lunes, 10 de diciembre de 2007

niebla, una niebla puré-de-guisantes. y la ventana fría si pego la nariz. y viernes, viernes de tiendas abiertas y de calles llenas de gente. ayer tuve miedo al final porque soy impresionable y acabo viendo películas de terror detrás de cada silencio, al salir de la ducha, con la casa a oscuras, caminando de puntillas

hoy compraremos una tft nueva y unos zapatos y el periódico del día y desayunaremos en la calle, en ese bar o en ese otro y daremos vueltas mirando escaparates, riéndonos con tonterías mientras esperamos el tren de vuelta a casa, con toda la calle oliendo a castañas asadas y gominolas en el bolsillo. y podría hacer una ensalada y quedarnos hasta tarde viendo zodiac. lo único que sé es que no quiero volver a dormirme así, con la palabra sobibor anudada en la garganta y con miedo a quedarme solo por aquí

(porque soñé con eso, con una fila infinita y, al final, el muro del campo, con alba y yo abrazados esperando no sé qué mierda. no sé por qué me da por pensar en esas cosas. soy feliz, llevo toda el día escuchando a los asobi seksu y me siento joven si miro a mi alrededor. hemos comido en un bar hasta hartarnos y me he enamorado del camarero y de su sonrisa y de lo bien que me leía el pensamiento. por un momento, también he pensado en todas las personas que me habitan el corazón, en si él también podría decirme quién y cuándo y dónde, exactamente como hace cuando dice dos cervezas más, el gesto con la mano, montaíto de pringá, la cuenta y todo bien, sin dejar de sonreír, desde veinte metros, con todos los chiquillos jugando a samuráis en uniforme de colegio)