viernes, 5 de junio de 2009

miro amplificadores de segunda mano para gastar dinero en un amplificador de segunda mano. pequeño, para tocar en casa, para poder ponerle cascos y hacer ruido o algo así. mientras, una televisión sin volumen y un partido de tenis: la imagen definitivamente borrosa, cuesta distinguir la pelota, no así la cara de derrota de roger federer. calcetines blancos llenos de tierra roja ante un tipo que mide dos metros y se sale de la pista

cabeza llena de fantasmas. la muerte de david carradine en bangkok —ahorcado, empalmado, del color azul asfixia que tienen los ahogados— me trae a la memoria a rené clement. una bolsa de plástico en la cabeza, desnudo y con el ordenador encendido en el sótano de su casa. no éramos muchos en su entierro y creo que apenas supe qué decir. terreno abierto a las especulaciones. recuerdo su barba y su sonrisa, también sus manos, las conversaciones delirantes porque rené era un tipo realmente delirante. veinte años ahora son un millón de años

los fantasmas se llaman los unos a los otros, se agolpan en el corazón culpable. un muerto es otro muerto y otro más, la cabeza llena de muertos, íntimos y lejanos todos los muertos. no, prefiero tener la cabeza bien vacía, caminar por la calle con la sensación de estar realmente solo, cruzar el puente y coger el bus y dentro de un rato estar en una terraza tomando una cerveza con míriam porque es viernes por la tarde y mira