martes, 29 de julio de 2008

nueve mil trescientos veintiséis euros con diecisiete céntimos. eso es lo que valen los años de mi vida en la imprenta, la indemnización que paga el fondo de garantía salarial después de todo. y ahora es un talón con mi nombre escrito. ni siquiera hemos llegado a ver a la abogada. no era necesario: nuestros papeles estaban en el mostrador, esperando que viniésemos a recogerlos. la administrativa es diferente a la chica de la última vez que estuvimos allí. hace el mismo comentario sobre mi firma que hace casi todo el mundo. aprovechamos para tomar una cerveza en el bar de la esquina. hay un montón de chicas rubias y pálidas en la mesa del fondo, como si fuese un trozo diminuto de noruega allí, en un bar de mierda en la calle sant lluís con santa anna. la calle arde y yo apenas siento nada. hace días que camino por un desierto. las gotas de sudor me recorren la espalda pero estoy contento, contento y con los pies llenos de mierda