domingo, 10 de mayo de 2009

un sol precioso, la música de fondo, las conversaciones en grupos pequeños, las fotografías yendo y viniendo, el humo de la barbacoa, todo el alcohol del mundo, todo el tabaco que seas capaz de fumar, estar con quien quieres estar: el cumpleaños de marina, un sábado perfecto

duermo a trompicones. los recuerdos se difuminan y retuercen, se caen al suelo, se pierden debajo de la cama. míriam se despierta varias veces, se mueve, se agita, me habla, me abraza, se vuelve a dormir. nos atropellamos constantemente en un millón de direcciones diferentes

sueño con un desierto y con elizabeth volkenrath sacando perlas de una montaña de úteros arrancados. son capaces de esconderlas en el lugar más insospechado, me confía

sueño con la casa llena de gente que no conozco, que nadie tiene cara, tan sólo un borrón que me da miedo. que grito para que nadie me toque, para que todo el mundo se vaya de allí

me levanto varias veces. me muevo fácil por la casa a oscuras pero siempre me golpeo en la cabeza con el pequeño armario de ikea que míriam compró el otro día. el animal de costumbres ante el desafío de un nuevo laberinto