lunes, 23 de junio de 2014

(es el mismo mauser sueco que siempre ha estado guardado en el armario, me disparo con él en la garganta o en el pecho, no siento dolor, sólo quiero calmarme la angustia de casa tomada o acantilado, sucede varias veces al día, nadie sospecha nada porque la rutina sigue durante décadas: se oxidan los mismos acordeonistas rumanos a pleno sol, las mismas canciones de exilio y victoria, las mismas familias rotas por dentro, gigantes y cabezudos)