viernes, 14 de diciembre de 2007

ella me llama theresiendstadt y yo a ella también. un curioso nombre que hace que no nos olvidemos el uno del otro aunque hayan pasado mil años. ella es de color verde manzana y tan delgada que parece transparente. yo tengo las converse llenas de mierda y una inseguridad tan grande y ruidosa como una locomotora. bebemos cerveza en la alt heidelberg y comemos camembert frito mientras esperamos a que sea la hora de ir al cine. me cuenta que sólo se corre si le comen el coño, pero tiene que ser muy suave, de una manera casi imperceptible, que el sexo con el tipo con el que sale ahora es un desastre, porque a él no se le pone dura y a ella le da por quererlo mucho, pero sólo abrazándolo hasta que se hace de día. me gusta escucharla cuando me cuenta de esa fantasía que es dejarse follar por un viejo en un parque (yo me pido otra cerveza para no tener que mirarla a los ojos)

sé que pierdo el interés en algún punto inconcreto durante la película, quizás cuando gastón pauls se desmorona y se vence al recuerdo de la guerra (la película es iluminados por el fuego). aún así, las frases de rigor en el metro que tomaremos en direcciones opuestas son me ha gustado verte, sí, a mí también, cuídate mucho, claro, te llamo, sí, hay más películas que quiero ver, beso, sí

yo no sé