescos y golpecitos con el dedo. ambos reímos, me gusta ese niño, es cariñoso y poco hablador, además de muy guapo)

(tiene una herida en la pierna, en el interior del muslo, como un corte que no sangra, con los bordes blancos inflamados y profundos. cómo te has hecho eso? no responde. es imposible que no le haga daño y sé que hace un rato no la tenía)

(vuelvo con yodo y algodón, con vendas y gasas, pero ahora la herida es más grande, mucho más. además, la carne se desprende con facilidad, como si hubiera estado hirviendo durante horas, dejando a la vista huesos y tendones, venas gruesas)

(no acierto a marcar el número de teléfono de las ambulancias. cuando al final lo consigo, una voz al otro lado me dice que tengo que llevarlo yo, que no hay vehículos disponibles. miro al niño una vez más y me echo a llorar. la piel cuelga como un trozo húmedo de goma de color rosa y suena el despertador, lunes, españa a las seis)