sábado, 19 de abril de 2008

todo es deliciosamente amarillo esta mañana. miro la caja granate de amoxicilina. tomo antibióticos —moderadamente— para el dolor que no me ha dejado tragar estos días atrás. dos bolas con pus a ambos lados de la garganta si abro la boca delante del espejo. y el riesgo de tomar antibióticos, ahora que estoy medio bien o aceptablemente bien. entero

porque hago una vida más o menos normal. ayer, en la cena con mis amigos, los temas de conversación iban de un lado a otro de la mesa, triviales y desacomplejados. pero eso fue al principio. cuando marcharon josep maria y irene y gina, la cosa se volvió más apesadumbrada. la insatisfacción por nuestras vidas se acabó convirtiendo en la gran protagonista de nuestras palabras. escuchar el closer tampoco ayudaba demasiado en ese momento, pero qué canciones tan desoladoras, perfectas, preciosas. más discos, más tabaco y hasta que todo el hielo se acaba. vencer los días malos con anestesia en un vaso

(no sé luchar con la pasión que daniel pone en las cosas que hace. hace años sí, cuando compartíamos sueños-sobre-un-mundo-mejor, pero ahora es algo que he olvidado. ahora sólo me conformo, incapaz de concretar con qué exactamente)