lunes, 1 de junio de 2009

(son todos educadores en casas de acogida, gente que trabaja con menores inmigrantes, la trinchera de los servicios sociales. ódel y esther hacen fotos, yo hablo poco, miro mucho y sonrío bastante, me encuentro bien. míriam está cómoda y se ha pintado las uñas por la mañana. el pueblo es una chaladura que ahora no pasaría la ley de costas, blanco y tan falso como el pueblo español: está lleno de guiris en las terrazas y el calor cae a plomo sobre nosotros

(me encantaría poder pasar desapercibido. me encantaría poder borrar de la memoria de los otros todos los recuerdos que se vinculan a mí. poder hacer como que no he existido, como que ese domingo y esa playa no han sido realidad)

volvemos a media tarde y pasamos el resto del domingo en casa. hay un momento en que diluvia. dormimos un rato y eso me desvela. preparo la cena, vemos trenta minuts, zapeamos un rato, hablamos, nos abrazamos, volvemos a zapear, me trago los inmortales en la sexta. christopher lambert es el peor actor del mundo. míriam duerme a mi lado, envuelta en una sábana gigante. la noche es cálida y las ventanas están abiertas, las cortinas se hinchan suavemente con la luz que entra de la calle