(uno. pago por sexo. el joven pelirrojo que
me masturba en el sofá me habla en un idioma que no entiendo
mientras beso su frente, sus mejillas. ha dibujado una cruz ortodoxa
en mi frente, el amuleto contra la carne podrida)
(dos. vuelvo a los bloques en los que crecí, junto a la autopista.
no parece haber pasado el tiempo: las mismas viejas, los mismos
yonquis, las mismas putas, los mismos chiquillos mierdosos que me
hacían la vida imposible. el sótano que siempre está abierto ahora
ya no me da miedo: he necesitado cuarenta años y tres muertes para
llegar hasta aquí)
(tres. la piel tensa y quemada por el sol, los bolsillos llenos de piedras, otra virginia woolf en wilson, arkansas)