domingo, 20 de junio de 2010

(bebo gintonics hasta que el alma se me cae a las estrellas y me quemo en una pira funeraria de la que resucitaré a medias, con la cabeza vacía, la ropa por el suelo de la habitación y las gafas debajo de la cama. camisa verde de cuadritos, boxer de algodón a rayas, pantalón levi's quinientos siete, calcetines negros de algodón, zapatillas etnies de color naranja, gafas negras de ralph lauren. decathlon, dia, humana, el corte inglés, tienda sin identificar del centro de barcelona y vision-prix, por este orden)

(seis latas de tónica de la gasolinera de la esquina, un botella de beefeater, el culo de una botella de giró, tres o cuatro cigarros lucky strike, un limón a rodajitas, una película a la que nadie hace caso. antes de eso, seis cervezas de barril, unos berberechos, unas aceitunas, algo de queso y un frío siberiano en la terraza de un bar en el que no habíamos estado nunca. en la mesa de al lado, una familia de un millón de miembros. los niños comen disciplinadamente y los mayores hablan de sus cosas. te dan ganas de morirte si ser adulto es ser como ellos)

(antes de eso, una plaza, un grupo de mujeres que hablan en corrillo. una de ellas —alta, pelirroja, con sandalias de tacón alto y un vestido evaseè estampado milflores— concentra toda mi atención. la imagino desnuda pero no es una fantasía erótica, no. ella habla y las demás escuchan. los hijos de todas ellas revolotean jugando. una niña hace volteretas y se le ven las bragas de color rosa chicle. un chico pasea un rottweiler, se cruza con unos conocidos a los que saluda chocando los puños y intercambian unas palabras. el perro jadea y el dueño del bar es un tipo agradable con unas gafas de odioso color amarillo)