domingo, 21 de junio de 2009

(busco a un hombre que se apellida martín, es policía y tengo un sobre para él. su dirección coincide con la de un sitio que conozco, pero hubiera jurado que allí no podía vivir nadie porque es un edificio acristalado y oscuro en el centro de barcelona, sin puertas visibles)

(ya estoy dentro, un pasillo estrecho que desemboca en un ascensor de plataforma. todo es pequeño y claustrofóbico, seis pisos hacia arriba y una puerta entreabierta. dentro una mujer con un vestido amplio y blanco, mi marido no está pero puedes esperarle. sentado en una silla, mientras una niña sin piernas se arrastra por el suelo. tiene la cabeza deformada por la hidrocefalia y me olisquea como si fuera un animal)

(espero, sigo esperando. otra habitación, otra puerta abierta y un cuerpo en la cama, otro niño con la misma cabeza deforme. está atado y tiene un catéter conectado a una bolsa de suero en el brazo. me mira y tiene los ojos grandes de una vaca, el pelo ralo y largo)

(suena el teléfono. la madre avanza por el pasillo y a través del vestido se transparenta un bulto enorme en el costado. sé que es un tumor atroz, sé que es un hermano siamés, no sé qué es pero tengo miedo)

(dejo el sobre encima de la mesa y vuelvo a estar dentro del ascensor. despierto con sensación de ahogo. son las cuatro y tengo la mirada del niño del restaurante en el que comimos ayer en la cabeza, perdida y blanca, clavándose. una silla de ruedas roja y sólidas convicciones religiosas para pensar que eso era lo que dios quería)