domingo, 27 de febrero de 2011

sueño que juank y yo paseamos por vic, hay una feria y todos los comercios están abiertos, apurando sus últimos días de rebajas. entramos en una tienda de deportes, buscamos un regalo de cumpleaños, encontramos un jersey que nos gusta pero cuesta cuatrocientos euros, no nos parece desproporcionado, acordamos con los dependientes —dos veinteañeros vestidos a la moda; uno de ellos lleva una vieja carpeta de anillas de color rojo con su nombre escrito, ramón cuesta escolach— pasar más tarde

comemos en un bar, pedimos cerveza y nos sirven vino blanco y zumo de naranja; pedimos vermut y nos sirven champán, no le damos importancia a los cambios, nu nu está con nosotros, ella bebe zumo de tomate y habla con juank, yo quedo al margen de la conversación, despierto, corazones y puños

café con leche a sorbos lentos, jaume vila está frente a mí. si no cambian las cosas será despedido en abril, no le preocupa pero el trabajo polariza casi toda la conversación, también el colegio de la pequeña irune —la puta manía de poner nombres vascos a niños de cualquier sitio—, un concertado en sabadell para el cual han tenido que recurrir al empadronamiento temporal de isabel en casa de sus padres, el misterio de las familias monoparentales en los colegios de pago

crema de verduras con demasiado apio, tres goles en mallorca y ninguno en riazor, esta tarde saldré con les a tirar un rato a canasta, me apetece sudar, sentir cómo la rabia de los últimos días se aleja y se deshace, que se haga de noche y no despertar