domingo, 23 de diciembre de 2007

camino por calles que no conozco, alejándome cada vez más del centro del pueblo donde vivo. avenidas largas y desiertas, sucias, en dirección a un centro comercial en medio de la nada donde he quedado con alguien. rótulos de colores brillantes y gente que parece vivir siempre allí. tú busca el bar costa. te estaré esperando dentro. él es un antiguo compañero de instituto del que no recuerdo el nombre con claridad. insiste en que conozca a una amiga suya. tienes que abrir el corazón, me dice

antes de eso, he estado en una casa llena de gente conocida pero que, en el sueño, adquieren rostro y voz diferentes a la realidad. nada funciona en esa casa, llena de escombros como si estuviera en mitad de un derribo. vanesita —una vanesita diferente a la que— orina de pie en un cubo que apesta. me toma de la mano y me dice que la acompañe al piso de arriba. gente que duerme con más gente como cachorros en el suelo, hacinados en un calor humano y maloliente. tumbémonos con ellos. no, yo me quiero ir de allí

es entonces que camino por las calles sucias, camino del bar costa. suena el despertador, tengo las medicinas al lado de la cama y me las tomo, se me cae una, la busco, me despierto, me quejo, gruño, apago la luz, intento seguir durmiendo. anuncios de juguetes como experiencias místicas y series de televisión como modelos de comportamiento basados en la obediencia

es domingo por la mañana, brilla un sol que no calienta y podría llover en cualquier momento. ven