martes, 2 de noviembre de 2010

desde la ventana, dos membrillos y frutos caídas en la hierba del jardín. ocupamos la habitación número once, madera y gruesos muros de piedra, cálidos en inviernos y frescos en verano. la vida es tranquila a pesar de una gran familia que ocupa varias habitaciones en el piso superior, también de barcelona, nos saludamos en voz baja y sin sonreír a la hora del desayuno, el único momento del día en el que deberíamos coincidir

me gustan esos membrillos. pienso en víctor erice y en antonio lópez. pienso en la luz de la mañana porque este sábado atrasarán el reloj y dormiremos una hora más. pasamos bastantes horas en silencio, el uno junto al otro, esperando que empiece a llover o que no empiece, tampoco sé. míriam tiene unos pendientes pequeñitos con forma de pez y a mí me da por pensar en san pedro y en la estructura fractal de la naturaleza, gilipolleces