sueño. estoy en una fiesta de disfraces en un sitio oscuro y caliente junto a un montón de personas que no conozco. cuerpos sudados que se entrelazan, que se quedan quietos, mirándose, máscaras de animales, vasos con alcohol dulce de color amarillo transparente
laura rosal. ella es mi guía en ese submundo. esta mina es mía, dice, aquí estamos a salvo, ellos son mis amigos, no tienes que tener miedo, nadie sabe quién eres pero deberías ponerte la máscara, y me tiende algo que no sé qué es y que tiene un tacto áspero y grasiento, como de pelo sucio
disfraz. quiero que seas una bruja, me dice. obedezco. camino entre la gente y me siento bien, ignorado por los demás. un grupo de chicas baila, un chico se golpea el pecho y de cada golpe salpica sangre. me siento en unas escaleras y veo, al fondo de la sala, a ruth saliendo de un espejo
un beso. ella viste de negro, muy maquillada. vamos iguales, me dice. no lo sé, respondo, no puedo verme. la abrazo y la beso, ella se aparta violentamente, me grita, me escupe, me tira su vaso de alcohol, me has roto el reloj, me has mentido, me insultas, le lanzo un billete, muérete, me chilla
despierto. son las seis de la mañana. míriam duerme a mi lado en un confortable ovillo de sábanas a rayas y por la ventana abierta entra una brisa agradable que desaparecerá en cuanto salga el sol