jueves, 22 de enero de 2015

(el hombre, un noruego amigo de mi hermano menor y que todos conocemos como marc fielder, construye en el sótano una ciudad en miniatura, un aeropuerto, un órgano de iglesia. sus vecinos en el número siete de la calle amargós —viejos que escupen al hablar, que conspiran detrás de las puertas entreabiertas, en el vértigo de escaleras y rellanos— denuncian con insistencia lo que ellos consideran un acto profundamente delictivo. así, la policía detiene una y otra vez al hombre llamado marc mientras los aviones aterrizan y despegan, los niños se pelean en las plazas, la música de pierluigi couperin se descubre como una hermosa cascada azul sobre ciento veinticinco metros cuadrados de delicada baldosa hidráulica)